Déjalo morir

Daniel el cuentista: Oro

La serenidad casi constante de la casa Loud era tranquilizadora, mientras, en una habitación del segundo piso, Daniel sigue imbuido en las cosas de su armario, por fuera muy modesto, pero por dentro, constaba de una enorme habitación con estanterías, baúles y vitrinas, todas llenas de objetos, grandes y pequeños, reliquias y baratijas, en su mayoría eran recuerdos que él conservaba.

Buscaba fervientemente algo, aunque, aun no recordaba que era, Lisa le ayudo, aunque sea por unos momentos, se marchó después de un rato y el siguió con su búsqueda incansable.

Estaba revisando un archivero cuando repentinamente escucho una estruendosa voz que lo llamaba desde el pasillo.

– ¡DANIEL!, ¡¿Dónde ESTAS?! –

Por los altos decibeles y la voz chillona e irritante, llego a la conclusión de que se trataba de Lola. Le respondió, indicando que se encontraba en el armario de su habitación y la invito a pasar, lo más seguro, era que le iba a pedir algo.

– Dany, me falta un invitado a la fiesta del té, ¿me acompañas? –

– Me encantaría, princesa amanecer, corazón de melón, pero estoy ocupado. –

– ¿Ah?, ¡¿y que es más importante que jugar conmigo?! –

– Estoy buscando algo. –

– ¡¿Que?! –

– hmmmm, no estoy seguro. –

Lola se extraño con su respuesta, bastante desconcertante. – ¿a qué te refieres conque estas seguro?, ¿eh? –

– Bueno, entre a escombrar a mi armario, en busca de algo, pero a los pocos minutos, olvide completamente lo que buscaba. –

– Vaya, sí que eres torpe. –

– Hmmmmm, tengo una idea, ayúdame a buscar y luego, jugare contigo, ¿te parece? –

– Hecho. – Así Lola se introdujo en el armario de Daniel y pudo contemplar la basta extensión que tenia nada más en estanterías.

– Ok....y.... ¿Qué buscamos? –

– AH... no me acuerdo. –

– ¡¿QUE?! –

– Tranquila, mi memoria trabaja mejor bajo presión, solo, revisa por ahí mientras yo pienso. –

Irritada, Lola prosiguió a deambular por los pasillos, observando la basta colección de basura que Daniel tenía.

– Este sitio está repleto de cosas viejas, podríamos poner una venta de garaje y ganar mucho dinero. –

– OH hohohoho, no, jamás vendería nada de aquí, todas estas cosas tienen un valor más sentimental que monetario, además que algunas casi me cuestan la vida conseguirlas.... O la vida de alguien más. –

Lola hizo caso omiso al comentario de Daniel y siguió con su "búsqueda", por el objeto perdido.

En eso, algo llamo su atención, al aproximarse a una estantería, encontró un único lingote de ORO PURO, el hecho de encontrar un único lingote, solo, y puesto de forma tan despreocupada al alcance de cualquiera, no le importo en lo mas mínimo a Lola, quien no tardo nada en ponerle las manos encima.

De entre las sombras salió Daniel gritando que dejara ese lingote de oro, Lola se sorprendió y se asusto por el grito inesperado, asustada pregunto si el oro estaba hechizado, o maldito o si se le caerían los dientes por tocarlo.