Terence recibió el día sábado en compañía de sus compañeros y circulando una enorme fogata.
Justo a las ocho de la noche arribaron a su destino: Dakota del Sur; descargando la flotilla de autobuses su pasaje frente al hotel del pueblo más cercano al parque nacional Mount Rushmore.
Desde su asiento que era una roca plana, el guapo y serio hombre tenía fija su mirada en las oscuras esculturas de los famosos personajes ex presidenciales estadounidenses mientras que sus compañeros en lo que cenaban y bebían, reían de sus chistes. Y porque él no lo hacía a pesar de estar entre ellos...
– ¿Todo bien, mi buen Terence? – preguntó el más joven de los choferes y ofreciéndole, de pie, una soda o una cerveza.
– Todo bien, Peter –, la mano del conductor se hizo del refresco –, gracias –; se apreció sinceramente tanto el ofrecimiento como la consternación.
– ¿Te animarás a subir? – a la rocosa peña que se tenía enfrente.
– Honestamente no lo creo –, la cadera podría molestarle al intentar escalar.
– Yo sí – dijo entusiasmado el muchacho, – siempre las quise visitar y nunca pude venir de excursión.
– Entonces vas a disfrutarlas mucho.
– Lo mismo que tú al manejar.
– Sí. Es un buen método de escape.
– ¿Tienes problemas?
Terence retuvo su respuesta para dedicarse a destapar su bebida; ingerirla y ya después respondía:
– No.
Sin embargo se la recordaron:
– ¿Cómo siguió tu novia?
– Mucho mejor, gracias.
– ¿Es seria? –, su relación.
– Me gustaría que lo fuera.
– ¿Y por qué lo dudas?
– Mi trabajo. El de ella.
– Entiendo.
Y ya que intimidades se atrevieron a cuestionar, Terry no iba a quedarse atrás e indagaría:
– A ti, ¿cómo te ha ido?
– ¿No te has enterado de mi última hazaña?
La cerveza que se sostenía se destapó reconociendo un interior que desde que empezó a relacionarse con Candy, Terence se había mostrado desinteresado para con sus compañeros de trabajo; así que lo expresaría en público:
– Lo siento, dude, no.
Debido a la negativa, se confiaba:
– Me he juntado con mi novia.
– ¿En serio?
– Sí.
– ¿Desde cuándo?
– No mucho. Una semana. Fue conmigo a la fiesta de la jefa ya como mi esposa.
– Te has casado – la sentencia entonó interrogación mezclada con afirmación.
– No he podido solicitar la licencia de matrimonio. Es todavía menor. La saqué de la escuela y sus papás...
– Me imagino que estarán molestos contigo.
– Hasta eso. Sintieron cierto alivio; pero aún así no quieren concedernos el permiso.
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Destino: tu corazón
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. (Escrita y primera vez publicada Septiembre, 2014) Nadie sabe lo que depara el destino; y el suyo la conducirá a un corazón.