|| Nueve ||

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—Buenos días.

El murmuro llegó a sus oídos con sutileza, pero no tanta como para no darse cuenta de quién se trataba. Frunció el ceño, ¿qué hacía Harry ahí?

—Buenos dí... ¡Oh, Dios mío! —el chillido llenó la habitación— ¡Harry, querido!

—Hola, señora Weasley —respondió el joven sonriendo—, ¿cómo ha estado?

—Oh, no, no, no, no —sentenció entre sonriendo y frunciendo el ceño—. No puedes venir como si nada y sólo decir: "Buenos días, señora Weasley, ¿cómo ha estado?" —reprochó la pelirroja.

—Eh... ¿Entonces...?

—Exijo saber el porqué no habías venido a visitarnos.

El ojiverde se sonrojó ante eso y miró al piso mordiendo su labio apenado.

—Lo siento, el trabajo y el estudio me han absorbido bastante —susurró en una disculpa—... ¡Juro que vendré con más frecuencia! —interrumpió el regaño que le iba a dar la recepcionista, quien sonrió con calidez ante eso.

—Eso espero, según tengo entendido, las vacaciones ya están cerca —comentó la mujer sonriendo—. Deberías visitar también a Bill, ha estado molestado al señor Black para que le diga algo de ti.

Harry rió y negó con la cabeza, se podía imaginarse a su amigo haciendo eso.

—También te extrañamos en casa, Ginny no ha dejado de preguntarle a Ron cuándo irás a visitarnos...

Eso último hizo sisear a Tom. Había oído de Ginny Weasley tiempo atrás de los propios labios de su chico; pelirroja, con pecas y ex-novia del azabache. Miró a la mujer, ¿así que ella era la antigua suegra de Harry? Tenía todas las descripciones que le había contado anteriormente.

—Prometo ir algún día —dijo el maestro con cariño—, le diré a Ron que...

—Buenos días —interrumpió con un toque de recelo. No iba a permitir que su Harry se aleje de él a causa de su ex, ya tenía mucha competencia con el estúpido Malfoy.

—Oh, señor Riddle —saludó la mujer con formalidad—. ¿Estuvo bien la junta?

El mayor asintió por educación antes de mirar al azabache y sonreírle.

—Harry.

—Tom.

Los dos se quedaron viendo por unos largos segundos hasta que el menor bajó la mirada con sus mejillas sonrojadas. Riddle sonrió victorioso.

—¿Qué haces aquí? —balbuceó Harry volviendo a levantar su mirada.

—Vine a una junta con Black —contestó encogiéndose de hombros.

—Dime que no te amenazó —rogó el ojiverde con preocupación.

—No suelo decir cosas que no son, Harry.

El nombrado suspiró con pesadez ante eso.

—Me disculpo por eso, Sirius suele ser algo...

—¿Posesivo?

—Sí —afirmó mordiendo su labio inferior para no sonreír.

—¿A qué vienes tú?

—Tengo derecho a hablar con mi padrino —recriminó con burla.

—Tengo derecho a secuestrarte —comentó antes de soltar una radiante sonrisa—... Bueno, tal vez no, pero dudo que me detengas.

Harry rió ante eso y le soltó un pequeño golpe en el hombro.

—No digas eso.

La tos falsa les hizo salir de su pequeña atmósfera de coqueteo, haciendo que Harry terminara con el rostro completamente rojo.

—Siento interrumpir, pero el señor Black te espera en su oficina —habló la mujer haciendo ojos ciegos ante la obvia situación—. Dudo que hayas olvidado el lugar...

—Gracias —susurró débilmente antes de volver a mirar a su amante—... ¿Tom?

—Supongo que ya me tengo que ir...

—Para nada —se adelantó Harry con nerviosismo—, prefiero que me acompañes a mi plática padre-hijo con Sirius... ¿Te parece bien o tienes otras cosas que hacer?

—Me deberías una salida... —los ojos de Harry brillaron ante eso— pero dado que los dos parecemos de acuerdo, no le veo ningún problema.

El ojiverde rió mientras caminaba a su lado y agarraba su mano para jalar de él hacia el elevador, entrelazando sus dedos de paso.

—¡Luego regresamos, señora Weasley! —gritó mientras se perdían en un pasillo, haciendo reír a la mujer.

Entraron al ascensor con tranquilidad, la cual fue interrumpida por un Harry estampado en la pared mientras sus labios eran invadidos por los contrarios, sonriendo ante lo predecible que era su amante.

—¿Y si detenemos el ascensor y lo hacemos aquí? —sugirió Tom acariciando el botón del pantalón ajeno que haría esa fantasía realidad.

—¿Y si nos esperamos hasta después de la plática? Así podemos advertirle a Sirius que su elevador estará ocupado y quedarnos un poco más —ronroneó el menor con cariño.

—Me gusta más tu idea...

Harry besó  a Tom antes de separarse y esperar que el elevador se detuviera. Una vez pasó eso, los dos salieron hasta llegar a la oficina del padrino del menor.

—¿Sirius? —preguntó el maestro abriendo la puerta momentos después de haber dado ligeros golpes en ésta.

—¡Cachorro!

El ojiplata se abalanzó al más pequeño con efusividad. Harry contestó el abrazo con alegría, riendo ante lo infantil que podía llegar a ser Sirius.

—Canuto, te he dicho muchas veces que no te avientes hacia Harry cada vez que lo vemos —regañó Remus, quien aparecía detrás de los nombrados negando con la cabeza—, ¿recuerdas el día que se cayeron por las escaleras?

—Oh, eso fue un pequeño error...

—¿El pozo?

—Debieron haber puesto un letrero...

—¿El jarrón en el museo?

—¡Ya! ¡Bien! —reprochó Sirius haciendo un puchero y cruzándose de brazos una vez que soltó a su ahijado— Sólo debes decir que lo quieres abrazar y listo...

—Lo he hecho muchas veces, sólo dos de ellas funcionó —regañó el castaño antes de ver al pequeño y abrir sus brazos.

Esa vez fue el turno de Harry para lanzarse a Remus, quien le sostuvo con cariño cuando estuvo en sus brazos. Black sonrió ante eso y negó con la cabeza, era difícil ver a las dos personas que más amas juntas y contenerse de lanzarse a ellas para llenarlas de amor.

Miró a la puerta cuando notó un movimiento en ésta, gruñó de forma audible, haciendo que los otros dos dejaran su tierno abrazo.

—¿Se le olvidó algo, Riddle?

El nombrado simplemente miró a Black sin impresión alguna, como si lo estuviera retando a algo. Remus suspiró ante eso y negó con la cabeza, dispuesto a separar a esos dos si llegaban a lanzarse el uno contra el otro.

—Yo lo invité —se metió Harry separándose de su tío no sanguíneo y parándose al lado de Tom—, no los presenté debidamente al otro día.

—No debes presentarlo —siseó Sirius con molestia.

Harry negó con la cabeza y cerró la puerta de la oficina una vez que todos estuvieron dentro. Se paró firme al lado de su invitado e inició.

—Tom, te presento a Sirius Black y Remus Lupin, mis tíos no sanguíneos y segundos padres —presentó con una sonrisa en sus labios—. Sirius, Remus, les presento a Tom Riddle, mi amante.

Lo siguiente que se oyó fue el golpe que hizo el cuerpo de Sirius al golpear el piso segundos después de haberse desmayado.

El amante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora