Perfecta Desconocida

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Isabella Marie Swan.

Mejor conocida por todos sus conocidos, casi nulos, simplemente como Bella. La tierna, tímida, torpe y dulce Bella Swan. Terca, empedernida y decididamente irritable, serían otros buenos adjetivos con los cuales describirla. Si me pidieran una palabra que bastara para englobar todo lo que ella es, sería, sin temor a errar: torpeza.

Estos días, en que prácticamente, he contado cada hora y cada minuto, antes de que Edward vuelva, recluido por decisión propia con las Denali, lejos de mí. Sin algo más que me haga extrañarlo menos, me dedico a seguirla, a ella y a su rutina, básicamente. De algún modo, sentir que al conocerla nada podrá sorprenderme, me resulta en cierta medida excitante, no puedo negarlo.

No porque ella sea realmente interesante, es solo... Mi intención por ayudar a Edward. Por hacerlo volver de vuelta a mi lado.

En muchas maneras es ella la culpable de que él se haya marchado. De todos modos, me repito que todo lo que hago es por el bienestar de mi familia. Acechar a Bella es, por tanto, algo melancólico.

Me recuerda a mi antigua vida siendo neofita, cazando humanos, una lástima que haya dejado eso muchas décadas atrás, de lo contrario, siendo como era antes, encontraría atractivo apartarla de mi camino sin contemplaciones.
Pero ese, de manera menos egoísta, es mi propósito.

Alejarla de Edward, es, en todos los sentidos, lo que deseo. No puedo concebir la idea de tener que renunciar a él. Necesito sacarla de aquí, alejarla del intenso peligro en que ella sola está metiéndose, de no lograrlo, sería un camino sin retorno.

No somos como ella cree. La sola existencia de Edward cerca de ella la pone en peligro y de alguna manera, debería saberlo.

Es hija del jefe de policías de todos modos, nada grande o demasiado espectacular. O Charlie, como ella lo llama, ¡Ya se ve lo cariñosa que es! No podría imaginarme referirme siquiera de una manera tan escueta así a mi padre. Con Carlisle, por otro lado, todo es diferente, pero es algo que alguien como ella difícilmente entendería.

Incluso me causa gracia lo poco que conversan entre ellos cada que, por algún motivo, coinciden en la casa que comparten. Pobre chica. Si mi vida como humana fuera igual de patética buscaría lo más interesante que, para mi desgracia, es Edward.

Después del colegio, ella cocinará para Charlie, comerá sola, estudiará en silencio y se irá a la cama demasiado temprano, enredada en sábanas frías, rutina que se repetiría al empezar un nuevo día. He estado allí cada día de la última semana, observándola, aprendiendo de ella silenciosamente.

Todo su habitación siempre se encontraría impregnada de su característico olor y su esencia. Ni siquiera yo podría negarlo. Su sangre parecía ser un alto precio a pagar, pero que valdría la pena. No me resultaba tan valiosa como a Edward, pero sí lo suficientemente tentadora.

De alguna manera, puedo entenderlo.

Desde las paredes desgastadas de su habitación, la decoración sin gracia, la lámpara que descansaba al lado de su cama y la impresión pasajera de estar en la habitación de una niña y no la de una adolescente, me resultaba curioso. Todo demasiado peculiar, incluso si no había nada necesariamente significativo que me diera una pista de quién es ella en realidad, lo que terminó por llevarme a una última conclusión, necesitaré acercarme más.

Más de lo que he hecho por las noches, en las que puedo oírla, el suave murmullo que escapa de sus labios, su respiración rítmica en sueños o al moverse inquieta en la cama. Sin importar que, necesito  alejarla de Edward a como de lugar.

Dispuesta y algo hastiada de seguirla en su aburrida vida, decido que hoy será el día en daré el primer paso. Hablaré con ella y mi coartada, espero y sea lo suficientemente buena, si no es así, ¿Qué más da? Igualmente esto tendría que haber pasado alguna vez.

Crepúsculo Encontrarte (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora