La música se había convertido en un escape de todo lo que la rodeaba. Le encantaba componer y cantar, pasaba horas acariciando los acordes de su guitarra y se presentaba por las noches en un tranquilo bar de la ciudad. Su inspiración estaba a centímetros de ella desde hace años, pero desgraciadamente no le pertenecía. La chica de ojos marrones se había convertido en su amiga y la había enamorado con su dulzura e inocencia, pero al parecer la castaña no había prestado la mayor atención en la ojiverde quien se hallaba profundamente cautivada por su belleza. Hasta que una noche de invierno un acontecimiento terminará ligándolas para siempre.