Solo falta una

142 11 2
                                    

– Y después, fui acorralada por dos gorilas que pensaron que podían detenerme, y BOOM, me cole entre ellos y logré anotar el tiro ganador. –

– Wow, cada vez que me cuentas sobre tus prácticas de futbol, me imagino todo como un campo de batalla. –

– Suele ser así la mayor parte del tiempo. –

– ... Menuda sorpresa... cada embate tuyo genera desgracia y dolor al oponente. –

– Comentario halagador del día damas y caballeros, ¿podrías, aunque sea por un día no ser tan... tu? – La joven gótica solo se encogió de hombros frente al comentario de su hermana Lynn.

– Intentar evitar que nuestra hermana realice comentarios pesimistas es como querer mezclar dos sustancias densamente diferentes. –

Los cuatro seguían platicando afuera de la escuela sobre cómo les había ido en el día mientras esperaban a que sus padres los recogieran en vanzilla, como era de costumbre junto con el resto de las chicas. Al poco rato, vieron como la van familiar se aproximaba hacia ellos, solo que esta vez había cierto detalle particular.

Buenas tardes damas y caballeros, aquí está su humilde chofer Daniel para transportarlos de la forma más confortable posible devuelta a casa. Al volante de la van estaba Daniel, quien hablaba en un asentó sofisticado humorístico para sacarles una que otra risa mientras conducía.

– ¿Daniel?, ¿Cómo es que tú estás conduciendo? –

Le pedí de favor a sus padres si podía conducir por hoy la camioneta y si me dieron permiso, asique suban, que no me estoy haciendo más joven.

Uno por uno, todos subieron a la van para iniciar el camino a casa, todos menos una, Lynn permaneció afuera de la camioneta sin intenciones aparentes de subir. Estaba fija su mirada en el joven castaño que iba al volante. ¿Sucede algo Lynn? –, Tranquilamente cerró la puerta de la camioneta y empezó a caminar en dirección a su casa. – Nah, creo que hoy caminare... –

La expresión jovial de Daniel se borró inmediatamente una vez la chica deportista cerró la puerta. Encendió la van y empezó a seguirla lentamente.

¿Estás segura?, esta nublado, parece que va a llover.

Lynn sin mirarlo directamente exclamo. – Un poco de agua nunca ha matado a nadie... –

La casa está un poco lejos, sería mejor que entraras.

– Estoy bien, no es la primera vez que camino a casa. – Lynn estaba determinada en no subir a la van, uno puede hacerse a una idea del motivo.

Si así lo quieres... Lori, ¿me harías un favor? Unos movimientos se dieron dentro de la camioneta, luego esta siguió con su camino alejándose de Lynn, está ya estaba tranquila y además sola, como quería. Aunque tal vez no tan sola como esperaba.

Sabes, ir solo por la calle es peligroso, no se sabe qué clase de locos puedes encontrar por ahí.

Después de escuchar eso, Lynn se dio vuelta rápidamente solo para percatarse que, al lado suyo, estaba Daniel mostrándole una gran sonrisa de oreja a oreja, en ese momento, lo que mas deseaba en el mundo, era estar en la camioneta.

– ¿En serio era necesario hacer todo eso solo para estar conmigo? –

Vamos, que tiene de malo con que te acompañe hasta casa, será divertido.

Lynn no se veía muy animada, por el contrario, se le veía algo disgustada, desde que Daniel empezó a vivir con ellos no le daba buena espina, y una vez se enteró de lo que "él" en realidad es, no supo que otra cosa hacer salvo reaccionar rápido. Era lo que se le daba mejor, reaccionar rápido es lo que marca la diferencia entre la victoria y la derrota. Y ella detestaba perder.

Déjalo morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora