Ese grito desgarrador mezclado con el llanto de mi madre atravesaron todos los demás provocando que soltase a Marcus y me quedase quieta en mi lugar con la respiración agitada. Mi corazón latía a mil mientras intentaba respirar con normalidad tratando de asimilar lo que había escuchado segundos atrás. Me gire lentamente para encontrarme con el rostro empapado en lágrimas de mi madre y las caras de impacto de Camila y London.
-¿Qué has dicho?.- Pregunté apretando los puños a mis costados.
-Que soy tu padre Lauren.- Respondió el hombre tendido en el piso y recargado contra el costado de la isla pero decidí ignorarlo.
-¿Qué has dicho?.- Pregunté otra vez apretando mi mandíbula y sintiendo rechinar mis dientes.
-Marcus es tu padre.- Respondió en un sollozó.
-No puede ser.- Tomé mi cabeza con ambas manos sin poder creerlo- ¡Me has mentido por veinticuatro años!
-Te hemos mentido.
-¡Tú cierra la boca hijo de puta!.- Exclamé girándome a verlo con furia inyectada en mis ojos- Eres una mujersuela ¿Lo sabes? Has arruinado mi relación con mi padre por un maldito capricho, ¡Y no me refiero a él!
-Hija....- Susurró apenas audible.
-Espero saques a esta basura fuera de aquí.- Señalé al abogado y negando con la cabeza en desaprobación melancólica pasé de ella regresando con grandes zancadas escaleras arriba.
Mi respiración pesada se oía por todo la habitación mientras yo daba vueltas por ésta apretando mis puños a mis costados escuchando el tronar de mis dedos. Un puñetazo directo al concreto que ya estaba agrietado por mis arrebatos y todo el cuarto se estremeció. Debes tranquilizarte, piensa en Camila, esto no le hace bien al bebé Lauren. Pero entonces la imagen de mi padre vino a mi mente y todos mis pensamientos fueron callados. Me calcé unas zapatillas deportivas y una sudadera, tomé las llaves del auto y mi móvil antes de dejar la habitación con un portazo tras de mí.
En cuanto descendí las escaleras noté que London y mi madre seguían en la cocina, Camila salió de ésta al tiempo en que yo miraba en esa dirección. Pero sólo desvíe la mirada y continúe con mi camino hasta salir de la casa escuchando a su voz llamándome a mis espaldas. Los neumáticos derraparon sobre el asfalto provocando un chillido ensordecedor mientras yo aceleraba por las calles de la ciudad. Las lágrimas llenas de rabia estaban envolviendo mi rostro en aquel momento y mis puños se cerraban con fuerza alrededor del volante. Necesitaba llegar ahí lo antes posible, y en un pestañeo estuve deteniéndome frente a aquella gran casa ubicada en ese refinado barrio.
Pero eso no me importó en lo absoluto como lo habría hecho en otra circunstancia. La lluvia había comenzado a caer sobre el parabrisas del coche, tomé el móvil entre mis manos algo temblorosas y marqué su número.
-¿Lauren?
-Papá.....- Murmuré con la voz más ronca de lo normal a causa del nudo en mi garganta.
-¿Hija estás bien? ¿Qué sucede?.- Preguntó preocupado, el sólo hecho de escucharlo llamarme así me estremeció.
-¿Puedes salir? Estoy aparcada frente a tu casa.
-¿Estás aquí?.- El asombro en su voz fue evidente, y sólo pude asentir olvidando por completo que no podía verme. Miré en dirección a la casa a través de la ventanilla y noté algunas luces encenderse- Estoy saliendo, no te muevas.
Su silueta se hizo presente en el sendero de su enorme jardín delantero decorado con miles de arbustos, dejé el coche sintiendo de inmediato la lluvia caer sobre mí. Las lágrimas que habían soltado se confundieron con las gotas de lluvia empapando mi rostro, entorné los ojos y lo noté acercarse con rapidez.