"CAPÍTULO 20"

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Y era cierto, ¿a qué asesina se le pide que hable de su vida? Esas serían mis palabras más correctas para todo el monólogo interno que tenía ahí mismo.

— Alia no se trata de "ser" o "aparentar" algo...ambos son buenos en su trabajo —añadió peinándose un poco la calva con su mano sudorosa—, es solo...como su castigo. Velo de esa forma.

— Estoy totalmente en---

— Si dices una palabra más, te doy de baja y tendrás que aplicar el castigo para alguien de tu posición. ¿Me oíste? —esperó mi respuesta.

Solo asentí de mala gana y refunfuñando entre dientes.

— Bien —dijo en tono cansado—, si eso es todo. Vete ya, tengo que arreglar algunas cosas.

Se levantó del pesado asiento que lo retenía, y me miró algo extrañado, como si no me conociera o me viese muerta ahí mismo; rápidamente volteó la vista y caminó suavemente alrededor de un jarrón con bellísimas flores.

— ¿Ves esto? —Continuó mirando el florero— Estas flores tienen varios nombres, al igual que significados para cada uno. ¿Los conoces?

¿Por qué estamos hablando de flores? Hasta hace un escaso de tiempo, estaba planeando como matarlo en silencio, y de cómo iba a mejorar a relación con mi cómplice...¿cómo llegamos a esto?

— No Jefe. Sólo sé algunas. No me comparo con usted.

— Ya veo...—respondió de manera desilusionada.

Rodeé los ojos en reproche por su acto, y por lo que iba a hacer.

— ¿Puede mostrármelo de una vez? —mascullé algo irritada.

El contrario levantó su vista muy fijamente; de nuevo esa mirada tan escabrosa de hace rato. Sería un nuevo hábito.

Intenté calmar mis nervios.

Mientras tanto él levantaba su ceja y parpadeaba fuertemente.

— Que extraño...a pesar de que fuiste reclutada como niña, y hecha de pies a cabeza por asesinos seriales en potencia. Era cierto que las mujeres son todo un misterio —aclaró con cierta sabiduría.

— No soy una "mujer". Y usted lo sabe bien. Todos de esta planta están de acuerdo que a pesar de que soy la mejor en mi trabajo, tengo la edad que tengo, con la única diferencia de mentalidad.

No era descortés responder el ataque, si la otra persona había iniciado el enfrentamiento. Regla básica de combate en armas.

Nos quedamos en silencio por segundos analizando las respuestas el otro, para que al terminar, solo se llevase la mano a la frente y riese un buen rato.

Intenté seguirle el paso, pero me era un poco indiferente si era divertido o no para alguien.

Yo no creí en esas cosas a fin de cuentas. Era una niña, con mente adulta, era de esperarse.

— Vale Jefe, ahora puedo irme ¿verdad? —fingía la mejor de mis sonrisas engañosas.

— Aún no mi querida. Las flores, las flores —indicó con su dedo índice.

— Es cierto...—respondí con voz desilusionada.

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