PARTE II

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Roland entró corriendo al salón y suspiró aliviado al notar que el profesor aún no llegaba. No necesitaba otro atraso, muchas gracias. Alzó la vista buscando el puesto usual en el que se sentaba. Estaba vacío, esperando por él y a su lado, Archer ya se encontraba allí. Viéndose fresco y atractivo como solo él podía lucir una mañana de lunes. Sus ojos achinados mientras se reía de alguna broma que había dicho el chico a su lado. La atención de todo el salón puesta en él.

Roland recordaba perfectamente la primera vez que le vio.

Él no había sido más que otro chico de primer año, perdido entre la marea de estudiantes, buscando un puesto disponible en la cafetería. En cuanto su bandeja tocó una mesa vacía, Archer se había materializado a su lado.

—Hola —Roland ofreció de manera floja. Ubicaba a Archer de los pasillos. El tipo era mayor que él suponía, pues en los tres días que llevaba por allí, no habían coincidido en ni una clase. —Soy...

—Roland Booth, primer año de abogacía, dieciocho años. Sé quién eres. —Archer finalizó por él. Roland no había fingido la sorpresa. Él pensaba que lo estaba haciendo bien en pasar bajo perfil. Archer cuadró sus hombros para presentarse. —Soy Archer Collins, segundo año de medicina.

—Vaya, un doctor... eso es caliente.

Hubo un coro de risitas procedentes de los chicos que acompañaban a Archer ante tal desliz. Roland se percató de ellos muy tarde. Se sintió morir, pero no hizo más que tragar hecho de piedra.

Archer sonrió en grande.

—Gracias por el cumplido. Y me has dado justamente lo que necesito. —Tomó la mano libre que colgaba a su costado y le garabateó en la palma con rotulador negro. Sosteniéndole la mirada, elevó la mano hasta sus labios para dejar caer su aliento en un soplo. —Así me aseguro de que no se te corra la tinta. Espero verte esta noche a las diez. No llegues tarde, odio a los impuntuales.

Y con eso, se había marchado. Dejando a Roland estupefacto con la mano suspendida en el aire.

Picado por la curiosidad, se dio cuenta de que Archer le había dejado una dirección escrita. No muy lejos de su casa, un buen barrio. Roland intentó pensar en qué había significado tal encuentro, pero apelando a la verdad; él era nuevo, necesitaba hacer amistades. Y aquella era una excusa tan buena como cualquier otra.

De modo que asistió a la cita.

El lugar era una fiesta con todas sus letras tan pronto puso un pie dentro de la casa. Luces estroboscópicas, humo de cigarrillos apestando el lugar, música estridente, alcohol en cada rincón al que mirase y un millón de rostros que no conocía de nada.

—Viniste, no estaba seguro de que lo harías —Archer había estado a su encuentro. Él le pasó un brazo por los hombros a Roland para pegarlo a su cuerpo. Era solo unos centímetros más bajo que él y Roland notó el olor pesado de un perfume picante sumado al olor de los cigarros. —Debes considerarte un afortunado de estar aquí; solo eres tú y una chica de primero. Esto no es para novatos.

Pasaron por entre medio de salones. La casa era inmensa y parecía haber gente por todos lados, algunos en no muy buen estado. Algunos entrando en calor. Roland alejó su vista de una pareja que se besaba con demasiado intensidad en un rincón. En su lugar, miró a Archer y aceptó la cerveza que este le ofrecía.

—Gracias, ¿es tu casa? ¿A tus padres no les molesta que hagas este tipo de fiestas?

Archer negó riéndose. Roland comenzó a preguntarse si aquella sonrisa permanente en su rostro era un rasgo propio o alguna clase de fachada. O bien el tipo estaba drogado. No sabría decirse. Aunque le gustaba. Él no quería admitirlo, como tampoco el verdadero motivo del porqué estaba allí.

—No es mi casa, es de uno de los tipos del equipo de Lacrosse. Un buen amigo. Ahora tú, suenas como un encanto.

Roland apuró la cerveza contra sus labios con tal de no tener que dar una respuesta.

Se vieron arrastrados por un grupo de chicos. Entre el jaleo, los sentaron hombro con hombro en la alfombra junto con chicos y chicas formando un circulo y una botella cayó al medio de todos.

—Todos conocen de qué va esto. A quién le toque, bebe. —anunció quien tomó la botella. Una bandeja con tragos fue puesta en el centro de todo y la botella se hizo girar. Archer fue el primero en ser apuntado, entre alaridos eufóricos de los que presenciaban, él tomó su tragó de un golpe hacia atrás, dejando su garganta pálida y lisa expuesta. Su manzana de Adán resaltando mientras tragaba. Roland alejó su mirada.

Se sortearon quizás por cuanto tiempo, con tal de no estar pendiente de la presencia de Archer, Roland bebió todos y cada uno de los vasos que le correspondían e incluso otro que empujaron en su dirección sin motivo alguno. Sin embargo, aceptó riendo quien sabe de qué.

—Ahora, vamos a dejar que la noche tome su curso —habló nuevamente el chico a cargo de la botella. A quien Roland ya reconocía como el dueño de casa. —Si la botella los escoge, hay beso.

Roland observó a un par besarse primero. Chico y chica. Los gritos no se hicieron esperar. Y pronto les siguieron otro. Se turnaron entre varios. Todos riendo. Cuando las seleccionadas fueron dos chicas y ellas se besaron de buena gana, Roland se removió incomodo fijándose a su alrededor. A nadie parecía importarle. Buscó a Archer, quien le regaló un guiño.

—Eeeeeh, nuevo y afortunado —cantaron cerca de su oído. Roland se volvió para encontrar que la botella le apuntaba y una chica se acercaba hacia él. El beso fue húmedo y corto. Sin darse cuenta, había sido besado por tres chicas y su cuerpo se removía inquieto. Hasta que un chico de pelo claro al otro extremo fue apuntado.

—Yo no creo... —comenzó a protestar, poniéndose de pie. Las manos de alguien se fijaron a sus hombros, dejándolo donde estaba.

—No desistas ahora novato, ahora es que se viene lo bueno. —susurró una voz.

El chico castaño se movió hasta él. Roland se quedó petrificado y los labios de ambos se juntaron. Fue un beso torpe, sobre todo porque su compañero parecía estar visiblemente ebrio. Se apartaron ambos riendo. Roland mucho más relajado en vista de que su cuerpo no había reaccionado a tal estímulo.

Archer estaba inclinado hacia él, le miraba los labios con una mirada concentrada. Su lengua tocando los propios. Estudiando sus facciones como si buscase algo. La respuesta a algún importante enigma.

Roland encontró su mirada y un mundo de posibilidades pasó entre ellos.

—Mi turno —dijo Archer para nadie en particular y se lanzó hacia adelante. 

Y entonces Archer se enamoró #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora