"CAPÍTULO 17"

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Pasado ese mal momento, nos volvimos a encontrar. Dando como primer y único trabajo, ser mi mano derecha.

Lo odié. Ese puesto no era de él, ni de nadie. Era yo y únicamente yo.

Pero si no me opuse a esa decisión, fue porque sabía que a pesar de ser mi subordinado, él tenía mucha capacidad en su interior.

Y debería cuidarme de él.

Ya saben, como ese antiguo lema:

"TEN A TUS AMIGOS CERCA, Y A TUS ENEMIGOS MÁS CERCA".

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Pero bueno, trabajo era trabajo. Órdenes eran órdenes.

Por lo que no le presté tanta atención.

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