-¡No puedo creer que hayas comido tres rebanadas de pizza sin detenerte!.- La miré asombrada y ella rió por mi reacción.
-Me gusta mucho la pizza y lo sabes. Tú madre solía cocinarla para nosotras cuando éramos niñas.- Recordó pensativa limpiando la comisura de sus labios con la servilleta.
-Sí. A ella le encanta que estés en casa.- Comenté y ella alzó una ceja viéndome fijamente.
-Amaba ser tu vecina.- Reconoció sin dejar de mirarme, ya llevamos casi toda la tarde en aquel restaurant charlando animadamente sin nadie que pudiese interrumpirnos.
-Y yo amaba que lo fueras.
-Justin y yo no soportamos a la irritante señora Snow. Se la pasa quejándose por lo que sea.- Dijo con exasperación causándome gracia con su actitud.
-¿No quieres ir a casa? Mamá estará encantada de verte allí.- Moví ambas cejas intentado convencerla y ella rió ante mi método.
-Claro.
Reímos durante todo el camino hasta mi casa a causa de sus malas bromas y mis constantes burlas hacia ella por culpa de éstas. Al abrir la puerta de casa la voz de mi madre nos recibió anunciando que se encontraba en la sala.
-Hola mamá. Mira a quien he traído hoy.- Mencioné entrando en la habitación con Camila junto a mí, mi madre dejó de ver la revista que tenía entre manos poniéndose de pie rápidamente.
-¡Camila! ¡Pero que hermosa estas!.- Muy hermosa a decir verdad.
-Muchas gracias Ellen. Tú no te quedas atrás, los años no han pasado por ti.- Halago la castaña separándose del efusivo abrazo que había compartido con mi madre.
-¿Cómo están tus padres?
-Pues muy bien, gracias por preguntar.- Sonrió cordialmente.
-¿Quieren algo de cenar?.- Preguntó mi madre acariciando levemente mi mejilla.
-Hemos comido pizza pero gracias mamá.- Tomé su mano delicadamente besándola en la palma.
-Bueno entonces creo que iré a casa de Ester. Hoy es noche de juegos así que no me pongas esa cara.- Me señaló con un dedo y yo rodé los ojos.
-Estaremos en mi habitación. Tú sólo cuídate ¿Si?.-Dije conduciendo a Camila escaleras arriba.
-Se ve bien.- Comentó en cuanto cerré la puerta de mi cuarto luego de que ella se adentrara escudriñando con ojos curiosos su alrededor.
-Trato de hacer que lo esté. Siento olvidar que no estaría en casa.- Me disculpé pero ella le restó importancia al asunto.
-Eres una hija excelente de eso no hay duda.- Dijo y le sonreí antes de tomar asiento junto a ella en mi cama- ¿Recuerdas cuando éramos pequeñas y tú solías hacerme cosquillas?
-No muy bien.- Dije luciendo pensativa- Era algo como.....¿Esto?.- Pregunté antes de abalanzarme sobre ella picando su estómago haciéndola reír a carcajadas atrapándola bajo mi cuerpo.
-¡Detente!.- Gritó con desesperación tratando de detener mis escurridizas manos.
-¡¿No te escucho?! ¡¿Qué fue lo que dijiste?!.- Grité de regreso sin detenerme ni un segundo.
-¡Por favor! ¡Ya basta!.- Eso fue suficiente para detenerme y permitir que nuestras respiraciones se normalizaran.
Me di cuenta de que su rostro estaba a tan sólo centímetros del mío y me repetí mil veces las palabras de Ally y Joshua pero algo me impulsó a acabar con la distancia uniendo sus labios con los míos de manera hambrienta. No tardó en corresponderme tomándome por sorpresa, enredó sus dedos en mi cabello y yo sostuve mi peso apoyando ambos brazos a los costados de su cabeza. Mi lengua se encontró con la suya en milésimas de segundo y comenzamos a compartir fluidos como si de una cuestión vital se tratase.