Capítulo seis

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✶ FALLECIDO ✶

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FALLECIDO ✶


Dejé caer mi morral al suelo.

—Antes, dijiste que nos fuéramos, no que ibas a quedarte.

—Bueno, vamos a tu casa porque voy a quedarme —respondió con causticidad.

Sentí una bruma de calor arrastrarse incómodamente por mis mejillas.

«No lo malinterpretes. Él es un fantasma que viene a quedarse, pero no para dormir», pensé aturdida.

El aire se fugó de mis pulmones burlándose de mí y mi corazón le respondió con palpitaciones descontroladas.

Al menos la pierna ya no me dolía tanto.

—¿Te sientes bien? —preguntó de pronto.

—Yo, necesito... —dije entrecortadamente— Necesito hacer algo.

Giré sobre mis talones y anduve hacia la segunda puerta de mi habitación.

—Zara, ¿cuántas luces tienes en tu casa? Conté algunas, pero no estoy del todo seguro. ¿Podrías mostrarme? —interrogó detrás de mí. Me seguía, como si fuera mi sombra. Yo ya tenía una propia.

Los escalofríos me erizaron todos y cada uno de los vellos.

Me volteé al momento y él casi me atropella, pero no tenía tan malos reflejos así que avancé a dar un pequeño saltito hacia atrás. Aunque tuve problemas para estabilizar mi cuerpo y recurrí por ayuda de la pared.

Confundida observé alrededor, sorprendiéndome nuevamente de haber olvidado encender las luces. Los pensamientos en mi cabeza estaban aniquilándose ante el desorden por culpa suya.

—¿Te importa?

Miré hacia la puerta del cuarto de baño con recelo y luego a él. Ashton ladeó la cabeza y apretó los labios, formando una perfecta línea recta. Era obvio que lo estaba pensando.

—Claro, supongo que debo esperar.

Con cara de pocos amigos cerré la puerta lo más rápido que pude y encendí la luz. Respiré fuertemente y mi mano comenzó a arrematar ligeras palmadas contra mi pecho. Intentaba calmar al inquilino principal para que dejara de armar tanto alboroto ahí dentro. Me alteraba.

—Si es por lo de tu amiga... Te dije que estaría bien. Cuando ibas de regreso a casa, una veterana la encontró y pidió ayuda. —Lo escuché hablar desde el otro lado de la puerta, pero casi no pude prestar atención a sus palabras. Me sentía dentro de un tornado emocional.

—¿Qué me pasa? ¡No! ¿Qué le pasa?... ¿Supongo que debo esperar? ¿No estaba pensando entrar conmigo, o sí? ¡O sí! —Musité para mis adentros—. Ya vale, cosa que solo bombea... ¡Yo mando aquí!, ¿entendido? Tú, te controlas.

El circo de Ashton #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora