"CAPÍTULO 10"

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El chico con cabello extravagante se hallaba nervioso respecto al tema, puesto que según él, había tenido varias esposas y novias, desde que ingresó en la Universidad. Sin embargo...dudé de esa declaración, ya que según su expediente de ingreso, hablaba claramente que aunque ingresó en una de las mejores academias universitarias, tenía varias faltas.

— Hey mocosa, no te creas tanto, ¿dónde está el respeto a tus mayores? –señaló agresivamente con el dedo hacia mi posición.

— ¿Mayores? –repliqué de la misma forma- Con que quieres regirte por ese orden, ¿no? Pues bien, ya que insistes...—pensé—...tendré que respetarte por los años que tienes —finalicé de manera intimidante.

Rápidamente alcé la mirada en objetivo del oponente, para detallar cuidadosamente sus facciones de terror y nerviosismo.

Y pues...la verdad que nadie sabía, excepto yo, por ser una de sus superioras; era que este señor de mayor edad, a pesar de verse joven y moverse como tal, actuar de manera segura y con alto estatus...

Era todo lo contrario.

Diariamente, llegaba a la oficina antes que todos, para tomar unas medicinas necesarias y efectivas contra la taquicardia, la ansiedad y un calmante emocional. Era en cierto aspecto patético que un ser tan vil y desgraciado como él, se dé tal lujo de drogarse ante todas las adversidades.

Pese a que tiene problemas tanto emocionales como psicológicos, pero sin contar todo ello, es alarmante verlo sin una de esas pastillas. Se vuelve completamente otra persona, y no sabe lo que hace, ocasionando daños y peligros constantes.

— ¿Años?–inquirió con cierta dificultad al hablar- No, no, no es necesario.

Lo miré de forma despreciable y con alto mando para mi gusto, ya que increíblemente no era así con los demás. Era un doble cara, estafador y psicópata; nadie me explicó un buen motivo para reclutarlo en mi área.

Ni siquiera el Jefe...

—————-

AÑOS ATRÁS...

— Muy bien con el reporte Srta. Alia —felicitó un hombre mayor con bigotes de gato. Observando su mano izquierda la cual se hallaba cubierta de unas vendas.

— Gracias Jefe –agradecí haciendo una pequeña reverencia con la cabeza y mirando fijamente a mi superior.

— Alia...-suspiró costosamente evitando mi mirada.

Oh no. Esto es en verdad grave, está evitándome todo lo posible así que por lo tanto tiene algún inconveniente y me va hacer cargo de ello, ya que no puede él solo.

Y pensar que un tipo así sea mi Jefe...me hace preguntarme, si realmente yo los necesito a ellos como ellos a mí. Es una linda forma de cambiar de papeles, y hacerles pagar todos los años de experiencia. Pensé de forma sádica.

— Verás...necesito de tu ayuda...-pronunció con cierto temor y vergüenza.

¿Lo ven? Así suele pasar siempre que me recluta en su oficina y me felicita por algo que es tan común en la Mafia, como tomar café en las tardes de invierno.

Ahora es el momento donde no puedo negarme, ya que me amenaza con quitarme todo lo que tengo...lo cual es ciertamente, armamento de la Mafia y del Jefe.

Que horroroso ser una marioneta...como odio ser controlada por otros...pero realmente, va llega el día en que yo esté en la cabeza de "The Moon", y ellos lamerán mis zapatos para que los deje vivir. Analicé de manera controladora y rencorosa.

— Hable claro, por favor Jefe. No puedo entender nada de lo que intenta decir.

El hombre de musculatura grande, me observó con detenimiento y seriedad, para proseguir a reírse en mi cara y murmurar algunas frases incoherentes y poco audibles.

— No entiend---

No pude continuar hablando ya que súbitamente, el Jefe golpeó la pared fuertemente para seguidamente hablar.

— ¡ERES INCREIBLE! REALMENTE INCREIBLE... ¿ME ESCUCHASTE SRTA. ALIA?

Su voz era estruendosa y por algún motivo...me resultaba atemorizante, ya que poseía un cierto grado de locura, en donde todos los asesinos llegan alguna vez después de haber asesinado varias personas.

Un estado mental, en donde te encuentras entre la realidad y la ficción; ya no sabes si la persona que se halla muerta al lado tuyo, es un ser humano o un personaje de una película. Todo parece ficción, por lo tanto tu cuerpo se llena de un miedo intenso y de euforia extrema; donde te empiezas a reír de la propia muerte.

— Sí Jefe, lo sé bien –respondí de manera inmutada por el cambio de actitud.

— Veo que te has acostumbrado a tu nueva vida en "The Moon" —respiró cansadamente—, y eso que solo han pasado cuatro años desde que te enviamos a tu primera misión...—suspiró—...que tiempos ¿no Alia?

Mi temperamento iba a explotar, ¿por qué un hombrecito como él, tendría una mente tan perversa y descabellada, por intentar animar a una niña de doce años, a que asesine a su...maestra de Primaria?

Tragué saliva para evitar un dolor de cabeza y que mis palabras de odio y venganza, se escapasen frente a un ser que si no fuese por mi ayuda, estaría en las profundidades de los peores Mafiosos y contrabandista de armas del mundo.

Como le odio Jefe, pero tiene razón...soy increíble, por lo tanto...algún día regresaré victoriosa a mi hogar, con su cabeza en mi mano ensangrentada. Fantaseé un plan, desde las oscuridades de mi mente.

— Así es Jefe –respondí apretando mi puño, lo más fuerte posible—. No fue fácil, pero logré posicionarme en una de las mejores fuentes, debido a mi arduo trabajo.

— Me alegra por ti Alia, además sin contar que estás a pocos centímetros de volverte mi mano derecha.

— Mi puesto en la Mafia es donde debe estar Jefe, no se preocupe por un soldado como yo —respondí falsamente, mirando hacia su cabeza calva—. Sin contar que el actual mando al que estoy asignada, tiene 34 sub-categorías.

— Lo sé bien. Sin embargo, solo te faltaría ser Comandante en Jefe, luego Jefe de las Cuadrillas y finalmente, acabarías en la posición de "mano derecha" ¿o no? —inquirió de manera sabionda.

— Tiene toda la razón Jefe, y estaría más que encantada de poder subir mi estatus para serle de más ayuda. Mas...debo cumplir con todos los requisitos para poder posicionarme en tal cargo –respondí de manera objetiva y fría.

— Me gusta tu determinación...por eso, decidí darte un pequeño "cachorrito" para que lo entrenes ¿me escuchaste? No quiero que vuelva a suceder el código 38 ¿bien? —preguntó de manera seria y esperando mi respuesta.

Que fastidio.

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