Bajaron las eternas escaleras, hasta llegar a la prisión.
El ambiente era pesado, hablaba mucho sobre lo que pasaría, y se quedaría ahí. La oscuridad de la noche volvía más tétrica la situación.
Se acercaron a donde los guardias se encontraban esposando a la pared al intruso, abatido, no mostraba señales de oposición, como un cuerpo muerto, cuyo silencio no otorga. Al ver que ambos jefes se acercaba, se alejaron para retirarse, pero no sin antes recibir una indicación al oído de Ezarel. Finalmente se fueron, y el elfo se agachó para mirar a los ojos al cautivo.
- ¿Me extrañaste?- le preguntó, a Nevra le causaba gracia el sadismo que le salía al elfo en estas situaciones, pero iba a juego con su forma de ser en general. El hombre no contestó como era de saber -Ya sabes, volvemos a reencontrarnos porque no necesitamos dormir, necesitamos respuestas- mantuvo su cara de poker - Así que tendremos una pijamada toda la noche si hace falta-.
- Corta con las introducciones- quejó el vampiro hastiado.
- Tengo que hacer tiempo hasta que lleguen con la utilería-.
- ¿Qué utilería?- Ezarel solo se limitó a sonreír.
Luego de un rato volvieron los guardias, uno con las cosas de la herrería, y el otro con una caja con las cosas de la sala de alquimia.
- Ya podemos empezar- empezó a hurgar en las cosas, dejando varias herramientas en el suelo, a mano - primera pregunta, ¿Quién te ha enviado?- el hombre dudó un poco observando los instrumentos nervioso, mantuvo el silencio -¿Otra vez con lo mismo?- sacó el mechero.
- Espera, eso no- lo detuvo Nevra, y le mostró un frasco con un contenido verde poco saludable.
- Oh...- musitó alegre, tomó una cucharilla, para tomar un poco de aquel liquido. El vampiro sostuvo fuertemente la pierna del hombre, enseguida este se puso tenso.
- Sh, quieto, las cosas funcionan así- le aclaró Nevra con frialdad, Ezarel vertió el contenido sobre su pie, de inmediato el tipejo empezó a gruñir adolorido, negándose a gritar. Respiró profundamente agitado, intentando mentalizarse que el dolor solo era psicológico.
- Entonces ¿Quién te ha enviado?- repitió el elfo, el encadenado hombre, herido del orgullo meditó un poco, aquel ardor era insoportable. Pudo observar como se veían las carnes debajo la piel de los dedos de sus pies.
- ¿Conocen... a la tribu de humanos?- Ezarel miró con complicidad a su compañero.
- Sí, tenemos los rumores- dijo Nevra cruzándose de brazos, volviendo a alejarse para apoyarse contra una pared
- Soy parte de ellos-.
- Bien, siguiente pregunta ¿Cómo conseguiste ingresar al C.G.?- prosiguió el elfo.
- Entré como un refugiado tras el incidente de la hamadriade- Ezarel lo miró al vampiro frunciendo el ceño, y mientras este contaba con sus dedos mientras siseaba.
- Ha pasado un tiempo, bueno, ¿Qué pretendías intentando asesinar específicamente ella?-.
- Yo no la quería matar- contestó desconcertado. Nevra se acercó con una peligrosa ira contenida, pero de inmediato lo detuvo Ezarel.
- ¿Acaso ahoracarla en sus sueños no es un intento de homicidio?- casi le escupió el vampiro con broncas.
- Ese no era su cuerpo, era el arraigue de su ser y su cuerpo real- aclaró altanero, como si fuera lo más básico de la educación primaria.
- ¿Viste las marcas en su cuello imbécil? Se las hiciste tú- dijo todavía con más furia, el elfo con el reverso de su puño golpeó el pecho de él, indicándole que se calmara. En respuesta tuvo un suspiro hastiado.
- Aparente no eres muy astuto...- comentó Ezarel.
- Yo no la iba a matar- dijo todavía más cortante, bufando.
- Inclusive la amenzaste con que la ibas a matar- susurró Nevra.
- Pf, a su ser vagante sí-.
- A ver, a ver si estoy entendiendo, pretendías matar a su alma, ¿pero no a su cuerpo?- reiteró el elfo frunciendo el ceño.
- Sí- contestó seguro.
- ¿Qué te fumaste?- preguntó sin comprender toda esa ilógica -¿Acaso sabes que un cuerpo sin ser es solo un manojo viviente? ¿Qué pretendías? ¿Eres retrasado?-.
- ¡Eso pretendía!- aclaró para salvar lo que le restaba de dignidad.
- ¿Para qué o qué quieres un cuerpo que no es capaz de responder, inútil, que solo sirve para respirar...?- Ezarel quedó recalculando unos segundos. El hombre quedó en silencio. El elfo agarró la pinza de hierro y la puso a calentar con una mirada severa.
- En la tribu solo hay dos mujeres-.
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Me haces feliz. (Nevra)
RomanceNevra gusta de pasar de cuello a cuello, cama a cama. Su vida es así, su belleza se lo permite. Pero desde que llegó Gardienne, la humana, recurría a esos pasatiempos con menos frecuencia, ella era aún más atractiva, cuya sangre sabía que era del...