Capítulo 26

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 Sus horas de agonía pronto dejarían de arruinarla, pocos era los días para el gran cierre.

 Allí se encontraba ella junto a sus dos guardianes, debatiendo en un silencio incómodo junto a la guardia brillante en la sala del cristal, bien temprano por la mañana.

- No, no entiendo- insistió Gardienne, frotándose el ceño.

- Es como que tienes que hacer, así y así...- explicaba Ykhar nerviosa, y rojisima, mientras revoloteaba sus brazos de un lado a otro, avanzaba y giraba sin ton ni son- Aghh, Eweleïn, explicale tú- rogó la coneja.

- Yo solo me sé mi parte, sabes que no me agrada esto de las danzas- le rechazó. La pelirroja miró a sus líderes, quienes se encogieron de hombros, por más que lo hayan bailado, la falta de práctica deterioraba las habilidades con el tiempo.

  Sus alas revoloteaban intentando comprender que era aquella especie de danza. Entendía su significado, liberar el alma del Cristal, siendo segundeada por sus respectivos guardianes, sin embargo aquellos pasos, eran tan desintonizados. Sin música para demostración solo veía como fingían aletear con los brazos y pegaban saltos a lo tonto, una escena ridícula sinceramente. Se indignaba de la poca calidad artística que tenían en esa rama.

 La líder meneó sus colas con nervios, y se frotó las cienes.

- Llámalo- le ordenó a Kero.

- Pero, él todavía se está recuperando. Su humor por las mañanas es aterradora- dijo preocupado, pero enseguida obedeció ante la mala mirada de ella. Se fue a zancadas saliendo de la sala del Cristal.

- ¿A quién va a llamar?- preguntó ella curiosa, observó a todos esperando respuestas. Se quedaron en silencio, y vio que Valkyon se encontraba especialmente incómodo ante la aparente decisión.

 Luego de unos minutos, aparecieron unos pertenecientes al cuartel, con unos instrumentos bastante extraños. Tras de ellos Nevra.

- No me puedo perder esto- dijo divertido Ezarel que apenas entraba.

- A ver, a ver, a ver -comenzó el vampiro avanzando entre las personas, hasta que se detuvo en seco en el medio del salón- ¿Qué pasa acá?- Gardienne levantó la mano tímida.

- Yo no estoy entendiendo el baile- le explicó.

- No te preocupes bebé, ya llegó Nevra- le dijo coqueto mientras se acomodaba el cabello - Dime, ¿Ya has bailado antes?-.

- Fui a una academia de danzas durante mi adolescencia- contestó, todos la miraron desconcertados -Ya saben, una escuela- siguieron mirándola - Digamos que mi madre quería compensar las clases de defensa con algo más "femenino"- todos asintieron comprendiendo.

- Eso es bueno- le guiñó el ojo (o parpadeó), y luego comenzó a marcar el compás,  y señalándolos con la palma, los músicos comenzaron a tocar una melodía lenta pero con cierto atisbo de percusión, algo así como el latido de un corazón. Siguió con aquel ritmo marcado, enseguida ella le imitó, alegrándose de que la música fuera un idioma que compartieran.

Nevra miró con complicidad a Valkyon y Eweleïn, quienes cruzaron miradas y se acercaron a él.

- Escucha atentamente- reiteró el vampiro, ella le prestó atención - el centro de tu baile es aquí- dijo señalando sus caderas -de aquí nacen todos tus movimientos- la humana observaba atenta como Nevra meneaba la cadera ante cualquier movimiento que le prosiguiera, empezaba a entender - acuérdate, los movimientos de tu cadera deben desencadenar en la cintura, para luego realizar el movimiento- dijo antes de ejemplificar demostrando la maleabilidad de su cuerpo.

 Gardienne se puso en frente de él, para imitar sus movimientos, e intentar captar el ritmo junto a él.

 Solo fueron segundos en que se convirtieron en un compás, danzando por los carriles de un pentagrama vacío, dando cada tanto saltitos al pizzicato, y al mismo tempo, el contraste de sus cuerpos bailantes, que casi rozaban de forma peligrosa, se sumían en una armonía. Ambos se encontraban hipnotizados por los vaivenes del uno en el otro, entre sus miradas deseosas había cierta atmósfera de provocación, desafiante, casi competitiva. Aunque sus movimientos fueran igual de improvisados que una tocata, completamente guiados por los sentimientos que revoloteaban en sus respectivos corazones, se desenvolvían por el salón como si de los arpegios de un piano se tratara. Pronto la nota más sentimental, sostenida, el vibrato hizo su estrellato, resonó en el interior de ambos, sin dejar diferenciar las vibraciones que emitían sus pechos. Y dejando a libre interpretación de los bailarines su pieza final, terminaron ambos por unirse en una eterna fusa.

 Ambos se miraron respirando agitadamente.

 Escucharon aplausos.

  Nevra mientras se corría el sudor de al frente la miró de reojo, ella llevaba una sonrisa deslumbrante en su rostro. Se sonrió.

- Muy lindo todo, pero...- dijo el vampiro mientras despabilaba los sentimientos. Miró con seriedad a Valkyon, quien enseguida se tensó- TÚ- el peliblanco tragó saliva - Tenemos mucho trabajo que hacer-.

- ¿Eh? ¿Por qué?- preguntó Gardienne.

- Valkyon nunca ha sido Guardián- le susurró disimuladamente Eweleïn al oído. La humana le devolvió la mirada - desde siempre que Nevra porta ese lugar- eso explicaba sus habilidades pensó la humana.

 El resto de la mañana se quedaron todos viendo como el vampiro le enseñaba y exigía al peliblanco mientras le daba clases de baile. No podía quitarle los ojos de encima a esas caderas, a como su torso se doblegaba con fluidez, ni tampoco evitar ver a su traserito bien parado cuando hacían ejercicios de cintura.

  Era una escena graciosa.



     Antes que ella pudiese terminar de cabecear ese sueño que le invadía, un espasmo le atacó el tórax, fue extraño e inesperado. El resto del día sintió un mal augurio invadiéndole los pensamientos.


Me haces feliz. (Nevra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora