Insuperable

6.5K 440 30
                                    


Habría deseado no permitirle entrar de esa manera a mi vida.

Pensar en alejar a Edward Cullen de mí parecía un arma de doble filo, convirtiéndose en un castigo.
Desde que los dos nos abrierámos al otro, compartiendo confidencias que no le habríamos contado a nadie, de alguna peculiar manera, encontramos en el otro al confidente que siempre buscamos.

Nuestra conexión siempre me sorprendería, haciéndome ver que nunca obtendría lo suficiente de Edward Cullen.

Estar con él era igual a sentirme presa y, al mismo tiempo, liberada, de una manera que hacía décadas no experimentaba. Nunca me sentí especialmente conectada con nadie, a excepción de mi familia y encontrarlo a él, una persona nueva con la cual compaginar de una forma tan sublime resultó imposible de pasar por alto.

Pese a lo diferentes que éramos, Edward y yo nos acoplamos con facilidad, como si lleváramos vidas enteras conociéndonos. Me alegré de que así hubiera sido.

El tiempo que creí pasar con los Cullen se extendió antes de que pudiera detenerme a pensarlo, sin una fecha concreta de partida y, ciertamente, con el paso del tiempo, dejó de importarme. No quería marcharme, no deseaba dejar lo único que me hacía sentir viva, en un estado en que, incluso si mi corazón jamás volvía a latir, comprendía que podía hallar un nuevo motivo para existir.

Cuando llegábamos a salir, Carlisle nunca perdería la oportunidad de presentarme como su hija, tratándome como tal, haciéndome sentir, de nuevo, que pertenecía a algún lugar, a su lado. Respaldada por el apoyo de una familia a la que no tenía caso fingir que no adoraba con cada segundo a su lado.

—Estaba pensando— comenzó Carlisle, en una de nuestras muchas tantas tardes de ocio—.  En visitar este fin de semana a las Denali, recibimos una invitación que no aceptamos hace tiempo y no me parece correcto mostrar descortesía.

Miré a Carlisle con creciente curiosidad.

—¿Quiénes son las Denali?— pregunté, incapaz de no querer conocer más.

—Son conocidas, de tiempo atrás. Me gustaría que las conocieras— respondió Carlisle gentilmente.

Miré alrededor. Todos estábamos allí, reunidos en la enorme sala principal de la casa, ya que ninguno tenía nada que hacer más que pasar tiempo "familiar". No es que hiciéramos mucho, en realidad. En ocasiones, podríamos pasar por simples estatuas, inmóviles y frías y encontrarnos igual de cómodos.

Pero ahora, con todos atentos gracias al anuncio de Carlisle, me pareció que debía exteriorizar mis dudas. Hasta ahora, hallándome recostada, intentando dificultosamente leer un libro con el que llevaba semanas esforzándome por terminar. Rosalie, a mi lado, se pintaba las uñas con maestría y cierto aburrimiento.

Carlisle y Esme, como usualmente ocurría, estaban abrazados en un pequeño sofá cerca de la ventana y Edward tocaba el piano de la habitación con precisa parsimonia. O eso hacíamos, hasta escuchar a Carlisle. En mutuo acuerdo todos dejando de hacer lo que hacíamos solo para hacerle ver que tenía toda nuestra atención.

—Sería un viaje hasta Alaska— prosiguió entusiasmado—.  Edward y Esme las conocen bien, Allison, ¿Qué opinas?

Rosalie y yo intercambiamos miradas cómplices. Adivinando la respuesta en la mirada de la otra.

—De acuerdo— contestamos al mismo tiempo, compartiendo una sonrisa.

Carlisle lucía ciertamente feliz, lo que fue una agradable retroalimentación. No quería volver a hacerle pasar malos ratos que hicieran menguar su felicidad solo por actitudes egoístas de mi parte. Por ello, me esforzaba en hacer las cosas bien con él, en demostrarle todo el aprecio que le tenía y, si podía, devolverle con gratitud todo lo que había hecho por mí.

Crepúsculo Encontrarte (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora