"CAPÍTULO 13"

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No hice ningún comentario, ni dentro ni fuera de mi cabeza. Pero sí tuve la magnífica idea de hacerle pasar por la puerta que había mencionado antes con una sonrisa cínica en mis labios.

— Si pasas por esa puerta, tu vida cambiará por completo. Y no precisamente te diré que para el bien —aclaré de forma persistente.

— ¿Cuál vida?

Ambos nos miramos por largos segundos, hasta que rompió el silencio, con su estruendosa risa. Que por más que quisiese decir "Es muy bonita", mis pensamientos me decían todo lo contrario.

Era una mezcla entre científico loco y maniaco secuestrador.

Yo obviamente no le seguí la risa, pero mis ojos no aguantaron y rodaron sin querer.

— ¿Dónde está tu sentido del humor? —preguntó una vez terminada su infinita risa.

— Justo como tu vida humana, muy lejos de aquí. Ahora, entra.

Abrí la puerta y lo obligué a entrar a tropezones. Para seguidamente cerrarla.

Yo no entré con él, a pesar de que había una regla que claramente decía: "SI DEJAS SOLO A UN CACHORRO, TU VIDA PUEDE TERMINAR JUNTO CON LA DE ÉL".

Para ser sincera, nunca me importó su vida ni mucho menos mi vida, pero de algo si estaba segura, en cuanto me observó con esos ojos tan oscuros y profundos.

EL NO IBA A MORIR TAN FACILMENTE.

Una vez terminé de analizar lo último que había hecho. Me enojé conmigo misma por unos 34 minutos, hasta que finalmente decidí que era lo correcto hacer.

———

HORAS DESPUÉS...

— Jefe ya terminé con mi "cachorro", si desea le puedo dar un reporte —sonreí mentirosamente con ojos en llamas.

— JAJAJA. Alia sabes bien que no soy ese tipo de Jefe.

Oh...claro que lo sé, viejo inmundo, pero... ¿crees que no me importa la vida de alguien disciplinado por mí, tanto como a ti?

Estaba segura que mi voz se descontroló y empezó a hablar, pero a juzgar por su inmutabilidad, la descarté enseguida.

Lancé un suspiro de tranquilidad.

Sin embargo, este acto debió confundir al Jefe, ya que habló con voz baja y me ordenó hacerle un reporte por escrito de todo.

Realmente era buena dando reportes, pero me molestaba en grande.

— Si me permite —hablé con respeto y haciendo una pequeña reverencia—, le daré mi reporte de forma verbal.

— Valla, valla. Veo que desobedeces las órdenes ¿no Alia?

— Para nada —respondí con serenidad en mi voz y mis ojos tranquilos—. Solo le estoy dando un peso menos de trabajo, Jefe. Sé lo molesto que puede llegar a tener tantos problemas.

Cada palabra me quemaba por dentro, mi orgullo y mi humildad se comían una a la otra sin fin en busca de un escape, el cual, desgraciadamente no tenía.

Mas si a costo de eso, lograba llegar a ser su mano derecha, eso me proporcionaría un medio de escape que no desaprovecharía sin importar nada ni nadie.

El hombre solo asintió con una sonrisa boba, mientras intentaba alisar su ojerosa cara.

— Bien, mis notas son las siguientes: El individuo, se llama Ted Solovióv tiene aproximadamente 18 años. Ha intentado acabar con su vida siete veces. No le tiene miedo a nada a pesar de aparentarlo, y....EL DEFINITIVAMENTE NO MORIRÁ.

Podía calcular cuántos centímetros se abrió la mandíbula del hombre frente a mí, pero sería demasiado asqueroso.

— ¿Alia? ¿Te oí bien? ¿Segura que no es una más de tus bromas? Porque si lo es---

— Para nada —le interrumpí—. Es mi sincera opinión. Sé que no le conozco muy bien, y solo hemos entablado conversación por unos minutos, pero algo en él me deja acertar mi respuesta.

Su entrecejo se arrugó sin explicación alguna, en tanto yo evitaba su mirada cautelosamente.

— Bien. Veremos si es cierto —acató decretando el Jefe, para luego hacer una señal de salida.

— Hasta luego —fue lo único que dije mientras me retiraba.

¿En qué estabas pensando? ¿Dejar mi vida en manos de un loco como ese? Debe ser una broma...¿verdad? Me reiteraba muchas veces en mi camino a la salida.

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