Salió con paso rápido y ligero al estacionamiento del edificio y entró a su auto con elegancia, tratando de ocultar cualquier signo de desesperación que pudiera salir de sus poros. Se miró en el espejo retrovisor para comprobar que todo estaba bien, se acomodó el cabello con toque galán y arrancó el auto para irse a su próximo destino: A visitar al hermoso joven de ojos verdes que lo tenía tan locamente atontado.
Desde el día del parque, Harry y él habían sido un poco más que amigos, iban a comer siempre que podían, salían a escondidas de Draco y, muchas veces, iban al departamento de alguno de los dos. Nada grande pasaba cuando se encontraban completamente solos, pero algún día Tom lograría que pasara lo que su cabeza siempre ha querido hacer, aunque lo que realmente esperaba era que Harry dejara al estúpido de Malfoy para irse con él.
Condujo hacia el departamento de su no-pareja con algo de prisa, había una pequeña posibilidad de que estuviera ahí, pero lo único seguro era que Malfoy no estaría presente, una de las ventajas de trabajar con Lucius era que esté soltaba información sin importancia, información como que su hijo tenía una junta de trabajo ese sábado.
Llegó al lugar en tiempo récord y subió las escaleras una vez que el guardia lo reconoció. Rezó a cualquier divinidad a que su querido profesor estuviera antes de tocar el timbre de la puerta número ocho.
Mordió su labio cuando no escuchó ruido alguno del otro lado de la puerta y volvió a tocar el timbre.
Después del cuarto intento decidió acumular la mayoría de su esperanza y picar por quinta vez el pequeño botón del timbre. Ya estaba dispuesto a irse resignado cuando escuchó los pasos de adentro del departamento.
—¿Tom? —cuestionó el menor abriendo la puerta. El nombrado casi se atraganta con su saliva al ver cómo el joven se removía en su lugar algo incómodo, sólo portando una camisa demasiado larga cubierta de pintura y sus bóxers negros— No sabía que ibas a venir, estaba algo ocupado... ¿Gustas pasar? No está Draco, así que no le veo mucho probl...
Tom dio un paso al frente y atrapó los labios del contrario en un delicado beso, el cual fue correspondido con ternura por parte de Harry.
—Lamento no haberte mandado un mensaje —susurró sobre sus labios con una ligera sonrisa—. Pensé que no estarías.
Harry negó con la cabeza con un sonrojo adorable en sus mejillas, desde hace mucho que ya no trataba de ocultarlo, simplemente se dejaba admirar por los zafiros que lo admiraban con tanta dulzura.
—Este sábado decidí quedarme en casa a disfrutar el tiempo libre —se encogió de hombros cerrando la puerta detrás de Tom justo cuando éste entró—, la próxima semana empiezan los exámenes y no tendré mucho tiempo para disfrutar la vida... ¿quieres algo de tomar? ¡Oh! Tengo pastel de dulce de leche, ¿no gustas comer un poco? —empezó a atacar segundos después.
Rió para sí mismo cuando Harry se dirigió hacia la cocina del lugar y empezó a buscar en el enorme refrigerador. No podía negar que la vista de un Harry agachado era espectacular, pero en ese momento no estaba -mágicamente- prestándole atención al trasero que se movía mientras sacaba el pastel, sino deleitándose con la voz del joven, quien era muy hablador. Tom adoraba oírlo, no lo negaría. El azabache era de esas personas que hablaban cosas demasiado interesantes aunque realmente no sean interesantes, simplemente hablaba de cualquier cosa con una pasión impresionante.
—La profesora Granger me lo regaló —explicó empezando a sacar platos y cubiertos—, cuando eramos adolescentes le enseñé a hornear este mismo pastel y, como hace poco fue el aniversario de nuestra amistad, decidió hacerme uno, es adorable, ¿no? —preguntó sonriendo con cariño. Tom sólo asintió mientras se sentaba en uno de los bancos que había del otro lado de la barra que separaba la cocina y el comedor— Estaba pensando regalarte un poco cuando te viera, recordé que te gustaba mucho el dulce de leche y yo no me iba a comer todo el pastel solito.
—¿Solo? ¿Draco no...?
El ojiverde soltó un suspiro dramático.
—No le gusta, algunas veces no recuerdo porqué sigo estando con él —bromeó sin darse cuenta de lo que decía hasta que escuchó un "yo también" por parte del pelinegro—. Tom...
—Ya, perdón —siseó con amargura agarrando un tenedor y trinchando un pedazo de pastel—, aunque debemos de admitir que es un pensamiento valido, ¡ni siquiera sabe cómo hablarte!
—Claro que no...
—Harry —calló mirándolo fijamente. El nombrado sólo se mordió el labio y miró el piso apenado, Tom casi pudo ver las lágrimas llenar sus ojos—, te conocí en un bar, donde él te dio completamente la espalda para hablar con sus amigos... A todo esto, ¿por qué estaban en el bar?
—Era nuestro aniversario —susurró tan bajo que se tuvo que acercar para escucharlo—, estábamos celebrando cuando se encontró con sus amigos...
Tom apretó sus dientes con enojo.
—¿Sabes? Yo realmente me pregunto porqué sigues con él —siseó con enojo—, ¿a qué clase de idiota se le ocurre dejarte a un lado? ¡Es realmente ridículo! No puedo ni creer cómo te puede siquiera ignorar, yo muchas veces he intentado hacerlo para poder concentrarme en mi trabajo y no puedo —declaró dejando su tenedor, perdiendo el apetito de un momento a otro.
—Perdón —balbuceó el joven tapándose sus ojos, para segundos después empezar a limpiarse diminutas gotas que recorrían sus mejillas. Tom se preocupó en ese momento—, cuando lo conocí era... bueno, no puedo decir que era mejor, pero empezó a mejorar, y todo por mí —hipó ligeramente, el ojiazul se levantó de su lugar y se dirigió a él con delicadeza—. Empezó a poner atención en clases, dejó de burlarse de las otras personas, me compraba pequeños detalles algunas veces... pero desde que Lucius le avisó que sería el siguiente director de Ravenclaw volvió a caer en su arrogancia, no como antes, ahora sólo lanza miradas de superioridad y se cree capaz de conseguir todo...
—Ya, cariño —susurró abrazándolo con dulzura, recargando su mejilla en su cabello—. No debí insistir, sólo... sólo quiero lo mejor para ti. —el menor se sujetó con fuerza del traje del empresario, escondiéndose en su cuello— Shh —susurró besando la frente del menor, notando algo que no había estado ahí desde que lo conoció—... ¿Harry? —el menor miró confundido al más alto por su repentino cambio de voz mientras se separaba para limpiarse las lágrimas que salieron sin su permiso— ¿Y esa cicatriz?
El menor ladeó un poco su cabeza antes de sonrojarse nuevamente, como si hubiera olvidado todo el drama que había pasado momentos atrás y tapó dicha cicatriz con su cabello, mordiéndose el labio nervioso.
—La tengo desde que cumplí un año —contestó avergonzado, como si esa cicatriz lo hiciera parecer a un monstruo—... Yo, no, bueno... Sólo olvida que la tengo, ¿va?
Tom frunció el ceño.
—¿Por qué? —cuestionó sujetando una de sus manos y quitando el cabello que tapaba la cicatriz en forma de rayo en la frente del menor— No tiene nada de malo... ¿por qué nunca te la había visto?
—La escondo con maquillaje —declaró poniéndose al rojo vivo, Tom no entendía porqué—. Draco dice que es fea...
—¿Qué? —interrumpió atónito— Te ves... hermoso, te hace aún más especial de lo que eres —susurró acariciándole la mejilla—. Que Malfoy se vaya al diablo, tú te ves hermoso aun con una camiseta blanca y bóxers negros.
En ese momento Harry lo miró con intensidad. Verdadera intensidad. Nunca lo había mirado así, sin mencionar que nadie le había lanzado una mirada así en toda su vida. No duró mucho para que el hermoso joven frente suyo soltara una carcajada y se arrojara sobre él con cariño y adoración. Tom no sabía con exactitud qué había hecho para merecer dicha acción, pero le agradeció al Dios que le haya escuchado por apiadarse de él.
—¿Sabes? —ronroneó el ojiverde en su oído— Yo siempre me he preguntado si el gran Tom Riddle se vería igual de bien sin tanta ropa puesta.
Y volvió a agradecer, esta vez por tener la estupenda oportunidad de llevar al asombroso maestro de Letras del prestigioso Colegio Hogwarts a la cama, y no cualquier cama, sino la misma que compartía con el estúpido de Draco Malfoy.
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El amante.
FanfictionAlgunas veces uno se cansa de ser el plato de segunda mesa, y Tom Riddle no está dispuesto a ser el segundo en la vida de Harry Potter. Los personajes pertenecen a la escritora J.K. Rowling. Temática chico x chico. Si nunca has leído este tipo de hi...