Thomas se aferró a Gabriel, reteniéndolo por el cuello de la camisa para poder besarlo un poco más. Las manos de Gabe le masajearon el trasero, haciéndolo gemir.
—Estoy sensible —Se quejó, apenas separando sus labios para hablar.
—Te apuesto a que puedo hacerte sentir mejor.
Thomas se rio.
—Eso definitivamente.
El amor adolescente es una cosa curiosa. Poderosa. Que te vuelve mitad bobo y mitad inmortal. Es tan difícil de hallarlo, tan difícil de identificarlo, que cuando lo haces, solo puedes aferrarte. Tal como lo hacían Thomas y Gabe el uno al otro.
—Tenemos que dejar el cuarto —Gabe se lamentó moviendo sus labios por la barbilla de Tommy. —Dijimos que íbamos a hablar con tu hermano.
Thomas, en realidad, se quejó.
—Lo sé. Está tan extraño desde que volvió del juego. Quiero ayudarlo, pero si no sacas tus manos de mi pantalón, dudo que eso pase.
A regañadientes, Gabe le dejó ir. Se arreglaron lo más decente que pudieron y cruzaron el pasillo hasta la habitación de Roland. Thomas golpeó.
—¿Se puede?
Algo similar a un gemido le dio la aprobación.
Roland estaba tendido en su cama. A pesar de que había un sol gigante afuera, una manta le cubría su postura fetal sobre el colchón. Su cabeza estaba cubierta por una almohada.
—¿Qué está mal contigo? —Thomas fue a removerlo. Su hermano lucía comatoso. —Si tienes la gripe te dejamos ahora, nos graduamos mañana y no voy a verme terrible en mi cuadro del diploma. Esa imagen es de por vida.
—Tom —Gabe le jaló para darle espacio a Roland. Este se sentó en la cama, mirando a ambos chicos.
—No tengo la gripe —aclaró de inmediato. —Pero se siente muy similar. ¿Qué se traen ustedes dos?
—Estamos preocupados. Llegaste a encerrarte. Ni siquiera bajaste por la cena.
Roland cayó contra la cabecera.
¿Cómo se sentía? ¿Qué tenía? ¿Qué le había puesto así? Jesús, ¿cómo le explicaba todo eso a su hermanito?
—Sabes, Tommy me contó que tú y tu amigo le ayudaron a desenredarse de su cabeza —dijo Gabriel aprovechando de descorrer las cortinas para permitir entrar la luz. Aun cuando fuese la tenue de la tarde Roland entrecerró sus ojos. —Tal parece ser que Archer es un buen tipo.
Tan solo la mención del nombre del chico, a Roland le hizo estremecerse.
—¿Se han peleado? Porque estoy seguro de que sea lo que sea que tienes, él está involucrado.
El mayor de los tres guardó silencio.
—¿Estás jodiendo conmigo? —Thomas gritó de pronto. —¿Estás todo mal porque Archer se fue? ¿Su relación llegó hasta aquí?
Roland arrugó el gesto. Ellos no habían terminado nada. Porque ellos no tenían nada. Archer lo dejó bastante claro. Sus tripas se apretaron y retorcieron, dolor y más dolor. Ellos ni siquiera habían sido amigos después de todo.
—No lo entiendes... —Quiso defenderse, sentándose más erguido, pero su hermano negó con la cabeza.
—No, tu no lo entiendes Roland. Yo confié en ti. En ustedes dos. Vine aquí y te confesé mis sentimientos por Gabriel. Mi confusión. Mi miedo, ¡todo! —Un borde molesto secundó las palabras del chico. Él se sacudió enfadado. Roland vio con aprensión como Gabriel alcanzaba a Thomas y entrelazaba sus manos para darles un apretón a sus dedos. Algo de presión aflojó la postura de Thomas de inmediato. —Es bastante malo de tu parte no contarme lo mismo. Sé que te acuestas con Archer. Es bastante obvio —agregó ante la mueca de su hermano. —Yo pensé en darte algo de tiempo para que lo resolvieras por ti mismo. Ustedes se ven bastante bien juntos.
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Y entonces Archer se enamoró #2
RomantikTodos hemos escuchado de algún pobre baboso; hermoso, pero corto de luces, que va por la vida a sus anchas, hasta que se ve reducido a menos que un gusano de agua puerca cuando el amor lo golpea arrojándolo a sus rodillas. Esta es la historia de uno...