Mafiosa

"CAPÍTULO 4"

Ambos dudamos un segundo, pero en cuanto una fuerza misteriosa me empujó hacia adelante, supuse que debía caminar y hacerle caso a otro adulto que no fuese mi Jefe.

Juguetonamente, recibí un papelito en mi mano discretamente, mientras nadie las veía.

Cerré mis manos en puño, para evitar que se cayese la nota, mientras tanto, mi hermano proseguía hacia su pupitre.

Me detuve en frente de todos y me presenté como había practicado para la Secretaria gordita y viejita, de hace instantes.

No dejé de sonreír en ningún momento de mi presentación, ni cuando leía la nota entregada antes de entrar al salón de clases. El cual ponía:

"El chico de lentes es el objetivo. PSD: No lo mates, ni envenenes."

Claramente, en cuanto lleguemos a las instalaciones de la Mafia, se ganaría una buena patada de mi parte; pero el intento de advertirle a mis instintos asesinos, me pareció muy gracioso. Esa fue la razón.

Sonó el timbre de receso de las clases, ambos no actuábamos como nosotros y nadie sabía sobre nosotros.

Todo eran mentiras.

Un claro ejemplo sería así:

A: ¿Cuál es tu color favorito?

— Verde (Morado)

A: ¿Prefieres el baile o el canto?

— Ninguna, lo siento (Ambas, soy muy experta)

A: ¿Tienes alguna meta en específico?

— No realmente, sin embargo, quiero seguir mis sueños (Sí, obviamente, escapar de la Mafia, y de su prisión en la que me encuentro, solo eso y punto)

A: ¿Tienes miedo a algo?

— Oh, por supuesto, le tengo miedo a varias cosas (He matado a gente de diferentes métodos y torturas, ya nada me asusta)

Cosas así eran naturales en este trabajo. Era lo mismo para Gabriel, me sabía sus respuesta al pie de la letra, como él sabía las mías.

Para él, eran un tanto diferentes, pero brevemente serían algo como:

B: Gabriel ¿Te gusta algún deporte?

— No, nada en especial, pero me gustaría aprender (Sí, claro, ¿disparar en tiempo record se considera deporte?)

B: ¿Te gusta la comida picante?

— Para nada (Obvio que sí)

B: ¿Tienes miedo a las alturas?

— Pues claro, como todos aquí ¿o no? (Claro que no, salté de tres mil pies sobre una sabana, después de eso, ya no hay temor)

B: ¿Tienes novia?

— Para nada, si la tuviera, no estaría con ustedes aquí (Cuando estás asesinando a la hija de un Ex – presidente, no piensas en el amor)

No nos molestaba ni nos retorcía el remordimiento. Eso había quedado en el pasado, en un pasado donde se hallaban dos niños extraños e indefensos, tratando de volver hacia la luz, de donde pertenecían.

Nuestras vidas, ya estaban escritas, pero igualmente nos esforzábamos mutuamente para tratar de sobrellevar el peso del otro y tratar de comprendernos, después de todo...no teníamos a nadie más.