|| Ocho ||

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—¿Dónde has estado?

La pregunta lo descolocó antes de mirar al frente, fingiendo confusión mientras cerraba la puerta tras él con rapidez.

—¿Disculpa? —devolvió la pregunta dejando sus cosas en la mesa del pasillo.

—Llegué hace dos horas y no te encontré —explicó Draco acercándose a su novio—, ¿dónde estabas?

—Principalmente, en la escuela —contestó encogiéndose de hombros.

—Harry, son las cinco de la tarde.

El menor miró a su novio y sonrió con cariño, acariciando la mejilla del rubio con aprecio.

—¿Estabas preocupado? —susurró dando un paso más hacia el Malfoy, quien simplemente bufó y miró a otro lado, conteniendo el pequeño color rosado que aparecía en sus mejilla.

—Se suponía que debías llegar a las tres, ¿qué esperabas? —balbuceó mirando nuevamente a su novio.

—Perdón —dijo con sinceridad—. Salí tarde de clases, madame Prince no pudo estar en detención y me ofrecí por ella. No pensé que fueras a llegar temprano.

El rubio simplemente sonrió y asintió conforme, dando un pequeño beso en los labios del azabache, quien sonrió ante el acto.

Segundos después se encontraban en la cocina... o, más bien, Draco en la cocina y Harry en el comedor.

—Compré pastel —declaró Draco sonriendo. Harry rió ante el hecho de ver a su novio sacar dicho postre del refrigerador, eran raros momentos como ésos—. Hace mucho no teníamos tiempo para disfrutar la compañía del otro, así que salí temprano del trabajo y decidí pasar a nuestra pastelería favorita.

—Que considerado —ronroneó el maestro admirando cómo su pareja buscaba los platos—. Alacena, cuarto cajón —le recordó con gracia.

Draco miró a su novio y sacó su lengua antes de encontrar los cubiertos y comenzando a partir el pastel.

—¿Y cómo te fue en el trabajo? —preguntó el rubio con tranquilidad, concentrado en su tarea de cortar bien las rebanadas.

—Bien, hubo pocos chicos en detención —contestó sacando su celular discretamente—. Como siempre, ¿y a ti?

—Oh, bien —comentó poniendo la primera rebanada en un plato—. Pansy se cayó tratando de coquetear con Zabini, fue gracioso, sin mencionar que nuevos ejecutivos llegaron y...

Harry dejó de prestar atención por un momento mientras escribía en su celular.

"Lo siento, Draco llegó temprano. Perdón por cerrarte la puerta en la cara..."

Mandó el mensaje con nerviosismo, mirando de reojo a su novio, quien había derramado un pedazo por toda la barra. Rió ante eso. Draco Malfoy era de todo menos perfecto...

Miró fijamente a su novio. Era hermoso, elegante, inteligente y divertido, pero la pregunta clave en todo eso era: ¿cómo pudo dejar de amarlo? Negó con la cabeza mirando su teléfono. Tom Riddle había hecho un buen trabajo para hacerle cambiar de opinión, de eso estaba muy seguro.

"Fue una forma muy descortés de rechazarme"

"No te preocupes, ¿sábado a las 10 en Hogsmeade?"

Mandó una afirmación rápida y guardó su celular viendo que su novio se acercaba con dos platos. Sonrió agarrando uno con gentileza.

—¿Sabes? En un mes será el aniversario de Ravenclaw —comenzó Draco agarrando la mano del azabache y acariciándola con cariño—, no sé qué pienses tú, pero a mí me gustaría formalizar nuestra relación anunciándola ese día...

De un momento a otro Harry sintió la sangre bajar por su rostro, fría y ácida que no podía pensar en otra forma que no fuese el blanco que invadía su mente, dejándolo sin poder pensar algo congruente.

¿Qué? —se atragantó con su propia saliva, desviando su mirada a la rebanada que tenía frente a él.

—Casarnos, Harry —respondió el rubio sonriendo. Y eso fue lo que más le dolió al nombrado, no la sonrisa en sí, sino la ilusión que ésta manifestaba—. Anunciarlo ese día, que todos sepan a quién pertenecemos —complementó apretando la mano contraria—... ¿Harry? ¿Te encuentras bien?

—Sí —contestó en medio de balbuceos—... no, bueno, digo —tomó aire antes de mirar sus manos unidas y levantar su mirada a los ojos plateados—: fue muy precipitado.

—Oh, perdón —Draco sonrió aún más, causado un gran hoyo en el corazón del maestro—. Sólo que ya no aguanto, ¿sabes? Lo he estado pensando mucho y, bueno, mi futuro lo veo contigo —declaró con cariño—. ¿Qué opinas?

—Bueno ...—el sonido de su celular interrumpió cualquier palabra que fuera salir de su boca, si es que podían salir— Perdona —susurró mirando su celular, levantándose y caminando hacia la sala—. ¿Hola?

—¡Cachorro!

—¿Sirius? ¿Qué pasa? —balbuceó en voz baja.

—Sólo quería oírte, encontré tu número en mi antiguo teléfono —explicó—... ¿Pasa algo? Te oyes extraño, ¿todo va bien?

—No.

—Jueves a las cinco en la oficina —sentenció su padrino—, ahí me contarás todo, ¿va?

—Gracias, Sirius...

—Hablamos luego —un murmullo se escuchó a lo lejos—. ¡Remus dice que traerá tarta de melaza!

¡Yo no dije eso! —reprochó el nombrado al otro lado de la línea.

Harry rió por lo bajo y negó con su cabeza.

—Yo también los quiero —contestó el verdadero murmullo de Remus—. Nos vemos luego, ¿va?

Colgó la llamada y miró a su novio, quien lo veía desde lejos. Suspiró mentalmente y se encaminó a él fingiendo una sonrisa, luego lo pensaría con determinación, al final de todo, tenía un mes para decirle lo que piensa sobre ese compromiso.

El amante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora