Acostumbrada a tener la última palabra, Daiana se tragó su rabieta para decir:
– Siendo así –, fue veloz al pescarlo de la mano, – no pienso dejarte ni respirar.
Terence intentaba quitarse el amarre pero, la morena se había prendado de él tal cual una dura tenaza.
– Entiende, a mi casa...
– Vamos directamente a la mía.
– Necesito asearme – pidió entre suplicio y fastidio.
– Allá podrás hacerlo.
– ¿Y pretendes que use la misma ropa?
No se veía mal en su uniforme de conductor sin embargo...
– Si quieres... te compro lo que tú quieras. Así aprovecho para adquirir algo lindo para mí.
– ¿Y piensas que voy a permitirlo?
Ya Candy una vez le había invitado un café ahora esta deschavetada que insistiría:
– ¿Qué tiene de malo? Los tiempos han cambiado y por algo trabajo; no doliéndome gastarlo para ti.
– Daiana –, pronunció el guapo hombre a modo de hacerla razonar. No obstante ella lo llamaría:
– Terence – en tono seductor y suspirante; e irritante y vencido se diría:
– Bien me decía tu hermana que estabas algo media loca.
– Oh por cierto – no era verdad pero debía asegurarlo: – para que veas que también me sé comportar... ella estará ahí. Compartirá la cena con nosotros. También otra pareja, ambos compañeros de trabajo, así que... no me desaires, por favor – ella se llevó la mano masculina a la boca y besó su bronceado dorso.
– No lo haré con la condición de que me dejes ir a casa. Dame el domicilio de la tuya y allá te veo más tarde.
– No irás – ella hizo un puchero, bajó la mirada y cabeza y le dio hipócritas señales de ponerse a llorar.
– Te doy mi palabra de que sí.
La varonil voz sonó tan segura y prometedora que Daiana levantó la vista para mirarlo y sonreír, maquinando la perversa mentecita de la morena que esas horas que no le viera sería tiempo que él tuviera que quedarse, extra, con ella.
– Está bien. Conoces la ubicación del Aeropuerto Midway, ¿verdad?
¡Lógico!
– Sí
– ¡Excelente! Pues cerca de ahí...
Daiana continuó diciendo conforme Terence, no pudiendo soltarse de una mano, retomaba el camino hacia el garaje del edificio donde Bobi tenía su departamento. Al de ella, la mujercita llegaría sola pidiendo antes y estando en el interior del Chevrolet 1957 Azul del Señor Grantham, se le dejara en el centro comercial más cercano para hacerse de un atuendo que según ella lo iba a dejar con la boca abierta. Así mismo se hubo quedado Leonor quien... estando en la parada de autobuses aguardando uno para ir a realizar sus programadas compras... miró pasar el auto de su fallecido esposo, a su hijo y...
Fue cuestión de minutos los que le hubo tomado en dar con ese rostro femenino. Si la memoria no le fallaba, se trataba de la mujer mostrándose desde la limosina en la que se subiera Candy y se dedicaran un adiós de mano.
– Sí, es ella –. Leonor lo afirmó mirándole el compañero de asiento al que le decía: – No, no es con usted. Estoy hablando conmigo misma –. Era obvio; porque la madre de Terry le estaba preguntando precisamente a él: – ¿Tú, de dónde la conoces, hijo? ¿será... que te reencontrarás con Candy?
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Destino: tu corazón
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. (Escrita y primera vez publicada Septiembre, 2014) Nadie sabe lo que depara el destino; y el suyo la conducirá a un corazón.