Capítulo 2.

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Me puse los cascos en las orejas y le di play a mi mp3. La canción de Counting Stars de One Repubic empezó a sonar en mi cabeza. Me tiré a la piscina y empecé a nadar lo más rápido que pude. No pude dejar de pensar en Nathan durante toda la tarde, pero tenía que quitarme todos los pensamientos de mi cabeza y nadar es lo único que hace que no piense en ello, aunque no lo consiga.

No soy una chica atlética, pero debo admitir que me encanta nadar como si no hubiera mañana. El teatro, cantar y esto era lo único que me desestresaba después de todas las torturas del instituto.

Cuando terminé la hora del entrenamiento me duché y me vestí. Salí del recinto y me encontré al mismo chico de por la mañana hablando con un profesor. Me quedé observándole: no parecía el típico chico malo que hace trastadas porque papá no le hacía caso. En ese mismo momento, Nathan dirigió su mirada a mí. Yo me quedé atónita y mis mejillas se calentaron de repente. Miré a otro lado para disimular y quise continuar mi camino, pero aquel chico se me acercó con su sonrisa de prepotente que había tenido esa mañana.

-Hey, hola, ¿estudias aquí? -Sacó una de sus mejores sonrisas y mis mejillas ardieron más todavía.

-Eh, sí… -Contesté titubeando. -Pero no estudiando eh… estaba nadando porque me gusta y…

-Ya, supongo. -Me interrumpió. -¿Sabrías decirme dónde están los cables para la electricidad?

-¿Para qué…? -Pregunté susurrando.

-Para hacer fuegos artificiales, preciosa. -Me guiñó un ojo.

-Creo que están en el cuarto de los contadores… enfrente del despacho del director. -El color me subía por mis mejillas más y más.

-Gracias, repollito.

Alcé mis cejas y me dispuse a replicarle, pero ya era demasiado tarde porque Nathan se había ido antes de que pudiera decir nada. Sabía que era demasiado bonito para que un chico como él se fijara en mí, pero que no le interesara y que me llamara “repollito” eran dos cosas diferentes. Crucé mis brazos en modo de replicación pero las lágrimas salieron de mis ojos sin saber por qué.

Al día siguiente, la clase de historia se inició con nuestro profesor diciendo que íbamos a ver una de las películas más famosas de la Segunda Guerra Mundial. Y cuando se dispuso a poner la película mire hacia atrás para ver quién eran los nuevos de clase ya que no me había fijado en ellos. Y ahí estaba, con su desaire que tiene y su sonrisa prepotente. Su mirada volvió a caer en mí, pero esta vez era rencor y venganza lo que se me pasaba por la cabeza. Rabia. Nathan me volvió a mirar de arriba abajo y se rió por lo bajo. Giró la cabeza a sus nuevos amigos que eran los que en aquel momento se llamaban a ellos mismos populares.

Cuando volví a dirigirle la atención a la pantalla, todas las luces se apagaron y los de mi clase empezaron a silbar como si pasase algo porque se apagasen las luces. Y supuestamente, nosotros éramos los mayores del instituto.

-Voy a preguntar qué ha pasado. -Dijo mi profesor con estupefacción. -Sawyer, cuida la clase.

Mi amigo Oliver bufó. Le había tocado ser delegado de la clase ese año, así que le tocaban todas las responsabilidades de cuidar la clase, lo que era un cargo difícil teniendo que soportar a los imbéciles.

Poco después, nuestro profesor llegó en medio de todo el alboroto y llamó nuestra atención con su grito que nos hizo estremecernos a todos.

Amor contradictorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora