Capítulo 16.

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Capítulo 16

Me sentía sola, angustiada. No podía dejar de pensar en las miradas de Oliver y Ann, de mis padres ni de Nathan cuando me marché. Habían pasado tres meses y sentía como si hubiesen pasado años. Sentía la decepción de mis padres recayendo sobre mis hombros, una sensación que me recorría el cuerpo. Toqué la ventana de mi habitación incolora y seria. Solo pensaba en la forma de que Nathan volviera a mis brazos, y de que mis padres no se sintieran decepcionados conmigo.

Salí de aquella horrible habitación y me senté en una silla. Miré a los chicos que ocupaban los asientos: unos estaban nerviosos, otros estaban deprimidos, otros enfadados, alegres, desconfiados y otros con ideas suicidas. Yo me encontraba fuera de lugar. Solo miraba al frente y me mantenía callada mientras mis lágrimas descendían por mi rostro pidiendo una explicación de por qué. Por qué a mí.

Cogí la maleta y me monté en el coche que había venido a recogerme. Era mi madre que había salido antes del trabajo y por fin, me dejaban marchar, ya que no necesitaba las anfetaminas. Cuando llegamos a mi casa, noté un toque diferente. Vi a Ann y a Oliver en el salón que se habían levantado nada más verme. Antes, hubiera corrido hasta ellos y les hubiera abrazado tan fuerte que casi les ahogaría. Ahora, me limité a subir las escaleras y encerrarme en la habitación.

Apoyé mi cabeza en la taquilla esperando a que todo pasara. A que la mierda de mi vida pasara. Entonces, Oliver y Ann se acercaron y ambos me abrazaron fuerte. No dijeron nada más, solo se limitaron a abrazarme y mis lágrimas volvieron a caer con mucha fuerza. Minutos después, me separé de ellos dos.

–Siento lo del otro día. –Susurré. –Pero no me apetecía ver a nadie.

–Tranquila. –Dijo Ann, con una voz dulce. –Tómate el tiempo que necesites.

–Sí, Ally. Nosotros estaremos aquí para siempre.

Sonreí dulce y los abracé fuerte. Era la primera vez que sonreía en tres meses. Ann se separó y apretó los labios.

–Tenemos que contarte algo, Ally… –Susurró Ann. –Algunas cosas sobre Nathan.

–¿Le ha pasado algo? –Mi voz se ahogó al escuchar ese nombre.

–Sí, Ally, él está bien. Demasiado bien. –Oliver me miró a los ojos.

Noté lo que me quería decir con la mirada y los ojos se me llenaron de lágrimas. En unos segundos, mis sospechas se habían confirmado: Nathan estaba rodeando la cintura de una chica muy pegados. Negué con la cabeza y me puse las manos en la cara. Noté todas las miradas sobre mí, las de Oliver y Ann y las del chico que me las acaba de provocar.

–Estoy bien, joder. –Aparté el brazo de Ann. –No me voy a drogar cada vez que esté deprimida. Además, qué más da. Le entiendo. –Contesté mirándome en el espejo. –Él me odia. Nunca estaría con una persona como yo. No me necesita.

–Sé que necesita a su repollito, Ally, y sé que solo tú puedes serlo.

–Ya no me necesita. Tiene a…

–Katie. Su nombre es Katie.

Una voz masculina sonó detrás de nosotras. Pude ver como Nathan me miraba con lágrimas en los ojos. Noté como su dolor provenía de su interior, cómo seguía importándole aunque hubiesen pasado meses. Sabía que le importaría aunque pasaran años.

–Pues Katie. –Ahogué la voz y Ann se fue para dejarnos a solas. –Me alegro de que seas feliz.

–Gracias, Allison, es un detalle por tu parte.

Nunca Allison me había sonado tan serio. Su voz me llegaba en forma de decepción, que decaía sobre mis hombros.

–Nathan, lo siento muchísimo. –Empecé a llorar y me puse las manos en la cara. Noté como sus brazos musculosos rodeaban mi cuerpo. –No sabes cuánto te he echado de menos, cuánto he necesitado tus caricias… No sabes cuánto necesitaba besarte y volverte a ver.

–Lo sé. –Me acarició el pelo de un modo tranquilizante. –A mí me pasó igual. Fue difícil olvidar lo que has hecho y llegar a perdonarte.

–¿Y este es tu modo de castigarme? –Sollocé y me separé de él. –¿Esto querías conseguir?

–No es un castigo, Ally. –Susurró. –Ella me gus…

–¡Ni lo digas! –Alcé la voz, casi gritando. Mis lágrimas se derramaron con mucha más fuerza. –Yo lo hice, ¡confié en ti! ¡Perdí mi virginidad, mierda!

–Yo también confié en ti y me engañaste. Dijiste que habías dejado de tomar las pastillas y me engañaste. Lo nuestro se acabó hace tres meses y no creo que lo volvamos a recuperar.

–Nathan, ¡joder! –Me apetecía tirarme de los pelos en ese momento. –No me dejes, ¡no puedes dejarme! Te… Te necesito. –Susurré con la voz ahogada. Mientras mis rodillas iban debilitándose. –Por favor, no me dejes.

–Tal vez sea mejor que conozcamos a otras personas, Allison. Una persona en la que pueda de verdad confiar.

Se marchó de ahí, y yo caí sobre mis rodillas haciéndome daño en ellas. Aunque mi corazón roto me estaba doliendo más todavía.

Ann y yo entramos en un gimnasio de la ciudad y empezamos a hacer ejercicios. Me había propuesto bajar algunos kilos antes de que empezase el verano, ya que había engordado mucho en desintoxicación ya que la comida era muy importante para esa clase de hospitales. Vi un ring y a varios chicos boxeando. De repente, un chico le pegó un fuerte puñetazo al otro y cayó al suelo. El entrenador de los dos, empezó a contar y le levantó el brazo al ganador. El otro chico, se sentó en el ring y se quitó los guantes y el casco de boxeador: era un chico guapo, alto, con el pelo rubio y largo y los ojos marrones que se posaron en mí.

–Eh, ¿me ayudas, por favor? –Gritó el chico desde el ring. –No puedo curarme a mí mismo.

Miré a Ann y ella sonrió pícaramente y asintió con la cabeza. Me limité a poner los ojos en blanco y acercarme al chico. Cogí un poco de algodón y le eché un poco de alcohol. Empecé a pasárselo por las heridas mientras se quejaba un poco. Él me miró sonriendo.

–¿Operación bikini? –Rió mientras miraba a Ann.

–Sep.

–Pero si no estás mal. Eres perfecta.

Miré a aquel chico que me estaba sonriendo. Era la primera persona que me había hecho sonrojarme en meses. Adoraba aquella sensación, pero no con un desconocido.

–¿Así es como ligas con las chicas? –Me reí un poco. –Dejando que te peguen para que te curen las heridas, guau.

–Bueno, si hubiera querido pegarle, lo hubiera hecho. Lo que pasa es que te vi entrar y… me desconcentré.

Me reí un poco y moví la cabeza hacia los lados. Ese chico me recordaba a lo prepotente que fue Nathan al principio conmigo y no sabía si me encantaba o me irritaba.

–Me llamo Evan, y quiero conquistarte, Allison.

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Holiiiii, mis queridos repollitos dskjfhdksjfhsdkjfd. Bueno, bueno, ahora sale otro conquistador llamado Eeeeevan. Aquí nadie dijo que era la historia de Nathan y Ally. Igual se enamoran y viven felices para siempre Evan y Allison, ¿os imagináis? porque yo sí dslcksdkjcds. Me dio penita escribir este capítulo, porque Nathan no confía en ella. Pobrecita Allison :ccccc Ahora tiene que buscar el amor en otro sitio chan chan channnnn. No me matéis, pls.

Y bueno, siento no haber escrito ningún capítulo la semana pasada. Es que como ya dije, tengo exámenes y pues estuve muy mal de tiempo :c... ¡Pero aquí está, lo prometido!

Gracias por todo vuestro apoyo, repollitos. Os quiero mucho mucho mucho. Por favor, comentadme dándome vuestra opinión y dadle a la estrellita si os ha gustadooooo, que espero que sí porque siempre intento escribirlo con mucho esfuerzo. Gracias a todos!!

Y aquí os dejo mi twitter para alguna duda, petición o comentario: @theheartofJonas ♥

Amor contradictorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora