-¿De qué hablas?
-Tu amigo Will, acaba de ponerte precio.
-¿Ponerme precio?
-Uno muy alto, demasiado alto. ¿Qué es lo que hiciste, pequeña?
-¿Qué es lo que hice?, ¿qué es lo que hice?
No...
-Es justo lo que acabo de preguntar.
-Yo...yo no hice nada.
-Nadie pone esa clase de precio por alguien que no ha hecho nada.
-...Tengo que irme. Tengo que irme para siempre.
-No, no lo entiendes. Tienes que quedarte.
-Eso sería lo más estúpido que podría hacer.
-Te haré la misma oferta de antes: comida, refugio y un grupo de personas que tendrán tu espalda cada segundo.
-¿A cambio de qué?
Nadie más que yo comprendía el miedo que sentía. Era tan grande que mi menor problema era Nash y contrario a eso, él parecía ser mi solución.
-A cambio de darnos lo mejor de ti.
-Eso no tiene sentido para mí.
-Aún así sabes que es lo mejor que puedes hacer.
-¿Lo es?
-O puedes volver con tu chico y hacer que él también tenga un precio.
En cualquier otra situación me habría ido sin importar quien estuviera detrás de mí pero aún sin entender porqué, sentía la necesidad de mantenerlos a salvo, a Shawn, a Jane, a la señora R. y al resto de las personas cuyas vidas pendían de mis decisiones.
-...Iré contigo...-Finalmente accedí.
-Es lo mejor que puedes hacer.
-Si prometes que ninguna de las personas que se acercaron a mí correrán peligro.
-Su protección tendrá un costo.
-Y pagaré por ello.
-Parece justo.
Me había quedado sin nada en mis manos. Creí que podría esconderme por un tiempo y que de alguna manera mis problemas desaparecerían poco a poco, no que crecerían tanto que tendría que hacer lo que sea que estoy haciendo ahora.
-¿Al menos puedo volver y golpear a Will?
Eso habría ayudado.
-Las peleas están estrictamente prohibidas para ti.
-Puedo vivir con eso.
Nash caminó a su auto y permaneció de pie junto a la puerta del copiloto, no tenía que ordenármelo porque yo sabía que debía subir. Él me miró por un segundo y luego se giró para subir al auto. Abrí la puerta y entré.
-¿Vas a decirme las reglas?-La manera en que le hablaba a Nash me traería problemas, pero aún no estamos ahí.
-¿Es necesario que lo haga?
-No lo sé, ¿lo es?
-...Dos reglas: Regla número uno, yo hago las reglas. Regla número dos, no te metas en problemas.
-Suena complicado.
Él me miró mientras conducía con la mayor seriedad que haya visto en una persona.-No me hagas entregarte.
-...
Y de pronto alguien más tenía todo el control sobre lo que sería de mí. Creí que me llevaría al mismo lugar del que escapé la otra noche pero no fue así. El trayecto fue mucho más corto, arribamos a una casa con las mismas características de la anterior, nada especial en ella que pudiera llamar la atención. Bajó del auto y me ordenó que permaneciera dentro hasta que recibiera la señal de que podía salir. Estaba preocupada por lo que podía suceder después. De nuevo me había metido en problemas y tenía que actuar como si no estuviera completamente asustada al respecto. Nash llamó a una chica que de inmediato se apresuró a nosotros, llevaba con ella una especie de aparato en sus manos, Nash le dijo algo y luego la chica se acercó a mí.