Capítulo 3

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Era de madrugada y nos encontrábamos en el asiento del avión. JiMin a mi lado se encontraba quejándose del largo vuelo que nos deparaba. Yo por otro lado solo miraba la pantalla de mi celular, deseando ya llegar. Sé que JiMin se encuentra bastante preocupado, antes de siquiera llegar al aeropuerto ya se encontraba quejándose y pidiendo no ir, más bien rogando. No dejaba de decir: "¿por qué debemos ir? Aquí me gusta.", "Dejáremos nuestro hogar para ir a un lugar nada seguro para tí." y más cosas como esas. Pero aunque sé que no es nada seguro, necesito ver a Yang Mi. La extraño. Aunque sea verla unos segundos bastará para tranquilizarme. Para tal vez dejar de extrañarle.

Las voz de una mujer se escuchó por todo el avión.

"Favor de abrochar sus cinturones para el despegue."

Y así lo hice. Abroché mi cinturón. Mientras el avión despegaba yo decidí tomar una siesta. Cerré los ojos esperando poder dormir.

Fui despertado de golpe. Miré a mi alrededor extrañado, me encuentro en una banca de un parque por alguna razón. Todo está oscuro, las estrellas adornan el cielo. Me puse de pie y comencé a investigar por el lugar. Me encontré de frente con un árbol y en el había un cartel con una flecha que apuntaba el suelo dibujada. Miré lo que aquel cartel señalaba y pude ver dos latas del café que solía comprar cuando estaba en Seúl. Un pequeño papelito estaba pegado a estas. Las tomé y leí la pequeña nota.

"Uno para ti. Otro para ella."

¿Ella?

Escuché una voz detrás de mí llamando mi nombre. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Me quedé estático en el mismo lugar. No pude girarme y enfrentar a la persona dueña de esa voz.

— Yang Mi... — dije en un hilo de voz.

Una linda chica apareció frente a mis ojos los cuales se llenaron de lágrimas al verla. Su sonrisa era angelical como siempre. Sentí mi alma querer salirse de mi cuerpo. Mi corazón latía muy fuerte.

Su sonrisa fue sustituida por una expresión de confusión pues comencé a llorar. Quitó una de las latas de mi mano y la puso en el suelo, su intención era dejar mi mano libre. Sus pequeñas frías manos agarraron la mía. Mi mano era temblorosa. Ella sonrió calidamente.

— Te extrañé, Tae Hyung. — su voz salió en un susurro.

— Yang Mi... — la acerqué a mi y la envolví en un abrazo — Te extrañé tanto, amor.

— ¿Dónde estuviste? No sabes cuanto he deseado verte... Abrazarte... Besarte... — se alejó un poco de mí y miró directamente a mis ojos.

— Yo igual, Yang Mi. Yo igual. — coloqué mis manos en sus mejillas.

Poco a poco iba juntando nuestros labios. Ella cerró sus ojos, justo cuando iba a por fin besarla, ya ella no se encontraba. Estaba solo de nuevo. Desesperadamente comencé a buscarla. Ella desapareció frente a mis ojos. ¿Cómo es eso posible?

— ¡Yang Mi! — gritaba desesperado. — Por favor, no te vayas. ¿Dónde estás? — gritaba mientras corría, muriendo por encontrarla, no me fijé por dónde iba y caí de rodillas. Llorando. Pasé mi mano por mi cabello, desordenándolo.

Un silbido se escuchó a lo lejos. Alcé la mirada y no muy lejos pude ver la silueta de lo que creo es un hombre vestido de negro y capucha puesta, lo único que podía verle, gracias a una tenue luz que lo alumbraba, eran sus labios. Me puse de pie. Limpié mis lágrimas y me erguí. Comencé a acercarme a aquel hombre.

— ¿Qué miras, eh? — el hombre se quedó en silencio, sin siquiera mover un músculo — ¡Pregunté algo, imbécil! ¡¿Qué diablos me mira?! — sus labios se encorvaron en una sonrisa bastante escalofriante.

Se giró e iba alejarse de mí pero caminé hasta él. Le jalé y tiré al suelo. Saqué su capucha y el rostro que vi hizo que se me pusiera la piel de gallina. Sentí como comencé a sudar frío. Mi agarre se aflojó. Retrocedí unos pasos y sonreí frustrado.

— No, esto no puede ser. Tu... — negaba una y otra vez — Tu estás muerto. Esto es imposible. — él se puso de pie — Yo te maté... Yo te maté... — miraba mis manos, las mismas con las que le había matado, y luego lo miré a él — ¡Yo te maté, Jeon JungKook! — grité.

Sonrió de lado.

— ¿Recuerdas lo mucho que disfrutabas asesinar mujeres? Que buenos días. — muchos recuerdos vinieron a mi mente — ¿No quieres revivir esos momentos? — la malicia era muy notable en su sonrisa.

Y en un abrir y cerrar de ojos, ya no estábamos en aquel parque. Sino en lo que creo es una cochera. Una chica amarrada a una mesa, completamente desnuda. Una mesa a su lado, con cuchillas, y cosas para torturar muy bien organizadas.

— Revive esos buenos tiempos, Tae Hyung... — susurró muy cerca a mi oído.

Tomé un cuchillo pequeño. La chica comenzó a moverse desesperadamente. Comencé a rozar delicadamente el cuerpo de la chica con el cuchillo. Una inevitable sonrisa se dibujó en mi rostro.

La chica comenzó a rogar por su vida y eso me fascinaba. De solo escucharla me siento extasiado, ya quiero ver su sangre correr. Me puse encima de ella, mirando directamente sus ojos. Con ambas manos agarré el cuchillo y lo clavé en el mismo medio de su pecho. Ella levantó su cabeza sorprendida por que lo acabo de hacer, las lágrimas corrían por sus mejillas. Saqué el cuchillo y junto con el, salió una gran cantidad de sangre.

Pero cuando saqué el cuchillo, y miré nuevamente el rostro de la chica, mi corazón se detuvo por un segundo.

— ¿Yang Mi...? — comencé a tiritar. — No, no. — tomé su rostro en mis manos.

Mi cuerpo se sentía débil. Tengo ganas de vomitar. Quiero gritar. Presioné contra la herida, tratando de que la sangre dejara de abandonar su cuerpo.

— ¡Yang Mi! — grité.

Cerré los ojos y cuando volví a abrirlos me encontraba en el avión junto a JiMin, quién me miraba preocupado y otras miradas sobre mi, preguntándose que diablos me ha pasado.

Estoy sudado, mis manos tiemblan. Y puedo asegurar que tengo una expresión de horror.

Espero no tener una pesadilla como esta nunca más.

Rescue me. | TaeHyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora