Mortalidad

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Habían pasado años, años felices con esta mi nueva familia.
Lo unico que necesitaba y quería, no me podía quejar. Cazaba lo que necesitaba y trataba de no encariñarme mucho con los lugares y personas en los que estábamos cada tantos años, era mejor no hacerlo, de ser así construiría demasidos vínculos emocionales, eso nunca daba buenos resultados.
En mi vida solo entraron los Cullen de ahí en más, cada una de las personas que conocía era y debía quedarse en un punto intermedio.
Los años transcurrieron sin demasidos cambios, hasta que,
para sorpresa de todos la grandiosas familia Cullen se había agrandado una vez más, con la llegada de dos miembros más al clan, Alice y Jasper Hale.

A decir verdad ellos llegaron a nosotros sin más, un día estábamos solo nosotros y al otro llegaron estableciéndose con la seguridad de quién a encontrado su lugar en el mundo, presentándose como si nos conocieran de toda la vida, y poco a poco se habían ganado un lugar con los Cullen, cada uno de nosotros tenía su pasado y su lugar en esta familia, a excepción de Alice, una chica diminuta, ágil y perspicaz que irónicamente parecía no recordar nada de su vida pasada. Lo que a mí parecer, es verdaderamente lamentable, los recuerdos pasados son partes de tu esencia, lo que eras y serás siempre. Pero aquello parecía no desanimarla más de lo necesario, era bastante enérgica y de algún modo retórico "llena de vida"
Era una vampira singular pero al fin y al cabo, encantadora.

Pero Jasper Hale, él era harina de otro costal, todo lo diferente que podría decirse de Alice, si ella hablaba demasido él prefería los silencios minuciosos, si ella sonreía simpáticamente él te daba una media sonrisa ladeada que no expresaba demasido, pero era al fin y al cabo, mi "hermano preferido", que tenía problemas con los humanos, el que me escuchaba atentamente y que era tan maduro como muchos veces necesitaba en situaciones difíciles, él que sentía que podía entender un poco de mi antipática relación con los humanos, a decir verdad nos entendíamos bien. Nunca lo admitiría para evitar herir el enorme corazón de Emmett pero así era.
Jasper llegó como una segunda Rosalie, una compañía silenciosa cuando lo necesitaba, y un perfecto receptor de emociones. Detrás de esa máscara inconforme con los humanos se escondía alguien sabio, empático e interesante.
Y Alice, Oh, ella prometía ser su complemento de la manera más singular posible. Envidiaba su relación en un buen sentido, ella sabía que era su destino estar juntos.

Los años pasaron, moviendonos de un estado a otro de los país, a veces solía irme, con la promesa de regresar como siempre hacía, Rose y Emmett se escapaban para vivir como cualquier pareja normal podría hacerlo, pero después de todo, siempre volvíamos a unirnos.

Ahora, casi cien años después todo era diferente, la época era prometedoramente destructiva, los adolescentes, un fiasco.
Está vez el lugar en el que estábamos era Forks, Washington, uno de mis favoritos a decir verdad, tenía un clima que me encantaba y del que no me tenía que esconder del siempre sol tan molesto. ¡Que fastidio era recluirnos en casa! en cambio aquí éramos libres de estar a nuestras anchas, con un apellido respetado en un pueblo tan pequeño y remoto todos nos conocían, palabras susurradas de boca en boca cada que aparecíamos con el místico aura de inmortalidad que ellos desconocían pero que los atraía como abejas a la miel.

En la escuela todo era "normal" dentro de lo que cabe para un grupo selecto de inmortales,
no éramos populares ni nada llamativo, pero llamábamos la atención como en cada lugar al que íbamos, los chicos ahí eran una verdadera peste, idiotas y con la mentalidad de un niño de tres años, maldecia mi estúpida belleza sobrehumana cada que alguno se me acercaba queriéndose hacer el galán conmigo. ¡Eran mortales! Podría haber coincidido con su tatarabuelo! Eran todos igual, huecos e infantiles.
Lo único bueno de eso eran los gruñidos de Edward, las risotadas y chistes que Emmett hacía sobre sus "celos" y los comentarios de Alice animándome a socializar más.
Día tras día, clase tras clase, generación tras generación.
Monotonía hasta el cansancio, pero debí haber conservado esos momentos como un tesoro, pronto aprendería a añorarlos.

Crepúsculo Encontrarte (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora