Sentía que la cabeza le iba a estallar y ya ni las gafas le ayudaban a tener la mirada fija en el ordenador. La mesa estaba llena de AZ, balances, extractos y facturas. La semana anterior Luna no había ido al colegio dos días a causa de una gripe e imaginaba que ahora era ella la que estaba padeciéndola. El cuello le dolía horrores, pero aún faltaban seis horas antes de irse. Se levantó y fue hacia el despacho de Jaden.
−Hola, por casualidad, ¿tienes algún analgésico?
−¿Qué te pasa? –dijo levantándose. Se puso a su lado y le tocó la frente−. ¡Estás ardiendo! ¿Se puede saber qué haces aquí todavía?
−Quería acabar hoy lo de Tecnic Balear antes de irme.
−¿Quieres hacer el favor de irte a casa? Ya te ayudaré con eso, pero ahora descansa y no salgas de casa en todo el día.
−Vaaaaale –dijo, mientras se dirigía hacia su despacho−. Esto de trabajar con la familia es una tortura, me controláis demasiado.
−Prima, o te vas ya, o llamo a Sofi.
−Estoy enferma, un poco de compasión.
Jaden la acompañó hasta ver que se iba. Sofí le había llamado la semana pasada para contarle lo del desmayo y él la vigilaba mientras trabajaban.
Cuando llegó a casa, se tomó un antitérmico y se metió en la cama. Le encantaban aquellas sábanas, las vio un día en un episodio de "Sex on the City", y cuando las encontró en unos grandes almacenes no se pudo resistir. Se colocó la almohada y sujetando un cojín se quedó dormida. Unas horas más tarde tenía que ir a recoger a los niños. Sus padres estaban de viaje y Sofí hoy tenía un congreso, por lo que tendría que ir ella a recogerlos.
Cuando se despertó, tenía el cuerpo dolorido y los ojos le pesaban. Se sentó en la cama y cuando se fue a mover le dio la sensación de que todo el cuerpo le pesaba.
Cogió un vaso de agua que tenía en la mesita de noche y cuando le dio un trago, los oídos empezaron a dolerle como si tuviera agujas clavadas en los tímpanos. Cuando dejó el vaso, cogió el reloj y cuando fue a gritar, su garganta casi ni se lo permitió. ¡Las cuatro y veintiséis! A las cuatro y media salían los niños del colegio. Se levantó de la cama, llegó a la puerta, cogió el abrigo beige del perchero, las gafas, las llaves y salió.
Llamó al ascensor pero no venía, así que decidió bajar por las escaleras. Caminaba como un pato, mientras rezaba no desmayarse en aquel momento. Cuando llegó al parking entró en el coche, hizo una respiración profunda y arrancó. Mientras conducía iba mirando el reloj del salpicadero. Y veintiocho, qué desastre. No vivía muy lejos de colegio y si no encontraba muchos semáforos en rojo, quizás no llegara tan tarde.
− ¡Oh! Muy bien, semáforo en rojo. −Y se paró.
De pronto se encontró en ese instante en el que en la montaña rusa empieza a caer y chilló. Se había visto en el retrovisor y llevaba el pelo como una loca. Pero el drama adquirió dimensiones de tragedia griega cuando vio que llevaba puesto el pijama y las zapatillas rosas con hadas que le habían regalado los niños para su cumpleaños. Pero ¡¡¿cómo había salido así de casa?!! Tenía que pensar rápido y aquel dolor de cabeza no se lo permitía. Empezó a buscar por el coche, con la sensación de que encontraría un traje chaqueta y tacones en algún sitio además de una peluquera que desde el asiento de detrás le arreglaría el desastre capilar. Lo único que encontró fue un coletero de Luna, cogió un cepillo que tenía en la guantera, se cepilló a toda velocidad arrancándose algún que otro mechón. Después cogió una botellita de agua que había en el suelo se mojó la cabeza para que el pelo no se le moviera, se puso bien las gafas de sol y se abrochó bien el abrigo.
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Pasión e Ilusión ¡CAMREN!
FanfictionCamila Cabello ha conseguido llevar por fin una vida llena de orden y control. Después de la muerte de su marido y junto a sus dos hijos, en su vida no hay cabida para las sorpresas hasta que, la noche de su cumpleaños, un encuentro casual la llevar...