−Mila, esta noche vamos a salir, ¿te apuntas? –dijo Sofi casi sin dar importancia a la pregunta, ya que intuía que la respuesta sería negativa, cosa que llevaba pasando los últimos años.
−¿Pues sabes qué te digo?, hoy voy a estrenar el jersey. –Se levantó y se dirigió a su madre−. Mamá, ¿los niños se pueden quedar a dormir esta noche?
−Por supuesto, cariño. –Y sin darle más importancia continuó hacia la cocina con la bandeja que tenía en las manos. Cuando dejó la bandeja sobre la encimera, se sujetó a ella y mientras cerraba los ojos, suspiró. Hacía ya cuatro años que Shawn, el marido de Camila, había fallecido y desde entonces su hija no mostraba interés por nada que no fueran sus hijos. Aquella noche había decidido salir y eso significaba mucho para ella.
Las cuatro estaban frente al espejo del baño de sus padres y se retocaban el maquillaje antes de irse. Aquel ritual que habían hecho cientos de veces, reflejaba muy bien qué papel tenía cada una en esa constelación.
Normani se ponía brillo en los labios. Aparte de una ligera sombra rosa y un toque de rubor, casi no llevaba nada. Después de unos larguísimos y duros años de oposiciones, había conseguido una plaza como comadrona. Su dulzura y serenidad eran una bendición para las mujeres que pasaban por su paritorio.
−Dinah... Se te está yendo la mano con los polvos solares −le dijo Mani mirando a su amiga. Dinah siempre tenía un cuerpo envidiable, debido a que era profesora de educación física y hacía mucho deporte, pasaba la mayor parte del tiempo en el exterior por lo que su fuerza y decisión se reflejaba en la intensidad de su bronceado.
−Esta mañana me ha venido la regla y cuando me he visto en el espejo parecía Nicole Kidman.
−Debías tener la cara muy linda, pero el chupetón de tu cuello tiene un color estupendo –dijo Camila sin dejar de ponerse rímel.
Dinah se había casado, pero después de tres años decidieron separarse. Fue todo de manera muy amistosa y sus amigas sospechaban que Drew y ella se veían de vez en cuando y no precisamente para tomar café. Pero ella siempre lo negaba y ponía excusas.
−Soy profesora de educación física, siempre tengo golpes. Ya me gustaría a mí darme una buena alegría. Pero chicas, el patio está fatal.
Sofía apretaba los labios que acababa de pintarse en un rojo intenso de la última colección de L'Oreal y se colocaba el pelo. Por aquella boca perfectamente perfilada, siempre salía con total libertad lo que pensaba. Era vital y optimista, cosa que había ayudado mucho a su hermana, pero su incontinencia verbal la había metido en algún que otro problema.
−Ni que lo digas. Con lo buena que estoy y pasando la mayor sequía de la historia.
−Mientras se giraba para mirar cómo le quedaban los vaqueros por detrás−. Creo que se acabaron.
−¿El qué? −preguntó Normani.
−Los hombres que valen la pena. O al menos los que me ponen a mí. −Y suspiró−. Al final acabaré vieja y gastándome toda mi pensión en pilas para algún artefacto que me dé un poco de marcha.
−No te preocupes, los que llevan baterías recargables dan muy buen resultado – contestó Dinah guiñándole un ojo y provocando las risas.
−Tampoco pasa nada por no tener sexo −murmuró Normani. El baño se quedó en silencio y las tres amigas al escucharla, dejaron lo que estaban haciendo para mirarla con cara de estupefacción. Incluso Camila la miró sorprendida ante aquel comentario, que llevaba más tiempo que ninguna sin estar con un hombre o una mujer, toda su familia sabía que le atraían ambos sexos por igual, pero tiempo atrás había optado por casarse con un hombre el cual se había convertido en el amor de su vida.
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Pasión e Ilusión ¡CAMREN!
أدب الهواةCamila Cabello ha conseguido llevar por fin una vida llena de orden y control. Después de la muerte de su marido y junto a sus dos hijos, en su vida no hay cabida para las sorpresas hasta que, la noche de su cumpleaños, un encuentro casual la llevar...