PARTE VIII

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Thomas consiguió que Archer aceptase ir a su graduación. Era una cita bizarra y Thomas tuvo que hablar de más, revelar los acontecimientos después de que él y Gabriel dejaran el partido con tal de conseguirlo. Esperaba que hubiese hecho lo correcto, después de todo, el chico se había reído con ganas a su costa.

Al parecer, Archer lo estaba pasando tan mal como su hermano y, además, era un pésimo actor pues la risa se había escuchado fingida y necesitada incluso a través del teléfono.

Se tiró del cuello de la camisa, impaciente y agobiado. Llegaba tarde a su entrega de diplomas, no podía creerlo. Él quería presionar, él quería ponerse en marcha, ¡él quería ver a Gabriel!, pero cada que miraba a su hermano su corazón se estrujaba, maldito fuese.

—No me ha dejado plantado —Roland negó nada más se puso a su lado. —Sé que vendrá, lo prometió. Te lo prometió, ¿no es así? Solo está retrasado.

Thomas se aclaró la garganta.

—Quizás puedas decirle que nos vea allá. Archer sabe cómo llegar.

Como una señal, el timbre sonó en ese preciso momento.

Roland se dirigió a la puerta como una flecha. Sus manos fueron torpes al jalar el picaporte para abrir.

—¿Qué le sucede? —preguntó Jazmín. Thomas le ofreció una sonrisa boba.

—Ha de estar emocionado por mí. —Viendo la forma en que su hermana le miró, se apresuró a la salida para salvar la situación.

—Viniste, pensé...

—Hola Thomas, siento la tardanza —Archer ignoró a Roland con eficacia, extendiendo su mano. Thomas se la estrechó. —Un trato es un trato. Mi padre no pudo traerme, así que tuve que tomar el autobús.

—Seguro, como sea. —Thomas se alejó de ambos, evidentemente incómodo. —Vamos todos, voy a llegar tardísimo. —En el miniván, los padres de los chicos compartieron una mirada, eligiendo pasar de la rareza de esa manera tan sutil que solo los progenitores logran ejecutar. Jazmín subió a la parte trasera, y Thomas, antes de seguirla se detuvo para regañar a su hermano una última vez. —Ustedes también, por favor Archer, evidentemente ninguno de los dos sacará nada mirando al otro. ¡Muévete Roland!

Sin demasiados ánimos, Roland subió junto a Archer y esperó a que el auto estuviese en marcha, para llamar su atención.

—Yo...

—A mi padre le salió trabajo de último momento. —Le cortó este de inmediato. Su tono era distante, plano e impersonal. También se movió todo lo que el asiento le permitió con tal de no rozarlo.

Roland le miró acomplejado.

—Está bien. Aunque me hubiese venido bien un mensaje o una llamada. Creí que no estabas interesado... en venir, quiero decir. Para Thomas es importante.

Archer bufó.

—Sí cómo no. Me disculparé con él si es que jodo esto, aunque estoy del todo seguro de que esta invitación ha sido cosa tuya.

—No sé de lo que estás hablando. En serio, —Hizo énfasis al ver las cejas de Archer elevarse en su rostro. —Thomas y Gabriel no pararon de preguntar por nosotros tras el juego. Ellos presentían que algo iba mal.

—Ellos tuvieron sexo, ¿qué podía ir mal? —Archer le miró y ser rio. —¿Qué? No me digas que tu hermano no te lo contó.

—Jodido chico si lo hizo. —Roland se volteó en su asiento para espiar a Thomas. Este tenía su nariz metida en la pantalla del celular y escribía a toda velocidad ajeno al mundo a su alrededor. —Entonces la preocupación por mí solo era para desviar atención. Voy a tirarle las orejas cuando nos bajemos.

Y entonces Archer se enamoró #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora