Shawn
Comienzo a creer que mi abuela ha perdido la razón. ¿Invitar a es ladrona a cenar con nosotros? Si de mí dependiera la hubiese enviado a prisión. Fui por el abrigo de mi abuela como me lo había pedido u ordenado y regresé a la recepción. La chica estaba sentada en una de las sillas que se supone deberían ser para clientes, jugaba con sus dedos y miraba nerviosa a través de las ventanas de cristal. Como de costumbre, mi abuela apareció detrás de mí sin avisar y me hizo una señal para que la siguiera.
-¿Lista?- Le preguntó a la chica.
-36 Spring St.- Respondió ella.
-Bien. Shawn, conduce a ese lugar.
-¿Quieres que conduzca al lugar al que esta ladrona nos envía?
-Quiero que obedezcas mis ordenes.
-Abuela...
Ella me entregó las llaves de su auto y esperó por mí para comenzar a caminar. Tuve que seguirlas hasta la calle donde el viejo Mike ya tenía el auto listo. Abrí la puerta para mi abuela, pero no lo haría para la chica.
-No olvides abrir la puerta para, ______.-Me dijo mi abuela en tono de advertencia.
Tomé la manilla de la puerta y tiré de ella con fuerza. No sería un caballero con la chica que intentó robarle a mi abuela. Utilicé mi teléfono para recibir las indicaciones de a donde debía ir. Conforme avanzábamos, las calles se volvían cada vez más diferentes a lo que estaba acostumbrado, y espero que diferente sea la manera políticamente correcta de referirme a estas calles moribundas. Estacioné el auto frente a una pizzeria pero tan pronto miré a mi alrededor lo encendí de nuevo.
-¿No estarán pensando que entráremos ahí?
-La puerta, Shawn.
Antes de que pudiera comenzar a discutir con mi abuela sobre las razones por las que no deberíamos salir del auto, la chica salió y corrió a la pizzeria.
-No tengo idea de por qué haces esto, abuela, pero te aseguro que no es...
Mi abuela abrió la puerta por sí misma y salió del auto caminando con firmeza. A eso me refiero, molestar a mi abuela es tan fácil como respirar. Me vi obligado a seguirla, tenía que cuidarla de alguna manera. Cuando entré , ambas estaban sentadas en una de las pequeñas mesas cuadradas, compartiendo algo, una mirada de molestia hacia mí. Tomé asiento junto a mi abuela y esperé pacientemente a que comenzara a reñirme, pero no lo hizo, lo que es todavía más extraño que el hecho de que haya salido del auto por su cuenta.
-Este es un lugar diferente.- Habló mi abuela.- Sin duda diferente.- Al menos yo no era el único que utilizaba esa definición para este horrible lugar.
-Diferente. Para un par de personas como ustedes, un lugar como este siempre resultará diferente.
-Tu manera de hablar; si no te molesta me gustaría preguntarte, ¿por qué no hablas de la misma manera que las personas... cercanas a tu zona?
-¿Por qué siendo una simple ladrona de la calle hablo como si en algún momento de mi vida hubiera tenido algún tipo de educación?. Anciana, no tiene que buscar las palabas correctas conmigo, yo...
-Mi abuela ha sido buena contigo, deberías de mostrar algo de respeto hacia ella.-Interrumpí.
-Deberías cerrar la boca.
-Debería, pero no lo haré.
-¡Ambos!. Es suficiente.
-Podré no saber lo que abogar significa, pero lo diré algo ¿señora...?
-Rayment.
-...Señora Rayment, soy una de los pocos que tuvo algo de suerte.
-¿Podrías ser más especifica?
-No hasta que pague por la maldita comida que ordenaré.
Esta chica es insoportable. Si yo me hubiera atrevido a hablarle a mi abuela de la manera en que ella lo hace, todos los libros en la biblioteca habrían terminado siendo lanzados por mi abuela hacia mí.
-Ordena todo lo quieras.
-Debo advertirle que esa es una mala idea.
-Sólo pide la comida y salgamos de aquí.-No estaba dispuesto a permanecer más tiempo en este lugar.
De un momento a otro su expresión cambió por completo, estaba mirando a mis espaladas aterrada. Saltó debajo de la mesa mientras mi abuela y yo observábamos sin entender que sucedía. Un hombre casi tan alto como yo pero con un cuerpo tan ancho que podía cubrirme con facilidad se acercó a nosotros. Sabía que no podía salir nada bueno de esto. El hombre fue directamente a la mesa y sin siquiera ver que es lo que hacia, tomó a la chica por el cabello y la arrastró afuera, la obligó a levantarse y le dio una fría y fuerte bofetadas causando que volviera al suelo.
-Sabía que te había visto entrar aquí. Será mejor que tengas mi dinero contigo porque de lo contrario...
-No deberías golpear a la chica.-Intervine. Hacerlo era una terrible decisión pero no podía simplemente permanecer sentado viendo como ese hombre lastimaba a la ladrona.
-No te entrometas.-Dijo ella sosteniendo su mano en la mejilla.
-¿Conoces a esta perra?
-No.
-Entonces vuelve con tu abuela.
Regresó con la chica y la sujetó de nuevo por el cabello.
-Pero estoy seguro de que podemos llegar a un acurdo.-Dije de inmediato.
-...Bien. Págame los dos mil dólares que esta perra me robó y la dejaré ir.
-Puedes tomarlo de mi trasero- Dijo ella.
Tú
-¿Robaste ese dinero?- Era estúpido que el chico preguntara eso en la situación en que me encontraba.
-Y volvería a hacerlo.
-¿Tienes ese dinero contigo?
-Dije que no te entrometas.
-No pagaré ese dinero para sacarte de esto. Veo tres billetes de cien dólares saliendo se tu zapato. No fuiste lo suficientemente lista para poner ese dinero en un lugar seguro luego de robarlo pero si para esparcirlo por toda tu ropa. Devuélvele el dinero a esta basura.
-¿Quién demonios te crees?
-Tienes dos opciones, darle ese dinero a este imbécil y terminar con esto, o puedes continuar actuando estúpidamente. Ten por seguro que no haré nada para ayudarte, no me agradas.
Esta mañana antes de llegar a a donde ese estúpido chico arruinó mis planes, le robé dos mil dólares a un hombre que salía de un cajero automático, me siguió por un par de calles pero no creí que lo hiciera durante todo el día. Guardé el dinero en mi sostén, en ambos zapatos y un poco en el balsillo de mi pantalón, luego fui al edificio Rayment. Pero el chico idiota tenía razón, lo mejor que podía hacer era devolverle el dinero a ese hombre. Frente a la mirada de todos saqué uno a uno los billetes y se los entregué al hombre, este salió casi al instante.
-Acabo de perder dos mil dólares por culpa tuya.
-Acabo de salvarte el trasero.
-Imbécil.
Shawn
Mi abuela se veía preocupada por la chica.-¿Por qué no cenamos en casa?
-No. Definitivamente no. No llevarás a esta chica a casa.
-Yo estoy acargo, por lo tanto lo haré.
Tal vez mi abuela sólo trata de molestarme con todo esto. De otra manera, no comprendo que es lo que intenta hacer.