"CAPÍTULO 7"

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La extraña figura, se acercó hasta mí y tocó mi cabeza con su alargada y firme mano, la cual se sentía tibia y confiable. Al acercarse levemente añadió:

— Desmayo.

Lo entendí inmediatamente, fue realmente tan pesado como se dice. Pareciese la muerte misma, pero luego...milagrosamente, despiertas y descubres que volviste a vivir. No sé cuál es peor.

Supongo que lo dejaré a tu disposición.

—...comprendo...—respondí de forma fría y melancólica.

No sabía con exactitud la razón del tono de mi voz en esa última palabra, pero si se llegaba a interpretar. Estaba segura que, el tonto de Gabriel se burlaría de mí.

Ahora que recuerdo... ¿dónde se habrá metido? Lo más probable es que haya abandona la misión y me haya dejado sola.

Ya me lo esperaba, la mayoría de mis secuaces, terminaban en similares condiciones, o incluso peores, ahora que recuerdo.

Por ejemplo, puedo rememorar una vez, cuando llegó un nuevo sujeto, no recuerdo muy bien su nombre pero creo que si no me equivoco, era parecido a Nick o Dick, o algo así; pero el caso era, que me había acompañado a una misión similar a la de ahora: INFILTRACIÓN SECRETA.

Puedo hacer memoria en cierta parte, donde a él lo atraparon cuando llevábamos solo una semana de investigación, así que recuerdo perfectamente el momento, nos llamaron a una oficina cerrada y helada. Nos sentaron en las sillas respectivas, nos intentaron sacar información de dónde éramos y para quienes trabajábamos.

Obviamente nos negamos, pero uno de los guardias no se contuvo y le dio una paliza a mi compañero responsable, éste al ver hacia donde se dirigía todo, decidió quedarse callado...para siempre.

Levantó el arma, la dirigió hacia su cabeza, me dejó su última sonrisa de alivio y apretó el gatillo. No se oyó nada, tenía modo silenciador. Pero todos los presentes se sintieron culpables, así que tuvimos que pactar un trato de amnistía hacia mi Organización, lo cual no le vino nada mal, ya que al no inculparlos en un caso policiaco, nos remuneraron todos los gatos en efectivo de dólares.

Me pagaron bien, sin embargo...fue la única vez que sentí asco del dinero recibido.

Me giré de donde me encontraba para poder divisar mejor a la figura, a lo cual, mis ojos se abrieron como puertas de un salón. Ahí mismo, se hallaba el chico con ojos de color zafiro, junto a sus abultados rizos despampanantes.

Este me dirigía una sonrisa de bienvenida en tanto caminaba de vuelta hacia mi sitio, para poder darme la mano y decir:

— ¿La ayudo?

Tendí su mano rápidamente, para luego ponerme de pie junto a él y acomodando mi cabello delicadamente, le agradecí.

Él solo asintió confirmadamente.

Ambos caminamos hacia la puerta y con algo de cansancio en mis pasos y palabras, pregunté:

— ¿Hay alguien más de nosotros?

— Si consideras que el viento es alguien, entonces supongo que la respuesta es sí —bromeó mi novato compañero.

— Jajajaja —reí con sarcasmo—, como si tú pudieras siquiera saber si es amigo o enemigo —articulé ridículamente.

— Deberías descansar, no te encuentras bien —ofreció el chico de piel de porcelana y mirada presionada.

— No es para tanto, eh pasado peores situaciones que esta —contesté calculadamente. Además no debemos perder el tiempo, ahora que perdimos--

— Perdiste —corrigió el chico a mi lado con expresión despreocupada.

— No me corrijas, idiota, soy tu superior así que deberás seguir el orden jerárquico —reclamé justamente hacia su persona—, además...no soy la única que tocó el cadáver —mencioné con aire confiado.

— Tch —chistó furiosamente hacia otro lado, mi compañero.

— Como sea, el asunto es que el objetivo fue dado como fallecido alrededor de las 12pm y ya son las...—revisé mi reloj de muñequera—...seis en punto.

Llevábamos caminando un buen lapso de tiempo desde el lugar donde estuve desmayada, el cual era la enfermería, hasta la puerta de color metálico de la entrada principal.

Mis nervios no podían seguir siendo ocultos por más tiempo, hasta podía sentir como la mirada acusadora de Gabriel me apuntaba directamente sin piedad, y planeaba en silencio su traición.

Y no lo culparía, hasta yo determinaría ese camino pues es el más correcto en una misión de este calibre.

Al pisar el áspero concreto justo antes de poder salir del colegio, me llevé la mano al bolsillo de mi abrigo terciopelado para poder alejar el celular y poder utilizarlo.

No obstante, le consagré una tensa mirada a mi compinche. Para poder tener el valor necesario y comentar sin temor:

-¿Vas a hacer algo?

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