Esa noche, estaba sola en el departamento y repasaba una y otra vez el interrogatorio. No parecía buen momento para contárselo a Amelia. Ella estaba bastante afectada con la muerte de Omar como para añadirle a ello conocer la traición de su propio padre.
Me siento en el sofá frente a la televisión e intento despejar mi mente. Lo que parece una tarea imposible. Aunque estaba muy concentrada en el trabajo, había un pensamiento que no se salía de mi mente ni por un segundo. Amelia se casaría. Eso era algo grande. Más grande que cualquier compromiso. Serían marido y mujer para toda la vida.
«¡Maldición! Deja de pensar en eso» -me reprendo a mí misma.
Al cabo de unos minutos escucho ruidos en la puerta y sé que Amelia ha llegado.
-Hola -dice ella al entrar.
-Hola...
Estoy con mi vista clavada en el televisor.
Se sienta junto a mí.
-¿Qué ves? -pregunta ella.
En ese momento escucho un zumbido y todo en el departamento se apaga.
-Ahora nada -digo bromeando.
Ella ríe.
Me levanto del sofá y miro por la ventana. Toda la calle estaba oscura. Me voy a la cocina por velas. Enciendo tres y una luz tenue ilumina el salón.
-¿Tienes miedo a la oscuridad? -pregunta ella.
-Ya no... -me siento en el sofá.
Sonríe.
-Cuando era pequeña sí.
-Me es difícil imaginarte con miedo -se ríe.
-Pues hay cosas que me asustan mucho...
Nos quedamos calladas.
-Pensé que te mudarías definitivamente con Alex -comento luego.
Resopla.
-Él me ha pedido que me mude, pero creo que no es el momento. Quizás después de casarnos.
«Después de casarnos». Me ha dolido escuchar eso.
-¿Qué tal el trabajo?
-He tenido mucho trabajo estos días. No he dormido en treinta horas, pero mañana estaré libre.
-¿No tienes sueño?
-Te parecerá extraño, pero no -se ríe-. Todo el café que he consumido todavía me hace efecto.
-Yo tampoco tengo sueño, pero mañana tengo un día muy largo.
-Puedo darte una conversación tan aburrida que te aseguro que tendrás sueño en menos de cinco minutos.
Me río sin remedio.
Comenzó a hablarme de su trabajo. Me comentó sobre un paciente con leucemia que finalmente se había curado hace poco. Le dio bastante gusto saber que se pondría bien.
Amelia era una chica hermosa, ingenua, de sentimientos transparentes. Esa conversación sólo me hacía comprender cada vez más la razón por la que Alex se había enamorado.
Hablamos durante dos horas hasta que llegó la media noche.
-Me has engañado -le digo entonces.
-¿Qué?
-Dijiste que tendría sueño en cinco minutos y sigo despierta.
Se ríe.
-No sé qué ha pasado, debías quedarte dormida en cuanto comencé a hablar de medicina.
Sonrío. Es tan hermosa. Tengo tantas ganas de besarla de nuevo. Temo no volver a hacerlo nunca más.
Saca un sobre de su bolsa repentinamente. Me lo entrega.
-¿Qué es esto?
-La invitación de la boda.
-Ah... -digo, dejándola sobre la mesita del salón sin abrirla si quiera-. ¿Cuándo será?
-El sábado a las cinco de la tarde.
Asiento con la cabeza.
- ¿Irás?
-Aunque es uno de mis grandes sueños, creo que no iré -digo con ironía.
- ¿Por qué no?
Vacilo durante algunos minutos.
- No soy amante de las bodas.
-Sería muy importante para Alex. A pesar de su discusión, sé que él apreciaría mucho que estuvieras allí.
-Ya lo creo -digo, sarcásticamente.
-También significaría mucho para mí -confiesa.
-Debo pensármelo.
Ella ríe.
- ¿Y a la despedida de soltera?, será el viernes...-pregunta con una sonrisa persuasiva.
-Eso suena más divertido. ¿Qué tienes en mente?
-No lo sé. Las chicas del hospital me tienen una sorpresa. Tal vez me lleven a un club de striptease -bromea.
-Creo que paso de eso también.
Nos reímos.
-Al parecer ya tienes todo listo -le digo.
-Sí, de hecho, mañana iré a buscar el vestido. Debo traerlo aquí porque Alex no puede verlo hasta el día de la boda.
Me quedo en silencio.
-¿Estás segura de lo que estás haciendo?
-Sí -vacila-. Alex es un buen tipo. Nos llevamos bien. Creo que puede funcionar.
-Tus razones siguen sin ser fuertes. ¿Tú decisión es irreversible?
-Sí, Elena. Es irreversible -dice, alterándose un poco-. Necesito sacarme cosas de la cabeza.
-¿Qué cosas?
-Cosas... -dice como si no quisiera entrar en detalles-. Que han pasado y que han estado a punto de pasar -continúa.
La miro fijamente.
-¿Hablas del beso? -me atrevo.
-Entre otras cosas -baja la mirada-. Necesito olvidarme de todo esto.
-¿Olvidarte de mí?
Ella me mira y se queda callada.
-No puedo olvidarme de ti, Elena, pero sí debo alejarme.
-¿Crees que casarte es la única solución?
-Creo que es una de ellas...
-Estás huyendo de mí, Amelia, y no me parece justo.
-Elena, ya he tomado una decisión. ¡Nada podrá cambiar eso! -dice con firmeza.
Me quedo en silencio.
-Te estás equivocando, pero te juro que no haré nada más para que te des cuenta de ello.
Me levanto bruscamente y me marcho a mi habitación.

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El diario de Elena (COMPLETA)
Storie d'amoreElena es una agente de policía que ama su trabajo. Su siguiente caso a investigar, es la desaparición de Amelia Habash. Amelia es una doctora del hospital central, con una vida monótona y controlada absolutamente por su estricto padre. En este rel...