Roland consiguió un trabajo de mesero en una cafetería cercana a su hogar. Primero de medio tiempo y luego en horario completo cuando las clases acabaron. Era un lugar discreto y de bajo perfil, a todas luces frecuentado por parejas de enamorados que buscaban rincones donde mirarse a los ojos y escapar del frío. En esa línea de pensamiento, por las tardes, su hermano y su novio se pasaban por allí y bebían chocolate caliente tomados de las manos.
—Tengo el regalo de navidad perfecto para ti —Gabriel comentó tocando la punta de la nariz de Tommy. —Te encantará, lo presiento.
—¿Recuerdas ese año que te vestiste de Santa para ser mi Santa secreto? —Thomas preguntó frotando sus manos. —A mí en verdad me gustaba como te veías en ese disfraz... —Y dejó su voz perderse. Roland se alejó los más rápido de ellos cuando entendió las implicaciones. Él tenía mesas que limpiar de todas maneras.
Un chico le hizo señas desde el fondo. Roland se acercó hasta él con una sonrisa. Era un cliente habitual. Le veía por lo menos una vez al día, en ocasiones hasta más que eso. Vestía de saco, por lo que suponía que era mayor que él, aunque no demasiado, pues sus ojos eran juveniles y su sonrisa tan bella como su nombre.
—Dime Charles, ¿qué necesitas?
Charles se rio.
—Siempre tan atento.
—Es mi trabajo.
—No te he escuchado ser tan atento con el resto de los clientes. —Le tomó el pelo. Roland se mordió el labio. —Como sea, he querido hacerte una pregunta desde hace un tiempo.
—Dispara.
—¿Aquel chico es tu hermano? —Apuntó directo a Thomas. —Lo digo por el parecido.
—Oh sí, y su acompañante es su novio Gabe. —agregó por si acaso. Había descubierto semanas atrás que Gabriel era celoso con su hermano y apenas dejaba que otros tipos le miraran. —Ellos vienen a hacerme compañía de vez en cuando.
—Novio, —dijo Charles de manera cuidadosa. —quiere decir que estas bien con todo el asunto gay.
—Por supuesto.
—¿Lo suficientemente bien como para salir con un chico? —Soltó de sopetón. —He querido invitarte desde hace un tiempo, pero me das señales mixtas.
—Yo...
Roland estrujó su mandil entre sus manos. Eso no lo había visto venir.
—Te he dejado sin palabras, no sé si sea algo bueno o malo. —El rostro apuesto de Charles dejaba entrever todos los nervios que sentía. Un ligero tic en su ojo derecho, por lo que Roland quiso aliviar su carga.
—Es sorpresivo.
—¿Pero aceptas?
Bueno, joder... Él quería decir que sí. Él debería decir que sí. Aunque no era la primera proposición que recibía, era la única que despertaba interés en él. Dos semanas atrás una chica había dejado su numero en su taza de café con un "LLAMAME" en lápiz rosa. Tres días atrás una mujer madura le había susurrado antes de irse la dirección de su casa por si es que algún día deseaba compañía.
—Salí de una relación hace poco —dijo apelando a ser sincero. Él se sentía tomado y los ojos de Charles mostraban tanta esperanza que no le parecía justo escaparse. —y yo, como que aun no tengo la primera cita posterior a eso, así que...
Charles alzó su mano, comprensivo y sin necesitar más.
—Oh, ya veo. ¿Qué tal si de dejo mi número de todas maneras? Si cambias de parecer, solo me llamas —El chico sacó una pluma de su saco, anotó su número en una servilleta y se lo tendió. Roland lo tomó de todas maneras. —Será mejor que me vaya, gracias por todo, tan bueno como siempre.
Dejó el dinero de lo consumido sobre la mesa, más una generosa propina. Al pasar por su lado, le dio un suave apretón a su brazo. Roland le despidió con una sonrisa. Solo había dos clientes más en la barra y estaban siendo atendidos por su compañera. Cuando Charles se perdió de vista, dejó de sonreír, metiendo la servilleta hasta el fondo de su mandil.
—No te hagas —le detuvo Thomas. —lo hemos visto todo.
—Sí, es lindo. —Gabriel señaló con su dedo la puerta. —Es un chico muy atractivo.
—Hey, hey —Thomas llamó la atención de su novio con un tono quejumbroso. —¿Le has estado viendo? ¿Qué hay de mí? Estoy sentado justo aquí...
—Lo decía por Roland, Tommy, yo... —Thomas hizo un puchero que cortó toda posible explicación por parte de Gabriel. Bueno, ahí donde Gabe era celoso con su chico, Thomas era todo un acaparador de atención de vuelta.
Su etapa de tortolos enamorados parecía no menguar y él había presenciado suficientes arrumacos para toda una vida.
Roland se rio de ellos y los dejó besuquearse en paz.
La servilleta con el numero de Charles se sintió como un peso en su mandil por el resto de la jornada. Al llegar a casa, se dijo que la tiraría, pero extrañamente no lo hizo. La dejó sobre la mesita al lado de su cama y la miraba cada noche antes de irse a dormir.
Ya lograba conciliar el sueño, ya lograba llevar un ritmo más a o menos normal, y con ello se refería a poder hacer sus tareas diarias sin que todo le recordase a Archer, pero la verdad sea dicha, él se sentía solo.
Archer Collins había llenado cada rincón de la vida de Roland. No se apoderó de nada, se deslizó hacia su corazón con los pies enmantequillados, pues fue una entrada rápida y sin dolor. No se apoderó de nada, porque Roland por voluntad propia se lo cedió.
Le extrañaba un montón y algunos días eran más difíciles que otros.
Se preguntaba qué estaría haciendo, si la salida rápida con David se debería a que ahora tendría algo con él o quizás con alguien más. Se preguntaba si algún otro estaría besando sus labios y dolía. Jodidamente demasiado, para toda lógica.
Para noche buena, Roland agradeció no haber votado la servilleta de Charles, porque, aunque le había seguido viendo en el café, este jamás se impuso ni sacó nuevamente el tema a colación. Roland le llamó y cenaron, y cuando dieron las doce, le besó bajo un muérdago que Thomas y Gabe posicionaron estratégicamente en lo alto de la escalera.
QUIZÁS DEBERÍA HABER SUBIDO ESTO EN NAVIDAD, PERO NO ME PARECE JUSTO ALARGAR DEMASIADO LA COSA. HOY PRETENDO TRAERLES TANTO DE ELLOS COMO PARA QUE SE HARTEN.
LOS CHICOS LO INTENTAN, PERO CUANDO EL CORAZÓN NO SIGUE NUESTRAS ACCIONES, DE NADA SIRVE. ¿O ME EQUIVOCO?
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Y entonces Archer se enamoró #2
RomanceTodos hemos escuchado de algún pobre baboso; hermoso, pero corto de luces, que va por la vida a sus anchas, hasta que se ve reducido a menos que un gusano de agua puerca cuando el amor lo golpea arrojándolo a sus rodillas. Esta es la historia de uno...