"CAPÍTULO 19"

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— Para nada Jefe, es solo la presencia de Ted —respondí tratando de disimular mi enojo y soltando el marco.

— Que buen cachorro criaste Alia, después de todo es alguien que come de tu mano pero lo odias a muerte —sonrió vanagloriándose del hecho.

— Prefiero odiarlo, a que luego me muera por él.

Su risa me carcomió los tímpanos, era impensable que me fuese a castigar, pero...Ted me había advertido, así que cabía la posibilidad.

Una vez terminada su carcajada, hablé otra vez.

— Jefe aún tengo trabajo, ¿me puede decir para qué su llamada tan improvista?

— Improvista no creo Alia...—acarició su bigote altaneramente—...sabes porque estás aquí. Ese muchachito novato que conseguimos y tú, asesinaron a uno de nuestros aliados.

— Lo sé señor, pero---

— ¡Nada de PEROS! —reclamó alzando la voz.

Mi alma casi se escapaba del cuerpo, en el último instante.

— Lo siento Jefe...

— Ay...—se quedó agarrándose la cabeza con dolor—...mira Alia, sé que tus impulsos por matar son buenos, al igual que de ese compañero que tienes. Pero ambos son distintos...y deben hacerle frente a eso, quieran o no.

Por favor no lo diga...por favor no lo diga...por favor...

— Entonces...—miré nerviosa al Jefe—...¿será despedido?

Mi corazón latía muy rápido; tenía miedo que las consecuencias de mis actos afectaran a un inocente compañero.

— ¿Qué? —Preguntó el hombre— Jamás haría eso, es un buen chico. Solo...necesita algunas reglas. Eso es todo —añadió prendiendo una pupa antigua.

— ¡Pero sabe las reglas! —reclamé involuntariamente.

— Obvio que sí Alia, pero---

Su voz se calló, como intentando recordar algo.

— ¿Ga...Gabriel? —respondí dudando.

— Sí, exacto. Ese nombre —sonrió victorioso—. Gabriel necesita un acuerdo mutuo entre ustedes dos, como compañeros y casi hermanos. No solo "el que ordena" y "el que recibe".

— Jefe no creo que lo mío sea "compartir" experiencias de vida.

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