Libre como el viento, corrió hacia los jardines. Estaba cansada de tenerle todo el día encima, aunque fuera ese su trabajo, era simplemente agotador.
Trotó hasta el cerezo milenario.
Unos pasos estruendosos irrumpieron su siesta, no eran irreconocibles, sabía bien quién era. Sonrió mientras fingía seguir durmiendo recostado sobre el árbol.
Escuchó atento como la intensidad de sus pisadas iba disminuyendo, sintiendo casi como se ponía de puntitas, pensando en que había mejorado la técnica. Más cerca, pudo oler muchos aromas que no pertenecían a ella, muchísimos.
Esperaría a que su curiosidad le hiciera caer en su trampa, en cuanto la tuviera a la cara, le asustaría.
Pero su columna lo traicionó, un escalofrío lo enderezó de pronto al sentir el aliento de ella como brisas calidas en su cara.
Abrió su ojo, y observó como su humana le miraba impactada, sin creer lo que había pasado.
- ¿Te he asustado?- preguntó casi murmurando. Enseguida él se acomodó y fingió relajación, como si aquello nunca le hubiera detenido el corazón.
- Pf, sabía de ti desde que pisaste el jardín- dijo en confianza.
- No parecía eso hace un momento- replicó.
- Ni piricíi isi hici in miminti- le burló. Ella revoleó los ojos, y lo empujó de costado con diversión, obligándole a recostarse en las raíces del árbol - ¡Ey! ¡Eso es abuso! No me puedo defender-.
- Es la idea- respondió con malicia, se arrodilló a su costado para golpearle agresivamente, sin utilizar mucha fuerza, aunque eso fuera solo una excusa para tocarle - ¡Admite que te he ganado!- exclamó. Nevra riendo se fue arrastrando de espaldas agilmente, pero enseguida ella le montó encima usando sus piernas para trabar su cintura.
Se observaron un rato, hasta que él dio un golpe con su cadera, haciendo que ella pierda el equilibrio. Safó veloz, y se alejo ocultándose detrás del árbol.
Se levantó, y se acercó de nuevo a él. Nevra observó sus labios, cuales estaban hinchados y rojos de tanto besar.
- Ven, acércate- le pidió de forma imperativa extendiendo sus brazos, él no dudo, de dos zancadas estaba frente a ella. Gardienne tomó su rostro, y lo acercó, sus palmas pudieron sentir como las mejillas de él se entibiaban. Besó su frente con una sonrisa en los labios, intentó tardarse más de lo normal, que fuera un pequeño momento eterno para sus recuerdos. Luego pidió su mano, él se quitó su guante, y se la tendió.
Los cosquilleos recorrieron su cuerpo, como un río de plumas, que emanaban de aquel beso que colocaba ella en la palma de él. Antes de separarse, Gardienne le dedicó una mirada, tan repentina que le atravesó el pecho como una flecha.
Finalmente, ella le hizo el signo de la cruz.
- ¿Qué fue eso?- preguntó confuso, pensó en que lo había hechizado o algo así.
- Estás bendito- le aclaró, revisó en su escote (Nevra no disimuló al mirar), y sacó una galletita que tenía de reserva allí guardada, se la tendió frente a su boca. Él, observó la galleta, luego a ella, y sin apartar la mirada, le dio una sensual lamida al aperitivo, para luego succionarlo y tragarlo de un bocado.
La referencia era clara. Gardienne luego de pensar unos segundos comprendió el mensaje subliminal. Le dio un golpecín en el hombro.
- Tu me provocaste- se excusó él - fue como pretender que el orejudo no te robe la miel que descuidaste en su presencia-.
Ella se limitó a bufar, mientras se iba caminando, esperando a que Valkyon no le diera una fuerte reprimenda.
Su jornada continuó al pasar de los días, su rutina estaba establecida. Levantarse, bañarse, comer, alistarse, besar, comer, besar, comer, cenar, ir a dormir. Y así sucesivamente, seguía acumulando en la mesita de luz, los envases de vidrio de las cremas para aliviar la hinchazón de sus labios.
Hacía rato no veía a nadie más que a su líder, o a la guardia brillante. Tal vez a un par de personas del cuartel que venían por la bendición como Alajéa. A pesar de que sentía bello ocasionar cierta felicidad en las personas que bendecía, empezaba a encontrar aburrido todo esto, era como ir a trabajar.
Extrañaba las misiones, la acción.
¿Cuánto tiempo ya? cinco días. Cinco días de los cuales él volvía a pasar a segundo plano, siempre lo mismo "¡Hola Nevra! ¡Chau Nevra!" y se iba del brazo de su jefe. ¿Acaso eso eran celos? ¡Claro que no!... bueno sí.
El vampiro meditaba sobre aquello medio tendido sobre la mesa en la Sala de Alquimia, mientras el elfo preparaba alguna infusión.
-¿Y?- cuestionó el orejudo chequeando una probeta.
- ¿Qué?- preguntó confuso. El elfo le dedico una breve periférica mirada.
- Sobre ella-.
- ¿Qué pasa con eso?- "mierda que para hacerse el tonto tiene talento" pensó Ezarel hastiado.
- ¿Cuándo la invitarás a salir?- tiró la bomba. El vampiro se enderezó de pronto.
- ¿Por qué debería? Disfruto de esta incertidumbre de ser o no ser amantes- contestó acomodándose el pelo coquetamente.
- Pero a ti te gusta ¿o no?-.
- No sé si tanto así como gustar...- el elfo elevó una ceja - lo sabré la próxima vez que la vea- concluyó finalmente.
Se había acostumbrado a tal manera a aquellos sentimientos, que se había olvidado lo estaba naciendo dentro de él.
Salió un rato afuera, se apoyó en el barandal, y como si la hubiese invocado, ella apareció saliendo del pasillo de las guardias junto a su jefecito. Cuando ella se percató de su presencia, Nevra le tiró un besito, ella lo captó y se lo colocó en los labios antes de salir hacia el mercado.
Luego de unos segundos procesando aquella situación, volvió a entrar en la sala de Alquimia.
- ¿Y?- reiteró Ezarel.
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Bueno sí, me tardo mucho. Sé lo que va y tiene que pasar, pero me cuesta conectar los escenarios, no sé why ;A;
Pero bueno, porfin llegué ahr
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Me haces feliz. (Nevra)
RomanceNevra gusta de pasar de cuello a cuello, cama a cama. Su vida es así, su belleza se lo permite. Pero desde que llegó Gardienne, la humana, recurría a esos pasatiempos con menos frecuencia, ella era aún más atractiva, cuya sangre sabía que era del...