|| Catorce ||

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—Draco —la voz detrás de él llamó su atención.

Dio media vuelta y miró a su pareja sonriéndole con cariño, eso tranquilizó un poco al mayor, quien rápidamente se acercó a él y lo jaló de la mano para llevarselo al pequeño balcón del lugar.

—¿Dos horas y media y ahora me saludas? —cuestionó molesto el rubio— ¡Todo el tiempo con Riddle!

Eso hizo que los labios de Harry se fruncieran molesto.

Señor Riddle, Draco —corrigió cruzando sus brazos a la defensiva—. No seas tan maleducado.

—¡Al diablo la educación, Harry! —explotó acercándose al nombrado, quien simplemente dio dos pasos para atrás ante el comportamiento de su novio— ¡Estuviste todo el rato con ése! Dios, Harry, ¡te besó el cuello! —Harry abrió los ojos ante eso, no creyó que Draco le viera cuando pasó eso, así que no hizo más que reír por las pequeñas cosquillas que había ocasionado el beso de Tom— ¡Te tomó de la cadera! Joder, estaban tan juntos que dudaba que el espacio personal existiera entre ustedes dos.

—Draco...

—Todos creen que hemos terminado y que estás saliendo con Riddle, Harry —siseó molesto—... ¡No...!

—Terminamos —soltó Harry mirándolo con tranquilidad, casi inocencia, haciendo que Draco no pudiera enojarse al ver esa cara tan hermosa que poseía el azabache.

—¿Qué...?

—Esperé dos años a que cambiaras —empezó el menor sonriendo de forma dolida—, que no me ignoraras, que me tomaras en cuenta en alguna de las miles de salidas que llegamos a tener. Fiestas, eventos, juntas, comidas... ¡aniversarios! —soltó frustrado—. En nuestro aniversario me dejaste solo para platicar con Theo.

—Y te fuiste con Riddle —soltó molesto el contrario.

—Y conocí a Riddle —corrigió mordiendo su labio inferior. Hasta ese momento Draco no había notado las pequeñas lágrimas que querían salir de los ojos esmeraldas—. Riddle, quien me comprendió. Riddle, quien me preguntaba cómo estaba. Riddle, quien simplemente me abría sus brazos para un abrazo cuando me olvidabas. Quien me invitaba a comer y estaba atento a cada cosa que dijera, quien me visitaba en mi trabajo, ¡hasta mis alumnos lo adoran!

—¡Yo no podía hacer eso! —se defendió Draco abriendo los brazos exasperado— Tengo trabajo que hacer, nunca he podid...

¡Tom también! —escupió parándose firme, sin dejarse intimidar en algún momento de la discusión— Te pavoneas todo el tiempo con ser el hijo del dueño de Ravenclaw, con ser el heredero, ¡pero no tienes tiempo para estar con tu novio! —dijo mirándolo a los ojos, ojos que ya se estaban desbordando por las lágrimas contenidas—... Draco, te quiero —confesó una vez inhaló y exhaló consiguiendo un poco de tranquilidad. Draco simplemente le miró, prestando más atención a esos ojos esmeraldas que ahora parecía estar en medio de un océano interminable. Ojos que, después de todo lo que le hizo, le seguían mirando con cariño—, salvaste lo único que me queda de mis padres. Me ayudaste cuando yo estaba mal... pero ya no lo has hecho —susurró mientras se abrazaba a sí mismo—. Tres años, Draco.

El nombrado abrió la boca y la volvió a cerrar sin saber qué decir, mirando cómo la cara de su niño -a quien prometió nunca hacer llorar- estaba contraída en sufrimiento y dolor.

Harry no merecía eso.

—Entonces... —habló de forma rasposa— ¿no hay boda? —Harry negó. El rubio sólo pudo asentir ante eso, sin poder creer lo que estaba pasando.

—Realmente te aprecio, Draco... pero ya no siento el amor pasional que te tenía antes —susurró mirándolo—. No pedí esto, pero Tom llegó y me di cuenta de todas las cosas que dejé pasar por estar atado a lo que tú me dijeras.

—No digas su nombre —susurró Draco negando con la cabeza—, por favor. No lo hagas, no como si ese simple nombre fuera el dueño de tu completa devoción.

—No sólo de mi devoción, también de mis alegrías. —Harry sonrió mirando al mayor, quien lo observó con atención, una atención que dolía hasta en los huesos—. Lo adoro.

—¿Desde cuándo? —cuestionó después de un momento en silencio.

—¿Desde cuándo qué? —regresó moviéndose incómodo.

—¿Desde cuándo lo quieres?

—Fui consciente de que le quería en nuestra segunda salida —contestó abrazándose con más fuerza—, pero creo que le quería desde que me notó en el bar.

Draco lo miró dolido y dio un paso atrás, dando pase libre para que Harry negara con la cabeza y empezara a caminar -casi correr- hacia alguna parte del casino. El rubio miró hacia atrás, viendo hacia dónde se dirigía su ex-novio, encontrándose con la desagradable imagen de Harry en los brazos de Riddle, quien le susurraba en el oído.

Gruñó por lo bajo.

Amaba tanto a ese azabache que no podía verlo sufrir a su lado, pero quería que estuviera ahí.

El amante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora