Va a ser como si nunca nos hubiésemos conocido.
Una vez en casa, Roland hubiese deseado poder esconderse en su habitación, lejos de la vista de todos, esconder su rostro en la almohada y dormir. Dormir por años si es que era posible. Sin embargo, eso no pudo ser. Fue interceptado por su padre en las escaleras.
—A la sala —ordenó sin dejar tema a discusión.
Allí estaba reunida toda la familia. Sus padres, junto a los de Gabriel se sentaron juntos, contritos; sus rostros considerablemente más repuestos que en la escuela. Gabriel y Thomas estaban en otro sofá. Sus manos unidas en el medio de ambos, lo que no ayudaba a su causa. O al control de Jazmín cuya respiración excitada se escuchaba revotar por la habitación.
—Todo va a estar bien. —Gabriel entrelazó su mano con la de Tommy para tranquilizarlo. —Te ves un poco verde.
—No, o sí, pero estoy bien, estamos juntos en esto.
—Por supuesto. —Gabriel besó la frente de su ahora nombrado novio. El grito de Jazmín fue tal que tuvieron que cubrirse los oídos por un momento.
—Jazmín, por favor —pidió su padre tocándose la sien con un dedo. —¿Puedes calmarte por un segundo? Necesitamos hablar esto de manera seria aquí.
—Sí, claro, claro, haz lo tuyo papi —Ella cubrió su boca con sus manos. Si quería lucir tranquila, estaba haciendo un pésimo trabajo. La mirada en sus ojos era como menos ilusionada hacia sus hermanos.
Su padre negó con la cabeza.
—Como decía... Roland, ¿qué es lo que tienes para contarnos? —Silencio. —Vamos a ver —continuó armándose de paciencia. —¿Por qué crees que es un tema que nos importaría? —Roland le sostuvo la mirada. Su padre era un hombre trabajador, tranquilo y hogareño. Estaba siempre tan metido en sus asuntos, que no había tenido tiempo para siquiera saber su opinión al respecto. —No me importa. No es algo que importe para nada. Ustedes son libres de amar a quienes quieran. Chico, chica, dinosaurio, me da igual y sé que para tu madre es lo mismo. —Tragando Roland echó un vistazo a su madre. Ella sintió hacia él. —Mientras ustedes sean queridos y respetados por sus parejas, pueden salir con un mono de tres ojos.
A regañadientes se encontró sonriendo. No había contado con eso, aunque pensándolo bien jamás había visto a sus padres discriminar a nadie.
—Dejando eso en claro, ¿quieres hablar de Archer? Y ahórrate las mentiritas de amigos. Esa carta la tiene Thomas y ya hablaremos sobre ello. —Thomas se revolvió en su asiento. Sus mejillas estaban sonrosadas al máximo, pero la sonrisa que dividía su rostro era una buena cosa.
—Está bien, Archer y yo estuvimos juntos por un tiempo, o algo así... Papá, salí con chicas. Las traje a casa y las presenté como mis novias, ¿cómo puedes estar bien con eso?
Su padre le miró con ojos entrecerrados.
—¿Qué parte del mono con tres ojos no te ha quedado clara?
Hubo una risita colectiva. Roland se sintió estúpido.
—Está bien, —probó otra vez. Se sujetó las manos temblorosas juntas. —de todos modos, no importa ya. Lo que sea que hubo con Archer no va más.
—El beso interrumpido me dijo eso. Francamente nunca vi a alguien correr tan rápido y no quiero hacerte sentir mal hijo, pero el rechazo fue bastante claro.
Y ahí estaban las lágrimas picando de nuevo.
—Papá por Dios, tienes tan poco tacto —Le regañó Jazmín yendo a consolar a su hermano. Roland permitió que ella lo jalara para un abrazo apretado, apoyando su cabeza en su hombro.
—¿Pero qué dije? —El señor Booth miró a todos los presentes, recibiendo el seño fruncido en su totalidad. —Con un demonio, vamos a cambiar de tema. Thomas, Gabriel, es su turno para hablar.
Roland apreció que la atención fuese desviada de él. Jazmín entrelazó sus manos unidas. Ella era una buena hermana.
—Pues verás papá —Thomas comenzó. Su manzana de Adán revotó al tragar evidentemente nervioso. —Gabe y yo somos novios. No hay mucho más para decir. ¿No desean lo mejor? Muchas gracias.
—Muy gracioso Tom —Esta vez fue el turno del padre de Gabriel hablar, deteniendo la huida rápida de ambos chicos. —Sienten sus traseros. Ya nos dimos cuenta de que están juntos, y no sorprende para nada. Era cosa de tiempo que se diese.
—Así es, —La señora Cazas dijo. —ustedes son tan unidos que creíamos que esto pasaba desde hace mucho.
Los chicos se miraron con ojos como plato.
—Soy heterosexual —dijo Thomas. —Solo quiero a Gabe. No me van los chicos.
—Si estás con uno, lamento decirte que si te van —Se rio su padre. Levantó ambas manos. —No sé en qué grado, no entiendo de estas cosas, pero no puedes negarlo.
—Estás equivocado, —siguió Thomas de tozudo. —no me gustan, en lo absoluto.
—Oh, como quieras. Lo que sea que mueva tu bote. —Jazmín alzó la voz. —¡Ahora bésense! —Thomas le miró estupefacto. —No te hagas, soy tu hermana mayor, te lo ordeno.
Ella no mentía al decir que quería verlos juntos.
Aprovechando que su familia se sumía en una risotada, Roland se excusó sin problemas. Se deslizó por las escaleras hasta su cuarto y una vez allí se metió en la cama, tapándose hasta la cabeza con las mantas. Estaba helado. Él estaba helado. Por dentro, en el corazón. La primera lagrima cayó directo a la almohada, se la secó furioso. Él no tenía que estar llorando. Aunque dolía.
¿Cuándo iba a parar aquello?
Era mil veces peor que una gripe. Mil veces peor que cualquier ruptura anterior que pudiese recordar.
Enterró su rostro contra las telas y se dio cuenta, muy a su pesar, que el olor de Archer estaba impregnado allí. Su perfume, el olor de sus cabellos. Evocó la imagen del chico a su lado, como un motón de veces había sucedido cuando ellos pasaban el rato. Evocó cada una de sus facciones, evocó la sensación de sus manos sobre su cuerpo y se lamentó.
En el refugio de su propio hogar, Archer hacía el mismo acto que Roland. Solo que él golpeó su almohada con el puño hasta caer exhausto y escapar así al mundo sin quiebres amorosos de los sueños.
PREPAREN ESOS PAÑUELOS, TODO EL AMOR QUE DESBORDAN THOMAS Y GABRIEL ES AJENO A ROLAND Y ARCHER.
DÉJENME SABER SUS OPINIONES. ME ENCANTAN DE TODO CORAZÓN.
¿YA VIERON LA NUEVA PORTADA? ¿QUÉ LES PARECIÓ?
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Y entonces Archer se enamoró #2
RomanceTodos hemos escuchado de algún pobre baboso; hermoso, pero corto de luces, que va por la vida a sus anchas, hasta que se ve reducido a menos que un gusano de agua puerca cuando el amor lo golpea arrojándolo a sus rodillas. Esta es la historia de uno...