PARTE FINAL

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—Siempre te duermes después del sexo —Archer recriminó arrastrando su nariz por la mejilla de Roland.

—No lo hago... —comenzó este, solo para rectificar. —Bueno, es que tú me dejas agotado.

—Yo no hago tal cosa.

—Sí, tú lo haces. Y sospecho que es a propósito.

Archer se rio.

La rica risa profunda que Ronald amaba en secreto. Era una risa que decía todo está bien en el mundo. Se arrimó hacia él, restregando su nariz en el centro de su pecho. No le importaba verse necesitado. Él estaba necesitado. Quería impregnarse tanto de Archer como fuese posible. Le había extrañado horrores.

Ellos llevaban escondidos en el cuarto de Roland las pasadas veinticuatro horas. Habían tenido sexo tantas veces que habían perdido la cuenta. Se sentían exhaustos, los condones comenzaban a escasear y necesitaban de una ducha.

Pero con todo eso, no podían salir de los brazos del otro.

Archer estiró su mano y trazó su nombre sobre la espalda desnuda de Roland.

Mío, pensó con posesividad.

—Te amo, —dijo dejando caer un beso sobre el frío hombro. Aunque su voz era controlada, sentía la garganta abrumada con emoción contenida. —se siente tan bien poder decirlo al fin.

—¿Estás seguro? —Roland se recostó de lado para poder mirarle. Sus rostros estaban a centímetros. El cabello de Roland desordenado y pegado a su frente. Archer lo apartó con delicadeza.

—Completamente. —Asintió solemne. —¿Y qué me dices de ti?

Los ojos de Roland brillaron.

—Me pasé los últimos seis meses de mi vida intentando volver a quien era antes de ti. —Él se rio negando, recordando el desastre y el fracaso de tiempos pasados. —Un puñado de meses tratando de olvidarte, sin logarlo. Si eso no es amor, no sé lo que sea.

—Perseverancia. Testarudez. —Archer comenzó. Roland le dio un pico para callarlo.

—Si quieres que te diga que te amo, solo tienes que callarte para escucharlo. Te amo. —Y le besó.

Bueno, joder, Archer se derritió un poco más de lo que venía haciendo las ultimas cuarenta y ocho horas. Él pasó sus manos por la cintura de Roland, estrechándolo y posicionándolo sobre su cuerpo.

¿En algún punto van a dejar esa cueva? —La voz de Thomas se escuchó a través de la puerta cerrada.

Archer se rio.

—Él se escucha molesto. —comentó.

—Papá le prohibió tener la puerta de su cuarto cerrada cuando Gabe ande por aquí —informó sonriente. —Ya sabemos que ellos no pueden ser padres jóvenes, pero no es suficiente para que se desbanden en el sexo. Juro que todos en la casa sabemos cómo se oye uno de sus gemidos.

La cabeza de Archer se ladeó.

—¿Crees entonces que tu padre nos prohíba lo mismo después del pasado día?

Roland enrojeció.

—¡Oh, cállate! —Le abofeteó el pecho en broma. —He amortiguado cada grito con la almohada.

—Pues claro que lo has hecho.

Ellos se enredaron en un beso.

¿Existía el suficiente en una reconciliación?

Y entonces Archer se enamoró #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora