Capítulo veinticuatro

26.4K 2K 686
                                    


✶ FUEGO ✶

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

FUEGO ✶


No le cedí tiempo suficiente a mi mente para que terminara de procesar la información y alejé mi mano de la suya. Comencé a forzar el anillo, pero tampoco pude retirarlo. Empezaba a desesperarme, y presionarlo tan solo terminaba por hacer que la rozadura doliera más.

—No puedo sacarlo. Está atorado.

Ashton no respondió. Tuve que mirarlo para fijarme que seguía junto a mí, observando el anillo y reflejando la mala impresión que éste le había causado.

—Es el mismo —aseveró.

—¿El mismo qué?

—Cada circo tiene su magia otorgada por una pieza —recalcó—, su distintivo. Este es el suyo. Así como están los medallones, están los anillos, dijes, brazaletes, zarcillos... Objetos fáciles de llevar con uno.

—No quiero lidiar con más... artilugios y circos mágicos, apenas sí puedo con todo lo que está pasando.

Y pensar que no había logrado nada me deprimía bastante.

—No funciona así —esclareció—. No te vuelves responsable de él solo por obtener una pieza, el antiguo dueño debe cederte ese honor con todas ellas juntas, o al menos bastante cerca. Y emplearlas... Cada una cumple con su función, es decir, tomando de ejemplo los tres medallones: este tiene una carpa grabada, lo que significa que permite moldear escenarios y controlar objetos en general. Es gracias a él que aún en este estado puedo moverlos y no solo traspasarlos. Otro de ellos tiene un hombre; este cede magia, esa esencia única de cada integrante para que haga uso especial de sus habilidades, o bien, posibilita el dominio temporal para que los objetos inanimados parezcan reales. Así mismo, puede que tenga referencia a que tú resultes ser mi vínculo con la magia, porque estás viva. Este también jugaba un papel importante con el último medallón, el de un primate ilustrado. Teníamos animales, pero no eran más que seres ilusorios que podían ser controlados al ser productos de la magia. No eran reales.

También recordé el espectáculo con la envoltura del regalo.

—Entonces, el caballo de la otra noche...

—Ese era fruto del último medallón, por eso mencioné que los animales pueden nivelarse a este mundo. El corcel no era una sombra, ellas se limitan más a verse como hollines moldeados. De hecho, estoy seguro que alguien debió crearlo.

—¿Crees que hayan más integrantes vivos? El que lo usó...

—Puede que sí —intervino—, o también, puede que alguno de los que hayamos visto sea el causante. —Puse mala cara y él lo notó—. Zara, no sé qué sucedió y es por eso mismo que no confío. Escucha, solo el dueño vigente se encargaba de cuidar los medallones, y mi padre, como tal, sabía de su escondite, ni si quiera yo. Pero le entregó uno a Renzo, porque confiaba en él a ojos cerrados, sin embargo, por lo que sé, resultó ser el único conocedor de su ubicación y mira lo que sucedió.

El circo de Ashton #1 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora