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CAMILA

Con el Camilo salimos de la sala tomados de la mano.

AHHHH CASI

El pasillo culiao estaba repleto y ni hablar del patio.

¿De dónde chucha sale tanto weon?

No tenía ninguna gana de bajar pero mi sed era mucho más grande que mi flojera.

Hubiera ido al baño pero conseguirme una botella era mucho más dificil. Mi botella se me quedó encima de la mesa y me acordé de ella justo cuando iba entrando al liceo pero pico con la huea porque yo tenía sed de un Kapo heladito, no de agua.

El Milo por su parte iba caminando super pensativo con sus manos en los bolsillos de su poleron. Pasó una mano por su pelo desordenandolo un poco.

¡Se veía tan rico por la chucha!

Lastima que él no siente lo mismo por ti.

Mi conciencia se encargaba de bajarme el ánimo de una manera bastante sutil.

Unas niñas de segundo medio pasaron por nuestro lado mientras ibamos bajando la escalera.

¿¡Qué miran feas culias!?

¿Se les perdió algo?

Es mío, aunque él no lo sepa.

Me faltó pasarles un balde para que no se les cayera la baba que estaban derramando.

Él, era uno de los más lindos del Liceo juntó al Fabián y el Sebastián.

Pero, el primer lugar lo ocupaba el Benjamín Gutiérrez.

Era de esos típicos minos ricos que saben que son ricos y se aprovechan de la situación.

Su único defecto es que es muy pelado.

La mayoría de las minas han pasado por ese pechito a excepción de mi mejor amiga y la Maca.

Y Yo... bueno yo no puedo decir lo mismo.

Que decirles, la carne es débil.

El Camilo soltó un suspiro y me acordé que igual debió haber sido super penca para él ver a la Anto reconciliarse con el Fabián.

Porque...

Si él sufre, yo también sufro.

—Oye— el Camilo levantó su vista y esperó a que hablara. —¿Como estay?

El Milo fruncio el ceño confundido y luego me respondió.

—Bien po— se rió. —¿Por qué?

—No me refiero a eso.— negué con mi cabeza. —Me refiero a como te sientes después de que la Anto volviera con el Fabián. En denante vi tu cara y no estabas muy bien que digamos.— hice una mueca con mis labios.

Habíamos pasado el primer piso y ahora nos encontrábamos en el patio y ni siquiera me había dado cuenta.

—Estoy bien, Camila.— me respondió y lo note sincero. —En vola, me alegro mucho por ella y mientrás esté feliz yo también lo estaré. Esperó que el Fabián no la haga sufrir porque ella no se lo merece.

—¿Y respecto a tus sentimientos hacía ella?— pregunté bajando la mirada inconscientemente a mis zapatos.

—Con la Anto estamos bien. No quiero arruinar nuestra amistad de años por un romance culiao como me dijo alguien una vez. Tengo que olvidarme de ella. Esperaré a la indicada.— hizo un movimiento raro con sus cejas cuando dijo lo último y me reí nerviosa.

Chino culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora