Capítulo: 15

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Viernes tenía que ser un día excitante. Debía serlo por ser el primero precisamente de su primer trabajo conseguido en Chicago. Sin embargo y para empezarlo, estaba desvelada e impaciente; y no tanto por irse a laborar sino porque aparecieran los rayos solares después de lo que le pareciera una oscuridad interminable. Así se hallaba en su habitación: a oscuras, sentada en su cama y sosteniendo su celular lista para realizar una llamada o en la espera de recibir una. No obstante, ninguna de las dos cosas sucedía porque...

Terence, aunque en su recámara, dormía nuevamente a lado de su madre. Ésta yacía con los ojos abiertos, lo abrazaba y a la vez acariciaba su guapo rostro perdiéndose la cuenta, con esa vez, de las veces que había besado o su mejilla izquierda, su sien y su frente. No era difícil comprenderse que para esa madre su hijo era todo en su vida; y de volver a pensar que pudo haberlo perdido en cuestión de segundos, Leonor volvía a las lágrimas pero al mismo tiempo agradecía que no sucediera así. Lo malo que no pudo convencerlo de buscarse otro trabajo. Terry hubo insistido en su negativa cuando se lo propusieron. Eran gajes del oficio y no por eso iba a salir corriendo. Además... ahora menos que nunca lo iba a dejar. Necesitaba pensar; y estando frente a un volante y en una carretera lo ayudarían bastante, sobretodo a apaciguar su corazón. A ponerle un alto a sus sentimientos antes de que fuera demasiado tarde. Pero siendo honesto ya lo era, porque sólo de pensar en dejarla ir ya le dolía, más no por eso lo demostraría. Seguiría su curso de vida. Seguiría como hasta ese día, y si verdaderamente el destino se empeñaba a distanciarlos ¿quién era él para forzarlo? ¿o qué poder ejercía en ella para retenerla?

Todavía cuestionándose, Terence se movió en su lecho para cambiar de posición, preguntando en su movimiento:

– ¿Qué hora es?

– Pasan de las seis –. Con el dato proporcionado, él se levantó, inquiriéndole su madre: – ¿Te irás a trabajar?

– No lo sé. Voy a comunicarme a la central –, y del buró cercano agarró su móvil. – Pero si lo hay, sí me iré.

– Terry, hijo.

Éste, habiendo buscado la dirección hacia el cuarto privado, se detuvo y se giró para solicitar:

– Necesito que me hagas un favor.

– Tú dirás –. Leonor se mantuvo en la cama.

– Dile a Stephanie que quiero hablar con ella.

– ¿A esta hora?

– Pregúntale entonces ¿a qué hora me puede atender? Ayer que hablé, estaba contigo.

– Sí. No trabajó.

– ¿Hoy lo hará?

– Deja lo investigo.

Terry asintió con la cabeza y prosiguió su camino dejando a Leonor pensativa principalmente en el asunto que su hijo pudiera tener con la aeromoza ya que de lo sucedido en su viaje a Michigan sólo le hubo contado los hechos, más no le dio a conocer nombres para no ponerla más nerviosa.

= . =

Siguiendo la programación en sus actividades, el guapo chofer debía manejar (en un viaje redondo de nueve horas) a La Crosse, Wisconsin. Pero yendo de ida, su destino iba a ser desviado hacia Madison, la capital del estado, donde permanecería dos horas; así que al salir a las doce del mediodía, su regreso sería hasta las veintitrés horas, un tiempo imposible para ir por Candy que...

Iluminada su alcoba con los primeros rayos del sol, la jovencita hubo dejado la cama para ir a meterse a un baño, ahí asearse y salir para cambiarse. Ya bonitamente vestida abandonó la recámara, no escuchándose en el pasillo por donde andaba, ningún ruido ni el acostumbrado de Leonor quien ante la petición de su hijo hubo dejado el lecho para ir a ver a Stephanie.

Destino: tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora