Capitulo 8 "Perfect" Ed Sheeran

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Llegaron en dos coches a casa de los padres de Sofía. Lauren, Lucy y Ally en uno, Vero y Ashley, en otro. Cuando estuvieron frente al chalet, que estaba en una de las mejores zonas de la periferia de la ciudad, las cinco se quedaron paradas frente a la puerta.

Era una casa grande, rodeada de setos, con un imponente portón de hierro forjado con una placa en su lateral que rezaba: "Villa Sinu".

−¿Segura que Sofía vive aquí? −preguntó Ashley.

−Bueno, exactamente ella no, sus padres −respondió Lucy con la mirada fija en el timbre que ninguna había tocado todavía.

−Lucy, estás cogiendo un mal hábito con tanto secretito −dijo Lauren ya desbordada, pensando en que tras todo aquel hierro forjado y tuyas perfectamente podadas, no solo estaba la mujer que le tenía ocupada la mente, sino que además de su hermana y sus amigas, también encontrarían a sus padres.

−¿No os lo había dicho? −dijo Lucy con cara de sorpresa.

−No −contestaron las cuatro a la vez mirándole fijamente. Y antes de que nadie dijera nada más, llamó al timbre.

Una voz contestó por el telefonillo, parecía Sofía y en un segundo se abrió la puerta.

Las cinco entraron expectantes de cómo acabaría aquel domingo, pero antes de que ninguna se empezara a sentir incómoda, apareció Sofía acompañada de un enorme perro labrador que corría pegado a su pierna.

−¡Hola! Bienvenidos.

Estaba preciosa, llevaba el pelo suelto, gafas de sol, un jersey de lana de ochos en color crudo y unas botas marrones casi de montaña.

−¿Habéis encontrado la casa con facilidad? −dijo mientras se acercaba a saludar una por una a las invitadas, y cuando estuvo junto a Lucy, le dedicó en exclusiva un nuevo saludo acompañado de una sonrisa–. Hola.

−Sí, gracias −contestó Lauren, que se lo estaba pasando bomba al ver a su amiga sin palabras.

−¿Tú debes ser Ashley? Encantada de conocerte. −Y cogiéndola del brazo para hacerla sentir cómoda lo antes posible le dijo−: Estás preciosa. –Mientras le miraba su prominente barriga−. ¿Para cuándo la feliz llegada? −Nada le podía gustar más a una embarazada, que le hablaran de su bebé.

−Para febrero.

−Pues estás fenomenal. Hoy no te preocupes por nada, aquí estás de invitada y te toca descansar. Además no te lo creerás, pero hasta tenemos una comadrona. −Y diciendo esto arrancó a caminar con Ashley cogida del brazo hacia la parte lateral de la casa.

Era una casa grande y bonita, pero de ninguna manera ostentosa o excesivamente lujosa. Tenía césped alrededor y al fondo se veía una pista de tenis y una piscina. Unos grandes ventanales hacían que la luz entrara en el interior, lo que hacía que pareciera igual de acogedor que el ambiente que se respiraba fuera.

Cuando llegaron a la zona de la barbacoa, allí estaban Normani y Dinah llorando de la risa junto con un señor de unos setenta años, alto y fuerte. A pesar de sus canas se notaba que había tenido el pelo negro y su piel era también morena. Estaba de espaldas a ellas y gesticulaba mientras hablaba con las chicas.

−Papá –dijo Sofía en voz alta. Y aquel hombre de complexión fuerte se dio la vuelta.

−¡Hombreeeee! −gritó mientras se dirigía hacia ellas con los brazos abiertos y una gran sonrisa−. ¡Bienvenidas a casa!

−Estas son...

Y antes de que Sofía pudiera seguir hablando aquel hombre ya estaba repartiendo abrazos a diestro y siniestro:

Pasión e Ilusión ¡CAMREN!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora