Daniel el cuentista: Radiografias

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Era una mañana tranquila de domingo, la casa Loud se encontraba haciendo ruido, como siempre, pero ese día en particular, era en menor medida. Decidieron de forma unánime no hacer nada especial ese día, simplemente estar en casa y descansar, bueno, algunos.

Se oían ruidos trepidantes, cajas y objetos pesados caían, una y otra vez, en una habitación en medio del pasillo, Daniel se encontraba escombrando su armario, buscaba con determinación un objeto que, aun no tenía muy claro que era.

Por fuera constaba de dos puertas plegables, pero por dentro, su armario era inmenso, tenia adentro múltiples cajas, vitrinas, y mas que nada, muchos objetos sueltos, podría considerársele de cierta forma un acumulador, pues no quería despegarse de las cosas.

Entre tanto alboroto, y aprovechando la puerta semi abierta, Lisa entro a la habitación de Daniel, sin presentarse ni avisar, como suele hacer.

– Daniel, quería saber si podrías ayudarme con... –

De manera inesperada Daniel dio un salto de sorpresa al oír a Lisa detrás suyo, al no darse cuenta antes, le dio un susto que casi le da un vuelco al corazón, casi inmediatamente le recrimino su acto y le dijo que, si quiere entrar, debía de tocar la puerta.

– Si dejas una puerta abierta, invitas a alguien a pasar, incluso si tu no lo quieres. –

hmm, debí haber olvidado cerrarla, en fin, ¿qué es lo que quieres Lisa?

– Estoy realizando unos cuantos experimentos con unos patógenos, y como inutilizaste mi sujeto de pruebas predilecto, vine a pedir tu apoyo en mi experimento. –

Lisa, no hay nada que disfrute más que ser tu conejillo de indias, pero en este momento estoy ocupado.

Lisa dio un vistazo al armario desproporcionado en la pared, atiborrado de ropa, basura y cajas, estaba completamente desordenado.

– Que desastre tienes ahí, y yo que pensé que Lincoln era desordenado. –

Oye, esto no es desorden, es mi propio sistema de localización de objetos, todo acomodado de tal forma, que solo yo pueda encontrarlo.

– y lo que buscas, ¿esta? –

Esta... en algún lado...

– Lo perdiste, ¿no es cierto? –

NO... solo olvide donde lo deje.

– ¿Y como es? –

También lo olvide.

Lisa observo a Daniel con un semblante de fastidio, era incapaz de comprender el nivel de torpeza de él, estaba rivalizando con el de su hermana Leni, si no es que ya la supero.

Tengo una idea, ¿porque no me ayudas a buscar y luego, yo te ayudo con tu experimento?

– ¿Como esperas que te ayude a buscar algo en este desorden si ni siquiera tu sabes lo que estas buscando? –

Lo bueno es que tienes imaginación, ¿no?

Haciendo una mueca de desagrado, Lisa se sumergió en el denso desastre que comprendía el armario de Daniel, fuera de la basura y cajas superficial, se encontró con una enorme habitación, con muchas estanterías y vitrinas exhibidoras, todo se encontraba organizado, de forma irónica, desordenadamente.

No creía lo que veía, era un sitio gigantesco.

¿Cómo dicen, no juzgues un libro por su portada?, vamos, entre más rápido terminemos, antes te ayudare.

Déjalo morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora