|| Dieciocho ||

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—Sirius, por favor, no puedo respirar —se quejó el ojiverde en un intento de quitar a su padrino de encima suyo.

El nombrado negó mientras seguía abrazando con euforia a su pequeño, ¡tantas llamadas habían dado su fruto! Gruñó por lo bajo al sentir que alguien lo tomaba de la oreja y le jalaba para que se alejara del menor.

—Sirius, Harry debe estar cansado, dudo mucho que eso se arregle tirándolo al piso —regañó Remus con voz de madre.

Sirius odiaba que usara ese tono con él, ¡se suponía que era su prometido, no su hijo!

Se cruzó de brazos e hizo un puchero molesto, sin molestarse en levantarse del piso, cruzando sus brazos y piernas para demostrar su molestia.

—Oh, vamos —reprochó el castaño poniendo los ojos en blanco—. Pareces un niño pequeño.

—Concordamos —las dos voces llegaron hasta sus oídos, haciendo que Harry mirara con rapidez a la puerta, sólo alcanzando a ver dos sombras rojas antes de ser tumbado nuevamente al suelo—: ¡pero ser un niño es asombroso!

Harry rió ante eso y recibió a sus dos mejores amigos con los brazos abiertos, hace mucho tiempo que no veía a sus dos demonios y les habían echado tanto de menos.

—¿Por qué ellos sí pueden tumbar a mi cachorro, pero yo no?

—Porque ellos no tienen salvación —respondió Remus rodando los ojos.

—Ah, ¿y Sirius sí? —el nombrado levantó sus manos señalando al ojiverde— Todos sabemos que Gred y Feorge aprendieron de él.

—Hey, danos crédito —comentó George haciendo un puchero—: nosotros somos un vivo ejemplo de que el estudiante pronto supera al maestro.

—¡Ah, no! —ladró Sirius parándose de un salto— ¡Nadie es mejor que yo!

La discusión no tardó en empezar, causando que los gemelos -quienes ya se habían levantado del suelo- y Sirius empezaran a decirse cada una de las bromas que habían hecho para demostrar quién era el Rey de reyes.

Harry miró a Remus con esperanza en los ojos, pero el ojimiel simplemente se encogió de hombros y le ayudó a levantarse, dejando a los tres hombres discutir para empezar una nueva y civilizada conversación con el hijo de sus mejores amigos... o eso hubiera querido si no fuera por un pequeño e insignificante detalle.

—Señor —la voz de Molly Weasley salió del altavoz del teléfono—, están buscando a Harry.

—¿Quién busca a Harry? —preguntó Remus, mirando con desaprobación a los tres críos que seguían discutiendo en medio del salón.

—El joven Draco Malfoy.

La habitación quedó en un silencio aturdidor, Sirius miró el artefacto con intensidad, decidiendo qué hacer, todo con una seriedad que no pareciera que segundos atrás estuviera discutiendo con los dos demonios.

—Dile que suba, por favor, señora Weasley —contestó Harry una vez que agarró el aire necesario para tener valentía y que sus piernas no temblaran en medio de la acción.

—Como gustes, querido.

Todos lo miraron con duda en sus ojos, Harry no necesitó alguna pregunta para empezar a hablar.

—Hace una semana que no sé de él, no lo encontré en el departamento y no soy capaz de mandarle mensajes, así que... —suspiró suavemente— Tampoco creo que sea capaz de verlo si lo tendré que hacer solo.

Su familia adoptiva asintió antes de sonreír levemente, la decisión era entendible, y el azabache tendría todo su apoyo en cualquier cosa que llegara a pasar.

—Harry...

El nombrado miró a su ex-novio y sonrió con una mezcla de cariño, tristeza y melancolía, pero había algo que al rubio no se le pasaba: no había algún tipo de arrepentimiento en su rostro.

—Hola, Draco —saludó el menor sin saber qué hacer con exactitud—, ¿cómo has estado?

—Vivo —contestó mirándolo a los ojos. Harry asintió apretando la mandíbula.

Draco salía contestar eso cada vez que Harry le preguntaba por su estado y la respuesta era negativa. El rubio podía ser de todo menor mentiroso, ésa era una forma en la cual no le mentía y no tenía que decir cómo se sentía en realidad.

El rubio solía romper en llanto cuando decía que se sentía mal, así que siempre habían evitado esa palabra.

La tensión era notable en toda la habitación, pero nadie sabía qué hacer, hasta parecía que las bromas se habían extinto dentro del mundo de lo gemelos.

Un paso fue suficiente para que la atmósfera cambiará por completo. Harry abrió sus brazos dejando que Draco siguiera el camino hasta ellos y lo abrazara, dando paso libre a las lágrimas que se desbordaban por el rostro del Malfoy.

—Tranquilo, todo pasará —arrulló el ojiverde como solía hacerlo cada vez que la máscara de su antiguo novio se caía por completo, dejando ver su verdadero ser.

—Pasará, pero sin ti —sollozó en respuesta, escondiéndose entre su cuello para que los demás presentes no vieran su rostro en esos momentos.

—Lo siento, Draco.

—Yo debería decir eso...

—Ya no importa —interrumpió Harry abrazándolo con más fuerza—. Lo hecho, hecho está.

Draco levantó su cabeza y miró directo a los ojos verdes que lo miraban con calidez, ¿cómo lo había dejado ir? No lo sabía. ¿Se arrepentía? Con cada fibra de su ser.

¿Quién era tan estúpido para ignorar al amor de su vida cuando está a su lado sólo por sentirse seguro de que era completa suyo?

La respuesta flotaba por el aire, pero aún así era incapaz de aceptarla. Los Malfoy siempre tenían lo que querían, y Draco amaba al joven profesor con toda su alma, y lucharía por él costara lo que costara.

♣ ♣ ♣ ♣

¿Qué les pareció?:3

Quién adivine lo que pasará le debo un chocolate xd

Gracias por leer❤

El amante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora