Archer estaba diferente.
Roland lo supo tan pronto lo vio en los pasillos. Le saludó con un gesto de la cabeza a la distancia, en vez de acercase a conversar antes de tener que ir a sus respectivas torres de clases como cada día. Intentó que el gesto no le hiciese sentir extraño, pero fue inútil. Más cuando se convirtió en un patrón.
A la hora de almuerzo, Roland llegaba a sentarse junto a él, solo para ver a Archer marcharse con algún grupo de chicos alegando cualquier excusa barata.
—No te preocupes —dijo Barbie al tercer día. La mejor y única amiga de Archer le tranquilizó al ver que el mayor se marchaba con una estudiante de cuarto año. —Está en su propio mundo desde el fin de semana.
Él tuvo que aceptar eso. Porque la verdad era que ellos no habían hablado el fin de semana y merecido era, tomando en cuenta como quedaron las cosas el pasado viernes.
Roland revolvió su comida, solo para encontrar algo que hacer. Los amigos de Archer se habían transformado rápido en sus amigos. Se sentía cómodo sentado con ellos. Barbie era una chica fácil de llevar. Estudiosa y con la cabeza bien puesta sobre sus hombros. Paúl era serio y un tanto engreído con las chicas. Era divertido verlo intentar conquistarlas. Y luego estaba David, el ex de Archer. La entrada con él había sido tensa como mínimo y en ocasiones, aun se ganaba miradas intensas del tipo. En palabras del mismo Archer, ellos habían terminado en muy buenos términos y David era un chico muy preocupado.
Roland tuvo que aflojar la presión que estaba ejerciendo su tenedor al crujir el plato plástico. En su lugar, se puso de pie. Había perdido el apetito. Vació su bandeja en la basura y volvió a la mesa a unirse a aquellos que estudiaban en grupo.
A pesar de que todos estudiaban carreras diferentes, el plan común de la universidad los mezclaba a todos. Roland se sentía agradecido por ello pues conseguía ayuda de... vio a Archer cruzarse en su visión. Este estaba sentado sobre una mesa, junto a una chica que le miraba como si él fuese el mismísimo sol.
A Roland no le gustó eso. No le gustó ni un poco.
A decir verdad, Archer no hacía nada malo. Un libro estaba abierto por la mitad en las manos y hablaba como loco. Claramente explicando algún punto a la chica. Ella fruncía las cejas prestando atención. Se mordía los labios y jugaba con su pelo. ¿Es que no podía ser más evidente? Roland pensó. Muchas chicas buscaban a Archer entre clases para tutorías. Él no era el estudiante más aplicado, ni el del curso más alto, pero era bueno explicando y eso parecía atraer a todo el mundo.
Sin saber cuánto tiempo llevaba mirándolos, Roland se fijó en que el libro fue hecho a un lado y ellos solo charlaban. ¿De qué charlaban tan animadamente, demonios? Las ansias de acercarse y reclamar atención le picaban.
Se sintió observado, y cómo no, era David que le miraba fijamente justo al frente. Roland le ofreció una sonrisa tensa.
—Me voy, chicos. —anunció Archer apareciendo en busca de su mochila que había dejado atrás. Su postura era relajada, abierta hacia sus amigos, dándole convenientemente la espalda a Roland. —Paúl, ¿te vienes conmigo? Lannie me ha invitado a estudiar a su casa. Estarán algunas de sus amigas.
El tono en que fue dicha esa última frase dio para un coro de risitas. Demasiadas interpretaciones que no pasaron desapercibidas para Roland. Archer tenía una reputación en su círculo de amigos. Su estómago dio un salto al vacío cuando las piezas cayeron en su lugar. Tomó todo de sí mismo no levantarse y protestar. ¿Y decir qué?
Paúl miró a Roland como si fuese consciente de su desasosiego.
—Yo... claro, me vendría bien algo de ayuda. —Se colgó su morral al hombro aun mirando al chico. —¿Tu no vienes?
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Y entonces Archer se enamoró #2
RomanceTodos hemos escuchado de algún pobre baboso; hermoso, pero corto de luces, que va por la vida a sus anchas, hasta que se ve reducido a menos que un gusano de agua puerca cuando el amor lo golpea arrojándolo a sus rodillas. Esta es la historia de uno...