Domingo:
—Me estay webiando... ¿Todavía no le hablai al chinito?— preguntó enojá desde el otro lado de la línea.
—¡No hueon!— cerré la puerta de mi pieza y me senté en mi cama. —¿Pa qué?
—Antonella Gómez yo quiero sobrinos chinitos y si no le hablai a ese chino reculiao esa huea nunca va a pasar.— hablo más enojá que antes.
—¿Oye cachaste que el Matu le comenta todas las hueas a la Maca?— intenté cambiar el tema mirando el cuti negro gastado en mis uñas.
—No me cambies el tema mierda.
—¿Qué? ¡Ya voy mamá!— grité. —Mi mamá me está llamando, después hablamos. Te quiero maraca, adiós.
—¡Oye pero yo no escuche na...!— y le corté.
(...)
Bajé las escaleras para ir a la casa de la Camila porqué tenía helado de chocolate suizo y si, me vendí por helado.
¿Qué clase de ser humano no hace esa huea?
No se ustedes pero a mi me dicen chocolate y me transformó.
Cuando llegué al living dejé mi mochila encima del sillón y fui por un vaso de agua antes de irme.
Apenas entré a la cocina se me quitó altiro la sed y me dieron ganas de subir a buscar a los guantes de boxeo de mi hermano a su pieza y sacarle la mierda al hueon que tenía frente a mí.
¿Así o más agresiva Anto?
—¿Qué huea así aquí?— le pregunté afirmandome en el umbral de la puerta, cruzando mis brazos.
—Txá ¿Qué huea Anto?— llegó el Matías a la cocina ganándose a mi lado. —El Milo también es mi mejor amigo ¿O se te olvidó?
—Por desgracia, si.— dije sin quitarle la vista de encima al Judas.
—Oigan, ustedes deberían arreglar sus hueas.— El Mati se ganó entre medio de los dos. —No pueden estar peleados tanto rato si igual se extrañan el uno al otro ¿O me equívoco?— aconsejó mi hermano.
—Matías, en buena... Es mejor que no te metaí.
—Solo estoy tratando de ayudar.— se encogió de hombros.
—No se como podi apoyarlo después de lo que me hizo.— dije negando con mi cabeza y mordiendo mi labio inferior.
El Mati frunció el ceño y después miró al Milo.
—¿Qué huea hiciste?— le preguntó el Mati.
oops
—Yo...— el Milo se acomodó el pelo, nervioso y llevo su vista al suelo.
—No le contaste ¿Cierto?— solté una pequeña risa mirando al Milo.
—¿Contarme qué?— el Mati frunció los labios. —¿Me pueden decir que chucha está pasando?
—Que te expliqué él hermanito, yo me tengo que ir.— dije despidiendome del Matu. —Dile a mi mamá que estaré donde la Camila.
Dejé la tensión entre ellos y salí de mi casa. Me daba un poquito de pena el Milo y se que lo que hizo no es taaaan grave pero quiero que le sirva de lección lo que hizo. Mañana en clases le hablaré pero me haré de rogar sdfldsñ.
Saqué mis audifonos del bolsillo de mi pantalón, me demore como cinco minutos en desenredar las hueas y cuando estaban listos, ya había llegado a la casa de la Cami así que guardé las hueas en mi mochila.
La Cami tiene unas ventanas super grandes y una de esas ventanas la ocupan como puerta y siempre está sin pestillo así que abrí la huea y entré careraja. La tía trabaja todo el día y llega siempre cansada de la pega a puro dormir.
La Cami de seguro estaba encerrada en su pieza. Recorrí el living y el largo pasillo en donde se encontraban las habitaciones.
Empuje la puerta super fuerte y grité:
—¿¡DÓNDE ESTÁ MI HELADO MIERDA!?— la Cami estaba estirada en la cama con el teléfono en sus manos y cuando grité se asustó y se fue de osico al piso.
ctm
SDÑFFDSK
¿Por qué no grabé esa huea?—Me asustaste aweoná.— dijo parandose del suelo y volviendo a sentarse en su cama.
—Esa era la idea po culia.— dije echandome en su cama como si fuera la mía.
—¿Y si hubiera sido un ladrón?— me miró seria. —¿Y me hubiera robado mi flor?
¡WUAJAJAJA!
su flor quería...—¿Que flor?— me reí y ella me miró ofendida. —Camila, un ladrón no puede robar algo que no existe.— la miré levantando mis cejas rubias.
—Ya, pero el no sabe que no existe.— me levantó sus cejas pervertidamente.
—Te viera Jesús, maraca.— dije blanqueando mis ojos exageradamente.
—Supongo que le hablaste al Chino.— me miró mientras se paraba de su cama y caminaba a la cocina.
—¿No y tú?— dije rascandome la cabeza nerviosa.
Y no hueon, no tengo piojos.
La Camila caminó hasta el refrigerador y saco a mi novio que está conmigo en las buenas y en las peores. Cuando cerró la puerta del congelador tenía una cara de endemonia.
—¿No?— ella alzó sus cejas. —¿¡No!? ¿Por qué no Antonella?
Me carga cuando dice mi nombre de esa manera.
L-o d-e-t-e-s-t-o.
—Es qué hay una huea que no te he contado.— me rasque denuevo la cabeza y está vez estoy pensando seriamente en que si tengo piojos sñslkdls.
—¿Qué huea hiciste ahora?— se cruzó de brazos y me miró como me mira mi mamá cada vez que se enoja o me mando una cagá.
—Txá. Nada hueon.— me encogí de hombros.
—Antonella Gómez...
—Camila Poblete...— webié.
—¡Ya po hueona, cuéntame!— se taimo.
—El Fabián quiere que volvamos.— dije mordiendo mi labio inferior y bajando la vista a mis tillas.
Están super sucias, tengo que lavarlas.
ya no son blancas
ahora son cafés
sdñdsñd.—¿Me estay webiando?— me miró alzando sus cejas, esperando que yo le dijera que era mentira.
—Nop, el Fabi quiere que volvamos.
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Chino culiao
Humor«Yo no voy a dejar que mi hijo cometa el mismo error de su Papá.» #28 EN HISTORIA CORTA♡. 18 de Diciembre 2017. #15 EN HUMOR♡. 24 de Febrero 2018. ¡Gracias!