Como milagro de último día del año, el padre de Archer consiguió su agenda libre y puesto que su hermana pequeña Annette se la estaba pasando con un novio, llevó a su hijo a un panorama que seguro no olvidaría.
El señor Collins tenía un buen muchacho, él no podía quejarse de ello. Archer rara vez daba problemas, ni siquiera cuando su madre se marchó. En especial en esa época. Habían sido tiempos difíciles, fríos y feos. Peleas por doquier, gestionar mudanzas y demases temas engorrosos para un adulto, mucho más para un niño que quedaba justo en el medio de todo. Pero Archer había demostrado ser un chico duro, se plantó al lado de su padre y jamás cambió de parecer.
—El Hotel St. Johns ofrece un espectáculo esta noche. —anunció el señor Collins a su hijo. —Un paciente me ha hablado de él. Tendremos una cena elegante en el gran comedor, un show humorístico y justo cuando den las doce hay fiestas separadas por edades. No te creas que te voy a tener amarrado al lado del viejo toda la velada.
Archer le ofreció una sonrisa.
—Está bien, papá. Suena bastante entretenido.
Su hijo acababa de terminar su aventura de mochilero hacía unos días. Había llegado a casa asoleado y sonriente. Cualquiera diría que era un campista que salía victorioso después de una gran y merecida hazaña, pero su padre no le compraba el numerito por completo. Conocía a Archer perfectamente y observaba en él una metamorfosis durante el ultimo año. Le había visto ansioso, alegre, rozando la euforia y luego nada. Ni una emoción en su rostro al sentarse a la mesa para cenar. Había pensado que eso era lo peor, porque no sabía cómo llegar a él. Él no era dado a las palabras y Archer no era bueno compartiendo sus sentimientos. Entonces se llenó de irá, le escuchó iracundo en su cuarto por las noches, maldiciendo y rompiendo cosas cuando el sueño le era arrebatado. Había consultado con Annette qué sucedía, pero incluso ella se encontraba fuera.
Ahora, Archer parecía mas calmado y más repuesto. De alguna manera era como verlo entumecido. Faltaba chispa en él, faltaba su esencia relajada.
Pero su padre iba a averiguar de una vez por todas qué era lo que sucedía.
Esa era la segunda parte del plan.
—Esta noche es importante —dijo en cuanto se sentaron para dar inicio a la cena. El lugar era elegante. Ellos vestían de saco y corbata, como todos los asistentes del lugar. —He querido pasar tiempo con mi hijo, porque me preocupa.
Archer dejó a su mirada ambarina vagar por el lugar.
—¿El qué te preocupa? He finalizado el año de los más bien. Calificaciones excelentes, ni una queja de los profesores y una carta de recomendación para comenzar las prácticas como anestesista. —Miró a su padre, dándole una sonrisa de dientes perfectos. —Yo lo llamaría un buen año.
Sí, su padre no se compraba eso.
—Puedes engañarte a ti, si es que eso deseas. Pero no a mí. Soy demasiado mayor como para sentirme cómodo entre mentiras. —Le brindó un guiño que hizo a los labios de su hijo temblar. Ellos se parecían tanto que, en ocasiones, era como mirarse en un espejo. —Te he traído aquí porque te conozco, y no escaparás de mí rodeado de tantas personas.
Otra vez, Archer miró a su alrededor. Solo que, en esta ocasión, vio de verdad, no solo buscando algo que hacer.
—Hace más de un año que te dije que soy bisexual. No creía que necesitase hacerlo, pero así lo fue cuando claramente te molestó. Mi problema va por ese lado, —Archer suspiró. —he perdido un amor y ese amor es un chico. No creo que quieras saber sobre ello.
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Y entonces Archer se enamoró #2
RomanceTodos hemos escuchado de algún pobre baboso; hermoso, pero corto de luces, que va por la vida a sus anchas, hasta que se ve reducido a menos que un gusano de agua puerca cuando el amor lo golpea arrojándolo a sus rodillas. Esta es la historia de uno...