Capítulo diecinueve

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✶ MENTIRA ✶

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MENTIRA ✶


Mi cabeza comenzó a dar vueltas en todos los sentidos. Cada que algo nuevo surgía, menos era capaz de entender. Y sobre todo, no podía permitirme pensar en que Thomas tuviese algo así por esconder. No se me era creíble.

—Al menos di algo.

Casi empecé a rogar que no tuviese la boca pegada, porque así se manifestó, tan callado como si hubiese perdido la lengua.

Pareció estar entre los límites de la indecisión. No supe bien qué era lo que su rostro reflejaba porque no podía verlo con claridad.

Le tomó varios segundos que casi fueron como horas. Siguió con la mano estirada en dirección a mí, cerró el puño, lo ocultó en el bolsillo y al final levantó la mirada.

—Siento no haberte mencionado antes —habló.

—¿El qué?

Se movió hacia un lado y despeinó sus cabellos con frustración. No podía advertir la razón de su repentina intranquilidad.

—No fue la única causa.

—Habla claro —insistí.

—El medallón, no lo encontré por simple coincidencia.

—¿Qué cosa?

El cajón volvió a sacudirse con brusquedad, obligándome a caminar hacia el frente.

—¡Debes irte de aquí! —intervino Ashton. Me quedé congelada sobre el mismo puesto.

—Acaso, ¿ustedes dos están conspirando en mi contra o algo así? Tengo la impresión de que de alguna forma se las ingenian para coincidir y esconderme cosas.

Thomas se frunció y al instante pasó junto a mí. En cuestión de poco tiempo llegó hasta el baúl e intentó abrir la tapa, pero por suerte, parecía estar atorada.

—¡Qué haces! —protesté. Jalé de su brazo y me miró con desconcierto. Me hizo sentir culpable de algo que desconocía. Pero yo trataba de salvarlo, no era algo malo, ¿o sí?

—Al fin conseguí atraparlo y lo haré hablar. —Intentó de nuevo con la tapa, y ésta no cedió.

—¿De qué hablas? ¡No va a decir más nada si la abres con luz presente! —Me miró de soslayo—. ¿Tú las encendiste?

No podía creerlo.

Permaneció con las manos sobre la añosa madera y arremató tal golpe que me hizo saltar de la impresión. Hizo una mueca, no supe si de fastidio o dolor.

—Un día antes de encontrar el medallón, vi a mi padre ingresar al sótano, parecía algo agitado. Conoces su trabajo, es en lo primero que cualquiera pensaría, pero de alguna forma intuí que había algo más. A la mañana en que encontré el medallón, fue porque bajé para buscarlo a él. No estaba, y Zara, nunca lo vi salir de aquí.

El circo de Ashton #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora