-No fue tan malo venir aquí después de todo ¿No?.- Preguntó la morena cerca de mi oído.
-Ahora que estás pegada a mí con ese hermoso vestido todo parece ir mejor.- Halagué escuchándola soltar una pequeña risa- Además, extrañaba a Nana.
-Es una mujer increíble.- Y claro que lo era, por eso la adoraba.
-Mi padre está comportándose, eso es muy raro tratándose de él.- Murmuré mientras continuábamos moviéndonos al compás de la música- Aún no ha utilizado su oportunidad para atosigarme con su clásico discurso de padre del año.
Creo que había hablado demasiado pronto, porque la música se detuvo dando paso a la voz de Octavio a través de un micrófono. Estaba de pie en medio del gran jardín con una copa en la mano y una enorme sonrisa digna de una campaña publicitaria. Todos prestaron atención para poder ser testigos del próximo discurso del senador Octavio Jauregui.
-No quiero alardear pero estoy demasiado orgulloso de mi hijo Evan, espero seas muy feliz junto a tu querida esposa hijo.- Dijo a través del micrófono sosteniendo la copa en dirección del castaño- Además quiero darles las gracias por estar presentes en este día tan importante para familia Jauregui.
Mi cuerpo se puso tenso en cuanto lo vi de pie con aquella fachada de padre de familia y aquella tensión parecía aumentar con cada palabra. Camila sostenía mi brazo con una mano y la mirada de London cayó sobre mí temiendo tanto de las palabras del político como de mi reacción.
-Mi hijo mayor contrajo matrimonio y mis otras dos hijas han asistido para presenciarlo. Estoy muy orgulloso de ustedes tres, y agradezco que sean parte de mi familia.- Maldita hipocresía la suya, pensé liberándome con suavidad del agarre de la castaña.
-¡Es muy conmovedor de tu parte papá!.- Exclamé avanzando un par de pasos en su dirección mientras daba aplausos secos- Pero te equivocas con tus alardeos. No eres mi familia, no formaste parte de mi vida, y si estoy aquí es por Evan y por las insistencias de ella.- Señalé a London con un dedo.
-Lauren, por favor.- Vocalizó mi hermana apenas audible pero la ignoré.
-Aguarda, ya casi acabo.- Dije tranquilizándola antes de dar una mirada a todos los presentes- Probablemente crean que mi padre es un hombre ejemplar, pero se equivocan. Me abandonó cuando era demasiado pequeña y desde entonces se ha dedicado a criticar todo lo que hago o dejo de hacer.
-No es el momento.....- La voz de Camila fue interrumpida por la de Evan quien se acercó a mí dando zancadas.
-El resentimiento no te deja en paz ¿Verdad?.- Preguntó con los dientes apretados tanto como los míos- Creí que era una buena idea tenerte presente y de verdad lo quería, pero lo estás arruinando.
-¡Oh que desconsiderada! ¡Me disculpo por echar a perder otra parte de tu perfecta vida!.- Grité no esperándome lo que recibiría como respuesta.
Alaridos y gritos ahogados fue todo lo que oí mientras me tambaleaba hacia atrás a causa del golpe que Evan me dio. Podía escuchar que decían mi nombre repetidas veces pero no hice caso y me abalancé en contra del castaño provocando que ambos cayésemos sobre el césped mientras nos arremetíamos golpes.
-¡Evan ya basta!.- Esa voz. No quería escucharla jamás, así que di otro puñetazo al rostro de mi hermano mientras yacía a horcajadas sobre él.
-¡Sepárenlos!.- Alardeó en pánico la esposa de mi padre.
Unas manos tomaron mis brazos jalándome hacia atrás con esfuerzo mientras yo luchaba por liberarme para regresar y seguir golpeando al chico tendido en el suelo. Su traje color kaki estaba lleno de rastros de tierra y césped y su nariz no dejaba de sangrar. Me liberé del agarre de Marcus y aquel hombre que no conocía y antes de que pudiese avanzar, Camila apareció en mi campo de visión tomando mi rostro entre sus manos.